La causa que investigan la fiscal Florencia Belloc y el secretario Federico Ricart en busca de determinar las responsabilidades sobre el incendio que se desató en el Polígono Industrial de Ezeiza este viernes por la noche, ya tiene su primer dato: la Justicia sospecha que el fuego comenzó en un depósito de materiales corrosivos que ese día había tenido una perdida, según pudo saber Infobae de fuentes oficiales.
Se trata de uno de los depósitos de sustancias peligrosas de la empresa Logischem S.A., que almacenaba en uno de sus galpones oxidantes, corrosivos y tóxicos que reaccionan con el agua y liberan gases tóxicos. Se trata de fósforo sólido, aluminio, cianuro (tóxicos); hidrosulfito de sodio, aluminio metálico (oxidantes), entre otros.
En las últimas horas, ante la fiscal del caso declararon siete operarios presentes en la zona ese viernes y sus testimonios fueron muy valiosos, sobre todo porque hay cámaras en los depósitos que se incendiaron, pero aún no han podido acceder a los DVR.
“Los niveles de toxicidad en el lugar son muy altos”, explicaron a este medio las razones por las cuales los peritos tampoco han podido llegar al lugar denominado zona cero.

Eso sí, una certeza tienen los investigadores, pese a que aún es prematuro para saber cuál fue la sustancia que inicio el fuego: saben que comenzó en el depósito donde están almacenadas las sustancias corrosivas. “El depósito sería el 7 que ese día había tenido una pérdida”, ampliaron.
Un operario que cambiaba unas etiquetas en ese depósito 7 de corrosivos notó que tenía las manos húmedas y blancas y avisó que había un IBC (por sus siglas en inglés, Contenedores Intermedios para Granel), que son utilizados para almacenar y transportar sustancias químicas de forma segura; con una pérdida. Era de peróxido de hidrógeno (más conocido como agua oxigenada).
“Es como un tanque de plástico que está recubierto de una estructura metálica y que tiene una canillita, una válvula”, detallaron las fuentes consultadas por este medio.

Como perdía, tuvieron que iniciar un protocolo: sacaron al IBC del depósito 7 y lo llevaron a otro sector, al depósito 5. Allí cerraron la canillita y ya no perdió más.
“Un químico chequeó justamente que no perdía más y le pusieron un precinto por las dudas, porque este químico reacciona ante la madera, aunque no había pallets en ese sector. Y, si hay un derrame, tienen sistemas para evitar que los químicos entre en contacto”, describieron las fuentes del caso.
Será clave para los investigadores tener el OK de los bomberos para llegar al lugar y acceder a las tres cámaras que hay en el sector denominado zona cero. Es que “los niveles de los diferentes químicos están muy altos”.
La merienda y la luz naranja
Los operarios que declararon relataron que durante el turno tarde hacen como un recreo para merendar de media hora, alrededor de las 20, fuera de la fábrica por cuestiones de seguridad.

“Cuando estaban volviendo vieron que en el depósito 7 había como una luz naranja, parecida a la de una máquina y pensaron que la habían dejado encendida. Uno de los operarios entró a ver qué era en realidad y desde la entrada se encontró con que había llamas, que había fuego como en la pared del depósito 7 y 6″, destacaron las fuentes del caso.
Los investigadores agregaron que los operarios aseguraron que la pérdida del depósito 7 fue solucionada. Incluso, dijeron que, de los dichos de los testigos, no se advierte nada raro y podría haber sido accidental. Aunque el hecho de que aún no se sepa con certeza qué sustancias había y con qué pudieron haber reaccionado complica más las cosas.
Incluso, tomaron nota sobre el dato que se estaba construyendo un piso de hormigón para camiones y no descartan si la presencia del cemento pudo hacer reaccionar a alguno de estos productos.
Qué pasó
El reloj había tocado las 21 del viernes cuando en la zona sur del Gran Buenos Aires resonó una explosión impactante. Las casas temblaron y estallaron los vidrios de decenas de hogares y comercios de la zona de Carlos Spegazzini, en el partido de Ezeiza.

Un hongo naranja se elevó hacia el cielo que dejó de estar oscuro: se iluminó toda la zona en una escena ciertamente apocalíptica. El fuego y su resplandor se veían incluso desde los rascacielos levantados mucho más al norte, allá por los barrios porteños de Caballito, Palermo y Belgrano. Enseguida se supo que se trataba de un incendio de magnitud inmensa en un polo industrial.
A la primera explosión le siguieron otras. Poco después ya trabajaban decenas de bomberos sobre el depósito de una empresa de agroquímicos que empezaba a desintegrarse a la altura del kilómetro 46,5 de la autopista Ezeiza-Cañuelas, que poco después quedó cerrada al tránsito.
Por las redes sociales comenzaron a circular videos y fotos caseros del incendio y, en el 911, llegaban los primeros llamados por heridas e intoxicaciones. Por la onda expansiva, digna de un bombazo, se sacudieron y volaron puertas, ventanas e incluso techos en un radio de hasta cuatro kilómetros.
Las empresas afectadas por el fuego son: Logischem S.A., (donde se originó) “Lagos Plásticos”, del marido de Alejandra Maglietti, del rubro plásticos; aditivos alimentarios “El Bahiense”, con una afectación parcial; Iron Mountain, depósito de papel; “Larocca Minería”, de producción de neumáticos; “FLAMIA S.A.I.C Y A.”, una industria de aberturas de aluminio; a “Almacén de Frío”, del rubro de refrigeración de mercadería en tránsito y a “PARNOR S.A.”, una fábrica de galletitas.








