Wicked Parte II es una de las películas más exitosas de mundo y en ella, el argentino Pablo Helman, estuvo encargado de Supervisar los VFX. Con él hablamos en exclusiva.
—Como supervisor de efectos visuales ¿Hay más presión cuando se trabaja en una película que justamente tiene la fantasía y el VFX como eje central?
—Sí y no. En realidad, mi trabajo, como yo empiezo a trabajar con cualquier película, es con honestidad. No me refiero a honestidad personal, me refiero a honestidad profesional, en el sentido de que uno lee el guion, se familiariza con los personajes, con el contenido del guion y trata de hacer el mejor trabajo que uno puede. Con respecto a Wicked, hay un montón de cosas que tienen que ver con el contenido de la película, con el sentido de que no son dos películas en realidad, es una película sola que empieza en un momento y termina en otro momento a través de arcos de personajes y que si uno no hace su trabajo en la primera película, la segunda película no va a tener ningún sentido. Porque en el sentido de arcos de los personajes, son personajes que empiezan en un lugar y terminan en otro lugar completamente diferente. Pero uno no va a sentir nada emocionalmente si no está hecha la presentación de la forma correcta. En el sentido de efectos visuales, el efecto visual es una herramienta nada más para contar una historia. O sea, que el efecto visual es lo mismo que efecto diseño de producción, o hair and makeup, o cualquier otro tipo de disciplina que contribuye a la parte de contar el cuento. Jon Chu, el director, es una persona que tiene una visión que es completamente inclusiva y colaborativa, que nos permite, por intermedio de confianza, participar en contar esa historia.
—En otras producciones te ha tocado, por ejemplo, rejuvenecer a Robert De Niro y Al Pacino, en esta te toca una parte que tiene que ver justamente con la historia del cine. No vamos a revelar mucho, pero El mago de Oz, en esta oportunidad, es parte, en esta segunda etapa, que hay algo ahí con los efectos visuales. ¿Qué significó para vos poder trabajar en eso? ¿Y qué significa para vos, en tu recorrido personal, una película clásica como El mago de Oz?
—Tiene mucho que ver con la historia del cine. Tiene mucho que ver con el hecho de que efectos visuales muchas veces son llamados mágicos. Pero en realidad, si vuelves al tema original, al contenido original, no hay nadie detrás de la cortina. No le prestes atención a la persona que está detrás de la cortina. Y eso es parte de mi trabajo. O sea, en 30 años de hacer efectos visuales, los que me gustan más son los que son invisibles. Hay una cosa importante que dijiste también con respecto a la historia del cine y es algo que nadie sabe. Hay un montón de escenas de esta película, aunque las filmamos con una cámara digital, que son en film, en negativo. Nadie sabe eso, pero el principio de la película es todo en negativo, no es en digital. O sea, que tomamos todas las escenas digitales y todos los efectos visuales que hicimos y los filmamos en Photocam en Los Ángeles y nos dieron un negativo, y el negativo lo reescaneamos dentro de la película. Eso lo hicimos para que se vea en una forma histórica, que tiene mucho que ver con la historia del cine. Eso es algo que nadie sabe, que no he hablado con nadie. Pero fueron cosas importantes que hicimos con respecto a respetar la historia del cine. Fueron conversaciones que nosotros siempre tuvimos mientras hicimos esta película.
—¿Cómo fuiste viviendo y cómo te fuiste aggiornando a todos los cambios de la tecnología?
—En realidad la tecnología fue parte del cine desde el principio, de hace 110 años o algo así. Cuando empezó el cine, empezó por una cuestión facilitada por la tecnología. O sea, alguien se dio cuenta que había una caja negra donde se ponía luz en una forma especial, con emulsiones, las expones de una forma especial, las revelás. O sea, eso es parte de tecnología. El cine, por definición, es una cosa tecnológica. Desde mi punto de vista, tuve mucha suerte porque yo empecé a hacer cine, digamos, en el año 80 y pico, más de 30 años. Me fui de Argentina en el año 80 y empecé a estudiar música. Me recibí de compositor de música, pero empecé a trabajar con imágenes en el año 85, 86, donde en Los Ángeles la tecnología estaba cambiando de la parte óptica a la parte digital. Y a mí siempre me gustaron las computadoras, aunque en el año 87 no había computadoras de laptop. O sea que empecé a trabajar en computación grande y siempre me gustó ese tipo de cosas. Yo sabía música, empecé a trabajar imágenes, sabía computación. Estaba en un momento especial donde había muy pocas personas en Hollywood que podían hacer eso. Así que tuve la suerte de estar en ese momento y seguir haciendo tecnología con eso. La tecnología no me asusta. Hay un montón de gente que está hablando de inteligencia artificial y todo ese tipo de cosas. Hay una parte de lo que es la inteligencia artificial que se usa en la etapa de producción, pero la parte creativa es la parte que hay que tener un poquito más cuidado. Y es una conversación muy grande, así que podemos hablar unos 4 o 5 horas de eso.








