
Una hazaña deportiva que no puede ser igualada con el correr de las décadas eleva la magnitud de la conquista. Se trata de otro capítulo lleno de gloria de Juan María Traverso y es su proeza de 1995, cuando fue campeón de las dos categorías más importantes de Argentina, el Turismo Carretera y el TC 2000. Acaban de cumplirse 30 años y nadie pudo repetirlo. Para conseguir esa doble corona, el Flaco de Ramallo conformó un dream team con dos autos aplastantes que lo consagraron de forma anticipada.
Lo conseguido por Traverso hace tres décadas también cambió el paradigma del automovilismo nacional. Por primera vez una súper estructura con profesionales técnicos y deportivos de primer nivel, sumados al mejor presupuesto de la época, fueron la combinación que permitió cinco campeonatos en seis temporadas desde 1994 hasta 1999 inclusive.
La historia comienza en 1993, cuando SEVEL (Sociedad Europea de Vehículos para Latinoamérica), mediante Peugeot Sport, le propuso a Traverso que al año siguiente defendiera su título con un 405. Venía de cinco conquistas con las cupé Renault Fuego del equipo oficial atendido por Oreste Berta. Para 1994, el de Ramallo pintó el “1″ en la marca del León.
Como suele pasar con los modelos nuevos en el Turismo Competición, demandó un año de desarrollo para poder estar a la altura de pelear por el título y ese año Guillermo “Yoyo” Maldonado se llevó su anhelada corona en la categoría con el VW Gol.
“Yo le respondía directamente a SEVEL por esa estructura que había formado desde cero. Como el objetivo era competir ya en 1994, la empresa le encargó a Peugeot Sport un motor, porque nosotros no íbamos a tener el tiempo suficiente para prepararlo. Pero con ese impulsor no la vimos ni cuadrada. A mitad de la temporada, uno de los responsables de Peugeot Sport fue a una carrera en General Roca y ahí se dio cuenta de lo que era la categoría. Había llegado a tal nivel que todos usaban tres motores, uno para cada día; mientras que nosotros teníamos solo dos para todo el campeonato”, dijo Traverso en testimonios publicados por Automundo.
A medida que avanzó aquella temporada también se dio su regreso al TC con un Chevrolet y fue con los mismos referentes que conformaron un equipo soñado: Jorge Pedersoli en los motores, Alberto Canapino en el chasis y Alberto Scarazzini como director deportivo. Con Traverso como piloto en ambas categorías y acompañado por otro grande como el Fórmula 1 Miguel Ángel Guerra en el TC 2000, el éxito fue ineludible.
El propio Guerra, en diálogo con Infobae, recuerda que “el Flaco en realidad no iba a entrar al TC. Vino una invitación de Diego Ibánez (promotor del armado del equipo), que me llamó, comenzaron algunas reuniones y ahí nace el equipo OCA que luego fue tan exitoso. Teniendo un hombre como Pedersoli en los motores, a Canapino en el chasis, el éxito del equipo estaba asegurado”.
“El TC venía mal. Las muertes de Roberto Mouras y Osvaldo Morresi le habían jugado en contra… Oscar Aventin, que era dirigente de la ACTC, me pidió volver porque la categoría estaba complicada. Al principio no quería saber nada, pero empezamos a hablar y se sumaron al proyecto un par de amigos como Diego Ibáñez, quien fue el que me convenció”, explicó el Flaco en su momento.
Traverso ya había sido bicampeón de TC en 1977 y 1978 con el equipo oficial Ford atendido por José Miguel Herceg. Tuvo un retorno en 1983 y otro esporádico en 1989. Pero su vuelta permanente fue en la séptima fecha de 1994 en la carrera disputada en Buenos Aires el 19 de junio. Lo hizo con la mítica cupé Chevy número 140, de color violeta y con un único sponsor, el conocido correo privado. El auto fue construido por Jorge Pernigotte. Fue un impacto para el ambiente de la octogenaria categoría ante el arribo de una estructura súper profesional y con la tecnología traída del TC 2000.

Los éxitos no tardaron en llegar y en su tercera carrera fue segundo detrás de Eduardo “Lalo” Ramos (Ford) en Río Cuarto. En la siguiente fue tercero junto a Guerra en las 2 Horas de Buenos Aires. En la cuarta, venció en la ruta, en Bolívar (25/09). Repitió en Campo de Mayo (6/11) y en Buenos Aires (11/12), en una definición dramática bajo la lluvia y con neumáticos para piso seco.
Para el segundo año el súper equipo a cargo de Traverso ya había logrado el desarrollo óptimo sobre el Peugeot 405 de TC 2000, mientras que el Chevrolet de TC ya había demostrado su poder de fuego. El tener a los mismos responsables del auto y hasta los propios mecánicos para los dos coches, fue la clave de una escudería que arrasó en ambas categorías.
La temporada resultó demoledora en 1995. En el TC 2000, Traverso ganó ocho de las catorce carreras y se consagró campeón dos fechas antes del final, dejando sin posibilidades a Daniel Cingolani, quien competía con un Renault 19 preparado por Berta, convertido en su principal rival de la época. En el TC, el Flaco sumó cuatro victorias, incluyendo las 200 Millas de Rafaela y las 2 horas de Buenos Aires, otra vez junto a Guerra como invitado. El sistema de lastres, ni los cambios reglamentarios ni una exclusión en Balcarce lograron frenar su marcha. A falta de una fecha, Luis Minervino y su Chevrolet ya no podían alcanzarlo, y el 19 de noviembre en Punta Indio, a Traverso le alcanzó ser cuarto para asegurarse “1″. Además, cortó una sequía de cinco años sin títulos para Chevrolet desde Emilio Salvador Satriano en 1990.
“En ese momento no fue algo fácil de hacer porque con mi propio equipo tenía que atender a tres autos: el TC y los dos TC 2000, el mío y el de Miguel Ángel Guerra, que era mi compañero. Tenía la misma gente para optimizar el trabajo y eso nos resultó una ventaja”, reflexionó Traverso sobre aquel año inolvidable en su campaña.

Si bien hubo otros casos de pilotos que fueron campeones de dos categorías en el mismo año, ninguno pudo emular lo conseguido por Traverso si se considera a las dos categorías más importantes de la Argentina. El que estuvo más cerca fue José María López en 2009, cuando a falta de seis vueltas, una mancha de aceite le provocó un despiste con su Torino de TC en el Curvón Salotto del Autódromo de Buenos Aires. Su abandono facilitó la coronación de Emanuel Moriatis. Pechito ya había conseguido el cetro del TC 2000 y el del Top Race ese año.
El Flaco Traverso fue seis veces campeón Turismo Carretera (1977, 1978 y 1999, con Ford y 1995, 1996 y 1997, con Chevrolet), con 46 victorias en finales, 60 victorias en series, 20 pole positions y 86 podios. En el TC 2000 logró siete coronas (1986, 1988, 1990, 1991, 1992, 1993, todos con Renault Fuego, y 1995, con Peugeot 405), con 68 triunfos, 73 poles positions y 58 récords de vueltas, lo que lo convierten en el piloto que ostenta las mayores estadísticas de la categoría. Se sumaron tres coronas en el Top Race (1998, con Mercedes-Benz 280; 1999, con Peugeot 405 y; 2003, con BMW 320 i). Además, compitió en el Club Argentino de Pilotos (CAP), rally, llegó a la antesala de la Fórmula 1 con la Fórmula 2 Europea, Fórmula 2 Nacional, F-2 Codasur y Turismo Italiano. Además, fue distinguido con el Olimpia de Plata en 1991, 1995 y 1999.
Más allá de los números, el Flaco de Ramallo se convirtió en ídolo por sus duelos inolvidables con Luis Rubén Di Palma en una época en la que los pilotos no se denunciaban por los roces en pista. O por ser capaz de hazañas o maniobras arriba de los autos imposibles para el resto de los mortales. Desde ganar una carrera con el auto en llamas, obtener una posición en el final con una rueda en llanta, cruzar la meta con tres ruedas, ganar en la montaña con un Fiat Duna ante los mejores pilotos del país o vencer en su clase en el Rally de la República Argentina en la fecha válida por el Rally Mundial. También, trascendió por su carisma y personalidad única que lo llevaron a ser dueño de frases inolvidables que quedaron en la historia. Incluso, chicos que no lo vieron correr le pidieron selfies o jóvenes pilotos lo tienen como referente, por ejemplo, Franco Colapinto.
Todas las hazañas de Juan María Traverso trascenderán por la eternidad y por eso la inmensidad del ídolo. Pero su doble corona de 1995 mereció un capítulo aparte y esta fue la historia de un equipo que cambió para siempre al automovilismo argentino.








