Argentina, uno de los países con mayor cantidad de glaciares del mundo —más de 16.000 cuerpos de hielo— enfrenta un retroceso acelerado y silencioso que compromete la disponibilidad futura de agua para consumo humano, ecosistemas y actividades productivas. Así lo explicó Juan Rivera, doctor en Ciencias de la Atmósfera y los Océanos e investigador independiente del CONICET, en diálogo con LV12.
Rivera recordó que el retroceso de los glaciares no es un fenómeno reciente, sino consecuencia directa del aumento sostenido de la temperatura global. “Lamentablemente, en detrimento de las reservas de agua para la comunidad, en un proceso de las negociaciones por ahí datan de más corto plazo pero el proceso de calentamiento y reducción de los cuerpos de hielo datan de hace más de un siglo y en Argentina en particular hay expediciones que se hicieron a comienzos del siglo pasado con documentos fotográficos que cuando uno los contrasta con la actualidad ve que la reducción de los cuerpos de hielo han sido drásticas como consecuencia del calentamiento global”, señaló.
En un país donde muchas regiones dependen de los glaciares como reserva estratégica, la pérdida es alarmante: solo en la última década, los glaciares argentinos redujeron un 36% más de hielo, intensificando los efectos de las sequías.
Rivera remarcó que este retroceso afecta tanto a la población como al ambiente: “La disponibilidad de agua no solo para la población sino para el ecosistema se ven en mayor o menor medida afectados, tal vez el que habita en una ciudad que tiene una red de agua regulada, por ahí va a ver en el corto plazo al impacto pero si en periodos de sequía prolongada o falta de precipitaciones, se va potencia la escasez como consecuencia de un recurso está faltando”, advirtió.
En el norte de la cordillera, donde las precipitaciones son escasas, la pérdida de hielo implica menos reservas para enfrentar períodos secos, lo que compromete a comunidades enteras, la agricultura y actividades productivas. En la Patagonia, en cambio, el retroceso genera nuevos lagos, desestabiliza laderas y aumenta el riesgo de aluviones que ya afectan rutas, localidades y zonas de turismo.
El investigador subrayó la prioridad de conservar estos cuerpos de hielo: “Es un recurso que se origina en lo alto de la montaña, agua de altísima calidad; lo mejor que tenemos para consumo humano pero tienen que ser protegidas y cuidadas como corresponde”, sostuvo.
Datos que preocupan
El monitoreo científico confirma la tendencia: “El instituto argentino realiza el inventario de glaciares y realiza una actualización periódica de los andes y ya muestra una reducción de un 17% de los glaciares y por lo tanto en la masa de agua”, precisó Rivera.
El principal motor del retroceso, insistió, continúa siendo el calentamiento global: “Es el principal motor que favorece en la temperatura del planeta y por lo tanto el deshielo de los cuerpos de hielo y están haciendo todo lo posible para evitar a la evolución de los combustibles fósiles, pero es una negociación de las que partici”, dijo en referencia a los esfuerzos internacionales para mitigar la crisis climática.
Aunque el panorama es crítico, el investigador fue claro: aún existen oportunidades para actuar, pero el margen es cada vez más estrecho: “Si estamos a tiempo, pero no creamos que tenemos todo el tempo del mundo pero cada año que pasa es uno que se pierde para generar una estratégica sobre todo a los países en vías de desarrollo que son los que más pagan”, alertó.








