Con la legisladora María Inés Parry, impulsora del reconocimiento (Fotos: Jaime Olivos)

El histórico reportero gráfico Víctor Bugge fue declarado Personalidad Destacada de la Ciudad de Buenos Aires en el ámbito de la Cultura, en una ceremonia realizada este martes 2 de diciembre por la tarde en el Salón Dorado de la Legislatura porteña. El homenajeado asistió en compañía de sus hijos, nietos y colegas de toda la vida. “Estoy muy emocionado”, le dijo a Infobae minutos antes. “Yo me retiré hace poco y que aparezca un reconocimiento de esta magnitud me dice que algo hice bien”, agregó.

El acto arrancó pasadas las 17.30 y reunió a Juan Carlos Pallarolsel orfebre de los bastones presidenciales argentinos e íntimo de Bugge—; al Senador Nacional Wado de Pedro; al reconocido fotógrafo Aldo Sessa; al periodista Julio Bazán; y la hija del ex presidente Zulemita Menem. “Víctor es parte de nuestra historia. A cada lugar donde íbamos él estaba ahí haciendo su magia. Fue enorme. Con mi papá crearon un vínculo, una amistad que se mantiene hasta el día de hoy. ¡Cómo no iba a estar acá!“, le dijo a este medio.

Tras una breve y cálida bienvenida, se proyectó un video de casi cuatro minutos que el propio Bugge armó: una secuencia de imágenes suyas que recorren los hitos de la democracia argentina y que él presentó en diciembre de 2023, al cumplirse 40 años del retorno democrático. La sala quedó en silencio mientras sonaba el Himno Nacional.

Al finalizar la proyección, Bugge subió al escenario y mantuvo un intercambio con la legisladora María Inés Parry, impulsora del reconocimiento. En la charla, la funcionaria explicó que la motivación para reconocer al fotógrafo surgió, entre otras cosas, de una razón personal: “Soy del radicalismo y las fotos más icónicas de Raúl son de Víctor. Él logró inmortalizarlo”, sostuvo. Mientras conversaban, en la pantalla detrás de ellos se proyectaba una imagen de Bugge —joven— junto al Papa Francisco.

Luego, el fotógrafo recordó su vínculo con los presidentes: “No quiero destacar a nadie, pero aprovechando que está su hija acá, un recuerdo afectuoso para Menem, que durante diez años me soportó”, dijo, entre risas. Después recibió el diploma, que eligió entregar a sus nietos. Minutos más tarde, Juan Carlos Pallarols se levantó para hacerle un obsequio personal. “Este es el bastón que hice para Perón en 1973. Cuando Isabelita se fue a España, se lo compré y me lo quedé. Ahora es tiempo de que lo cuide él. Gran amigo, gran amigo de la historia y gran peronista”, sostuvo.

El momento en que Pallarols le entregó el bastón que hizo para Perón en 1973 El Senador Nacional Wado de Pedro y su afectuoso saludo a Bugge

El acto cerró con una escena simbólica: Bugge posó con todos los presentes para hacer “la foto del fotógrafo”. Pero antes de bajar del escenario pidió la palabra. “Voy a retomar una frase de El Eternauta: ‘Lo viejo funciona, Juan’. Acá adentro hay varios veteranos que seguimos sirviendo; pero también quiero hacerle un homenaje a la tecnología”, dijo. “Me voy a tomar el atrevimiento de sacarles una foto con el nuevo formato tecnológico que recibí de regalo. Permiso”. Entonces se calzó unos anteojos inteligentes y disparó. “Espero que haya salido. Ya después se enterarán”, bromeó.

Tras recibir el diploma, Bugge se lo entregó a sus nietos Al finalizar el acto se hizo “la foto del fotógrafo”

Testigo de la historia argentina

Bugge dio sus primeros pasos en editorial Atlántida y, en 1978, entró a trabajar en la Casa de Gobierno. Tenía 22 años. Su padre, Miguel Bugge, también reportero gráfico y fotoperiodista del diario La Nación, fue de quien heredó su pasión por la fotografía. “Cuando le dije que quería ser reportero gráfico, me colgó una cámara al cuello y me dio una sola instrucción: ‘Sacá’. Él es el responsable de que haya llegado hasta acá”, sostiene.

Conocido popularmente como “el fotógrafo de los presidentes”, fue testigo silencioso de la historia reciente. Desde la Casa Rosada capturó con profesionalismo y talento artístico 40 años que marcaron el regreso y la consolidación de la democracia. Desde la salida anticipada de Raúl Alfonsín; pasando por el abrazo de Menem con Mandela; hasta el discurso de De la Rúa, minutos antes de abandonar la Casa de Gobierno. Su archivo es, literalmente, un inventario visual del país.

Alfonsín junto al expresidente Menem de espaldas caminando por los jardines de Olivos. “A mí Alfonsín me confesó que lo había convocado para proponerle el adelanto de la asunción. Él le preguntó a Menem cuándo quería asumir y la respuesta fue: ‘ya’”, recordó Bugge (Foto/Víctor Bugge)Víctor Bugge retrató a Menem con Charly García y Zulemita en la Quinta de Olivos. “Mi trabajo se fue convirtiendo sin querer en un relato diario”, dice (Foto/Víctor Bugge)

En julio pasado, tras casi cinco décadas de trabajo, Bugge decidió retirarse. Lo hizo por decisión propia y no por un despido, como circuló en redes. Desde entonces, su rutina diaria se transformó: las urgencias y las jornadas interminables dieron paso a una calma inédita. “Hoy un día mío es de mucha tranquilidad. Estoy reencontrándome, primero conmigo y, después, con mi laburo de décadas. Me la paso mirando fotos y trasladándome a cada uno de esos momentos. Como dice la letra del tango Volver: ‘El encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida’”.

Mientras revisa sus imágenes, dice, siente algo parecido a la incredulidad. “El otro día estaba mirando algo y pensé: ‘Fua…’. No solo pasó mucho tiempo, sino que todo pasó en un mismo lugar. Eso es lo raro”, reflexiona acerca de sus 47 años en la Casa Rosada, donde pasó más tiempo que en su propio hogar. Su relación con el edificio fue tan estrecha que, durante la crisis de 2001, se instaló ahí. “Llegué el 19 de diciembre y me fui el 31. Nunca volví a casa”, recuerda. La seguidilla de presidentes lo obligó a permanecer en su despacho, disponible. Incluso la noche del 31 tuvo un tinte absurdo: “(Eduardo Oscar) Camaño llegó a la Casa de Gobierno y nosotros ya nos habíamos ido. Hablé con un colaborador de él y le pedí que le dijera que era el último día del año. Por suerte se fue y pudimos volver a pasar el fin de año a casa”.

Durante la distinción en el Salón DoradoZulemita Menem estuvo presente en el acto junto a su hijo

Si mira hacia atrás, Bugge es capaz de reconocer el momento exacto en el que entendió que su oficio iba más allá de lo técnico. “Fue una foto que le saqué a Videla en la soledad del despacho presidencial, de espaldas, mirando por la ventana hacia Paseo Colón. Cuando la revelé, porque en esa época se revelaba, me pegó fuerte. Dije: ‘Bueno, encaro’. Y llegué hasta acá”.

Esa sensación de responsabilidad lo acompañó durante todas las presidencias. Y cuando llegó el día de irse, lo hizo sin una despedida oficial —será en diciembre—, casi en silencio. “Me fui normal —cuenta entre risas—. Entré por Balcarce 50 y salí por Balcarce 24, por decirlo de un modo metafórico”. Su salida fue prácticamente una mudanza. “Todavía queda un colchón que tiraba en el piso. Es el que usé para la guerra de Malvinas porque Galtieri se quedó ahí…”. También quedan fotos suyas colgadas en las paredes: “Eso lo van a dejar. Me parece que como homenaje”.

Videla en la soledad del despacho presidencial, de espalda, mirando por la ventana hacia Paseo Colón: la imagen que marcó a Bugge (Foto/Víctor Bugge)La icónica foto de Menem con los Rolling Stones se tomó el 10 de febrero de 1995 en la residencia presidencial de Olivos, durante la primera visita de la banda al país (Foto/Víctor Bugge)

“Viví para esto”

Con el paso del tiempo, Bugge moldeó una mirada y construyó su estilo. Su búsqueda no era la pose, sino lo más cercano a lo real: “Yo le busqué una vuelta. Traté de meterme dentro de los personajes y de mostrarle a la gente lo que yo estaba viendo —que nunca fue la realidad, porque la realidad no podés mostrarla— pero que se parezca, por lo menos, a la realidad. El famoso momento preciso”.

Esa entrega total convirtió su trabajo en un relato continuo. “Mi labor cotidiana se fue convirtiendo sin querer en un relato diario. Una imagen al lado de la otra compone la historia”, dice. “Sé que hay fotos que inmortalizaron momentos y quedarán para la posteridad. Y eso es por la dedicación absoluta que yo le metí a mi laburo. Viví para esto”, asegura.

Entre las escenas que lo marcaron hay varias imposibles de olvidar: las dos semanas en el Vaticano, fotografiando al Papa Francisco; la imagen que terminó reproducida en piedra, a 70 metros de altura, en la Basílica de San Pablo; el momento con Diego Maradona en el balcón de la rosada; y el viaje a Malvinas con los familiares, treinta años después de haber salido al balcón con Galtieri. “Eso no te pasa todos los días. Son círculos que yo cerré”, dice.

“A Bergoglio lo fotografié como monseñor en la catedral y años después terminé entrando al Vaticano”, cuenta Bugge (Foto/Víctor Bugge)“Nunca tuve una amistad con Diego, pero sí una relación de cariño”, cuenta el fotógrafo (Foto/Víctor Bugge)

—¿Cómo te gustaría que recuerden tu trabajo?

—Es muy difícil que responda eso, pero que queden las fotos para ver lo que nos pasó. A veces pasa que querés recurrir a los archivos y cuesta encontrar material. Bueno, esperemos que esto pueda servir para que cuando pasen los años y los chicos o las nuevas generaciones quieran interpretar una etapa de la Argentina, mis fotos sean un aporte. Me parece que eso sería objetivo cumplido.

[Fotos: Jaime Olivos]