Abogado con especializaciones en economía política y en temas de criminalidad, ex director nacional de Lucha contra el Narcotráfico y actual subsecretario de Asuntos Políticos del Ministerio de Gobierno bonaerense, Pablo Vera es uno de los contratapistas habituales de Buenos Aires/12 en sus tres años de existencia. Reunió sus artículos en un libro que tituló “$Líbranos del mal” y subtituló “Mapa del pensamiento libertario y rutas alternativas”.
–Antes de que Javier Milei asumiera la Presidencia dijiste que la dolarización que prometía en campaña favorecería el lavado narco. Milei no dolarizó, al menos hasta el momento. ¿El riesgo de un país amistoso con el lavado sigue?
–Veo lejano un escenario de dolarización. Sin embargo, el riesgo con respecto al lavado se mantiene y, probablemente, se haya profundizado.
–¿Por qué se habría profundizado?
–La Argentina tiene un Presidente que sostiene que al narcotráfico se lo combate desde el Ministerio de Seguridad. No utiliza herramientas económicas. Para afirmarlo me baso en declaraciones suyas. Milei promueve que nadie pregunte de dónde sacó cada individuo los dólares que posee. Hasta se jacta de decir: “Usted va a poder utilizar los dólares sin dejar los dedos marcados”. Es evidente que así se generan las condiciones políticas y legales para el incremento del lavado.
–¿En qué nivel de lavado está la Argentina?
–Para dimensionarlo: el informe 2024 del Grupo de Acción Financiera Internacional, el GAFI, concluye que en el país se lavan unos 30 mil millones de dólares, mientras que solo se decomisan 27 millones.
–Bajísimo.
–Sí, la nada misma. Menos del 0,1 por ciento. Es inaceptable. A eso se suma la bajísima cantidad de condenas por lavado de activos. En síntesis, el resultado de la persecución al lavado es un fracaso absoluto.
–Después del triple femicidio de las chicas en Florencio Varela hay un punto que se viene discutiendo: ¿en la Argentina hay cárteles o bandas?
–En la Argentina no hay cárteles, y dudo que los haya en el futuro. La consolidación y el desarrollo de un cártel dependen de la escala de la demanda, lo que denomino el “apalancamiento de la demanda”. ¿Dónde sí existen cárteles? Principalmente en México y, en menor medida, en Colombia, porque abastecen al principal consumidor mundial de cocaína: Estados Unidos. El cártel se define por su cercanía a los grandes mercados de consumo. Por lo tanto, la Argentina no tiene la escala necesaria para sostener ese tipo de estructura. Lo que sí existen son clanes locales, generalmente familiares, de entre 30 y 40 integrantes, que operan en determinados territorios y cuyo accionar está vinculado al consumo interno.
–¿Por qué, entonces, el nivel de violencia que vimos en el caso de las chicas?
–La violencia está directamente relacionada con el control territorial. Los clanes buscan ser los únicos oferentes en su zona y defienden ese monopolio ejerciendo violencia criminal.
–Los Estados Unidos impulsan cada vez con mayor fuera la doctrina del combate a un supuesto “narcoterrorismo”. Pero allí las muertes por sobredosis se deben al fentanilo, no a la cocaína.
–En Estados Unidos se está produciendo un cambio en los patrones de consumo. Aunque sigue siendo un gran consumidor de cocaína, ese consumo viene disminuyendo, mientras que crece, casi de manera simétrica, el de drogas sintéticas. Al mismo tiempo sigue existiendo una relación estrecha entre las ganancias del narcotráfico y las inversiones financieras. Este vínculo se ve agravado por el uso de criptomonedas, como bitcoin y otras, que dificultan la trazabilidad del dinero.
–¿Qué nivel de avance territorial tienen los narcos en la Argentina?
—El narcotráfico tiene hoy una penetración que se expande en espiral a medida que el Estado retrocede. Si el Estado retrocede, el narco avanza. En este marco hago propias las palabras de Jorge Taiana en una reunión con madres del conurbano. Fue antes de las elecciones. Me guardé la cita textual, porque es muy completa. Permitime leértela: “Cuando el Estado se repliega, cuando deja de apoyar a los clubes de barrio a las sociedades de fomento, cuando no pone luminarias, seguridad, hospitales ni rutas, el crimen organizado crece”. Y dice también: “Tiene dinero, armas y comienza a controlar territorios. Entonces, mientras el Estado retrocede, el narcotráfico avanza”.
–También hay un Estado a nivel provincial.
–Por supuesto. El Estado bonaerense y la mayoría de los municipios hacen todo lo posible por compensar la desaprensión y el abandono del Estado nacional. Un abandono que tiene expresiones muy concretas. El Gobierno nacional, a través de la disposición 4/2025 de la Subsecretaria de Planeamiento Energético, determinó la reestructuración de los regímenes de subsidio a la energía que favorecen entre otros a clubes de barrio e instituciones comunales. Las exigencias impuestas por esa normativa son un nuevo escollo a la actividad barrial. Por supuesto son un aliciente para que los narcos avancen sobre las instituciones comunales. La penetración territorial de la actividad criminal puede analizarse siguiendo la tipología de un estudioso, Peter Lupsha que describe tres etapas del desarrollo narco.
–¿Cuáles son?
–La primera es la etapa de rapiña, marcada por la violencia criminal por el control territorial. La segunda, parasitaria, donde el narco se infiltra en la comunidad y participa en su vida social y económica. Finalmente, la simbiótica, en la que el narcotráfico y el Estado se entrelazan de tal manera que ya no se distingue dónde empieza uno y termina el otro. El avance territorial es innegable, aunque no todos los territorios se encuentran en la misma etapa, según esta clasificación.
–¿Qué puede detenerlos?
–Es una pregunta que exige una mirada multidisciplinaria. El país necesita una política de Estado que promueva una campaña sostenida de reducción del consumo, que apunte mediante investigación criminal compleja a desarticular los eslabones superiores de las organizaciones, y que deje de centrarse en las estadísticas que criminalizan a los consumidores. Hay que golpear los clanes en sus estructuras económicas. Pero, sobre todo, es fundamental reconstruir comunidad, reducir el consumo y evitar que el Estado siga retrocediendo.
–Empezaste a investigar a Milei y a sus fuentes teóricas antes de que asumiera. ¿Cuál es tu evaluación hoy sobre sus ideas y su práctica?
—La supuesta virginidad del pensamiento libertario implosionó con el caso LIBRA. En realidad, estamos frente a un modelo neoliberal clásico que repite una secuencia conocida: devaluación, apreciación del tipo de cambio, sostenido con un diferencial de tasas de interés (la local por encima de la internacional), enfriamiento de la actividad económica, déficit en la cuenta corriente en la balanza de pagos y rescate financiero vía endeudamiento.
–Ya hiciste 30 presentaciones del libro “Líbranos del mal”.
–En las ciudades de la Provincia me preguntan mucho sobre estas cuestiones del narcotráfico de las que estamos hablando. Y además te podría decir que la mayoría de las preguntas gira en torno a cómo salir de este modelo económico agotado y cuáles deberían ser las tareas más urgentes.
–¿Qué respondés?
–Que en lo inmediato, las prioridades son generar trabajo y recuperar el poder adquisitivo del salario.









