Por estas horas la principal preocupación en el frente cambiario es que, si el Gobierno se aboca a la tarea de comprar dólares, es decir, fortalecer las reservas del Banco Central, ¿qué efecto produciría la disponibilidad de pesos? ¿Irían contra el dólar? ¿Aumentaría el tipo de cambio?
Ante esa encrucijada, el economista Hernán Letcher señaló que hasta ahora el oficialismo privilegia el control del tipo de cambio por encima de la actividad, pero que, en vistas de los aumentos tarifarios anunciados, es probable que se encuentre con un límite.
“El asterisco más grande está relacionado con cómo mejoran la vida del común de la gente, partiendo de la base de que la situación en materia salarial no es buena. En ese contexto hay un gran signo de interrogación que se agrava por tres cuestiones“, introdujo Letcher .
La cuestión más importante es que el gobierno avanza hacia una desregulación energética. Los aumentos en las tarifas ya están anunciados y las facturas Edesur y Edenor subirán este mes alrededor de un 3,8 por ciento, en línea con las de gas.
“Es el recorrido comprometido en el acuerdo con el Fondo de abril de este año, y además la situación es un poco más compleja ahora porque el gobierno, de cara a las elecciones, había pisado a las tarifas. Entonces vos empezás a ver que el salto en materia energética a partir de noviembre es importante y está muy lejos de los salarios”, señaló el economista y director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) .
En segundo lugar, otro aumento previsto para noviembre es el de las tarifas de transporte en el área Metropolitana de Buenos Aires, que ronda el 4 por ciento, muy por encima de la inflación y aumentos salariales.
“Y agrego algo que está por verse, pero hacia finales de la semana pasada el precio en el mercado de Liniers de la carne vacuna había pegado un saltito. Me da la impresión de que algunos estaban esperando a que pasaran las elecciones para tomar algunas decisiones”, ironizó Letcher.
En teoría, el gobierno vende la estabilidad cambiaria como un éxito de la gestión y como primer paso camino a la reactivación económica. Es decir, con la estabilidad del tipo de cambio lograría producir la baja de las tasas de interés y, en consecuencia, una caída de la inflación, lo que podría producir que las personas tomen crédito y, por lo tanto, se reactivaría la producción de bienes, lo que, en última instancia, generaría nuevas contrataciones. Un esquema que se parece mucho a la teoría del derrame. “El problema es que eso tiene un montón de peros”, concluyó el economista.








