Graciela, una migrante que prefiere mantener su identidad en reserva, dice que escuchó esa frase al poco tiempo de arribar a la Argentina desde Venezuela, con sus sueños a cuestas. Entonces, la sintió como un puñal. “Yo trataba de remarla y estar bien, estaba haciendo el duelo migratorio”, recuerda.

A pesar de que Argentina ha abierto sus brazos a millones de inmigrantes de todo el mundo, la discriminación y xenofobia están a la orden del día. En su experiencia laboral como agente de seguros, Graciela recuerda un latigazo verbal: fue descalificada por no ser “de acá” y le aseguraron que “en este país se hacen las cosas diferente”. En otras ocasiones también se sintió discriminada por personas que solicitaban ser atendidas por alguien cuya voz “no sonara a extranjero”.

La frase más violenta la recibió apenas llegó al país y comenzó a trabajar, en medio de lo que ella define como un “duelo migratorio”. Lo último que deseaba escuchar era un “volvete para tu país” de parte de un compañero de trabajo. Entonces, su primer impulso fue el silencio, por miedo a perder el empleo. Sin embargo, su descargo llegó en privado: “Me encerré en el baño y lloré”. Lo sintió como “un puñal más” en medio de su lucha por salir adelante, aunque, por fortuna, sintió el apoyo de su supervisora y de sus compañeros.

Situaciones como estas, que marcan la experiencia migratoria con el estigma y la exclusión, son una constante.

Mariano —este no es su nombre original por pedido del entrevistado— asegura que pasó por algo similar cuando llegó de Uruguay. Pero esto ocurrió en el ámbito educativo, cuando por medio de su maestro de grado recibió el primer cachetazo de la xenofobia: “¿Qué hacen acá vos y tu familia? ¿Por qué no se vuelven a Uruguay?”, recuerda.

Con estas palabras, todo el entusiasmo que se había despertado en él cuando su madre le dijo que vendrían para la Argentina, se disipó. “Me afectó mucho”, lamenta.

El 72% de la población sufrió discriminación

Las experiencias de Graciela y Mariano no son casos aislados. Según el Mapa Nacional de la Discriminación, presentado en el 2022 con datos recolectados entre el 2013 y el 2019, por el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) —disuelto por decreto presidencial en agosto del 2024—, revela la magnitud del problema:

  • El 72% de las personas encuestadas manifestó haber experimentado discriminación. Este porcentaje se incrementó respecto al 65% registrado en 2013.

Al analizar dónde y por qué se produce la discriminación, el informe del INADI es esclarecedor:

  • El ámbito educativo es donde más se sufrió discriminación, con un 41% de menciones.
  • Le siguen el ámbito laboral, con un 26%.
  • La vía pública, con un 18%.

El estudio también reveló un cambio significativo en cómo se percibe el problema: la proporción de la población que considera a la discriminación como una vulneración de derechos se triplicó, pasando del 12% en 2013 al 36% en 2019. Para el 41% es una negación de derechos, y para el 36% es segregación o maltrato.

La socióloga, ensayista y docente de la UBA, Oriana Seccia, entrevistada para esta nota, sostiene que a la violencia directa, la discriminación suma formas simbólicas. Por ejemplo, en frases como “no digo negro, negro; digo negro de alma”, que ella considera “el mejor ejemplo de racismo simbólico”.

La Pobreza y la Estética como ejes de la exclusión

Al desagregar los tipos de discriminación en los principales ámbitos:

  • En el ámbito educativo, el principal motivo son las Cuestiones estéticas , seguido por Personas Gordas y la Situación de pobreza.
  • En el ámbito laboral, el principal motivo es el Género , seguido por la Situación de pobreza y las Cuestiones estéticas.
  • En la vía pública, el principal motivo es la Situación de pobreza , seguida por el Color de piel y las Cuestiones estéticas.

Estos datos del INADI respaldan la opinión de Mariano, quien comenta que la xenofobia forma parte de la vida cotidiana de las personas migrantes, especialmente en las instituciones educativas a través de hostigamientos, maltratos y exclusión.

¿Cómo debe actuar el Estado?

La ciudadanía consultada en el Mapa Nacional de la Discriminación tiene una opinión clara sobre el rol del Estado:

  • El 47% cree que la mejor forma de actuar es Incorporando el tema en las escuelas.
  • El 39% apoya la Realización de más campañas de difusión.
  • El 32% considera clave Dictar nuevas leyes que penalicen la discriminación.

La última directora del INADI, Victoria Donda, dijo que el racismo estructural representa el 40% de los casos registrados, evidenciando que la discriminación está arraigada en prácticas institucionales y sociales.

Consultada al respecto, recuerda que durante su gestión “la xenofobia era una de las formas más denunciadas de discriminación en el país, especialmente hacia personas migrantes, afrodescendientes y comunidades indígenas”.

Y en referencia a la desarticulación del INADI y otros organismos de derechos humanos y la desprotección que eso conlleva, sumado a un marco regulatorio desactualizado, reflexiona: “Sin igualdad, sin inclusión y sin derechos, lo que se debilita es el propio pacto democrático.”

La Ley Antidiscriminatoria: Un Marco Desactualizado

Cabe destacar que La Ley Antidiscriminatoria de Argentina, la Ley 23.592, fue sancionada en el año 1988.

Para Donda, la norma “hoy está absolutamente desactualizada” y presenta “limitaciones importantes: no contempla acciones afirmativas, no prevé sanciones claras en muchos casos”. Argumenta que salió “en un contexto muy distinto, y no incorpora muchas de las formas contemporáneas de discriminación que vemos a diario”, como las que sufren Mariano y Graciela.

Por ello, ve necesaria “una nueva ley integral contra la discriminación, que no solo aborde la sanción, sino también la educación, la reparación simbólica y material, y la transformación cultural que necesitamos como sociedad”.

No obstante, el desafío del Estado va más allá de “tener leyes modernas”, sino que implica “asumir un compromiso activo con la inclusión. Eso significa políticas públicas reales: en educación, en trabajo, en salud, en medios de comunicación”.

Seccia, en tanto, concluye con una reflexión contundente: “no hay una democracia verdadera si la xenofobia prevalece.”

Cuando Mariano fue consultado acerca de qué le diría a las personas que discriminan, confesó que desearía explicarles su situación para llevarlas a la reflexión sobre sus comentarios. Graciela, por su parte, piensa en la impredecibilidad de la vida: cualquiera podría encontrarse en una situación de vulnerabilidad o exclusión, ya sea la persona que discrimina o alguien muy valioso para ella. Lo fundamental, sostiene, es “comportarse con el otro de la mejor forma, porque uno no sabe en qué momento está en los zapatos del otro”.

A pesar de las situaciones de discriminación, Graciela aprovechó la entrevista para agradecer las buenas experiencias y las oportunidades. “Yo amo este país, mi corazón es mitad y mitad. Y hay mucha gente buena, por suerte es la mayoría”, se emociona.