
Víctor Sotacuro Lázaro, su esposa Mónica Mujica y su sobrina Florencia Ibáñez, tres de los 10 detenidos por el triple femicidio de Florencio Varela, volvieron a declarar este jueves en el marco de la causa que tramita en la UFI de Homicidios de La Matanza. La ampliación de sus indagatorias fue por un pedido de ellos, que solicitaron volver a sentarse ante los fiscales Carlos Adrián Arribas, Diego Rulli y Claudio Fornaro luego de que la Justicia confirmara el traspaso de la causa al fuero federal.
Sotacuro e Ibáñez declararon como procesados, ya que esta semana el juez de Garantías Fernando Pinos Guevara aceptó los 8 pedidos de prisión preventiva elevados por el equipo de fiscales. Además de ellos, también seguirán presos Miguel Ángel Villanueva Silva, Ariel Giménez, Maximiliano Andrés Parra, Celeste Magalí González Guerrero, Iara Florencia Ibarra y Matías Agustín Ozorio.
En el caso de Mónica Mujica, detenida el fin de semana pasado cuando ya se habían solicitado los procesamientos del resto de los imputados, los investigadores tienen un mes para pedir su preventiva. La mujer fue una de las últimas en caer junto al ‘Señor Jota’ y está acusada de encubrir a su pareja Sotacuro.
Este jueves Ibáñez y Mujica fueron trasladadas a la fiscalía cerca del mediodía para declarar. Ibánez presentó un escrito y la pareja de Sotacuro no habló ni respondió preguntas. A las 14, las autoridades trasladaron al presunto remisero a la oficina de Arribas, Fornaro y Rulli. Fue el último de los tres en ampliar su indagatoria. Y el único que habló.

Según supo Infobae, Sotacuro intentó volver a instalar que él no tenía idea del plan criminal y que solo fue contratado para hacer un viaje como remisero, tal como había dicho la primera vez que declaró ante el fiscal Arribas. De hecho, aclaró que hasta marzo de 2025 había trabajado para una clínica trasladando pacientes.
No obstante, para los investigadores, el móvil del crimen, la mecánica y los involucrados ya están definidos en el expediente y solo resta saber la ruta de la droga que comercializaban la banda narco involucrada en los femicidios.
La situación de Sotacuro, que se presentaba como remisero, cambió de manera rotunda con la declaración de Magalí Celeste González Guerrero, la inquilina de la casa donde ocurrieron los homicidios. Su testimonio lo ubicó junto a ‘Pequeño J’ y un tercer hombre, bajando de la Chevrolet Tracker con las tres víctimas, a quienes mantuvieron engañadas hasta llegar al lugar donde las mataron.
“Bajaron sonrientes, se las veía como engañadas que venían a una fiesta”, lanzó la también imputada. Minutos antes de ingresar, Tony Janzen Valverde Victoriano le pidió a Guerrero que le abriera la puerta del garaje a donde posteriormente entraría el vehículo.

Desde entonces, Sotacuro pasó de ser un simple remisero a convertirse en uno de los eslabones más altos de la banda criminal, pero la defensa del hombre desmintió sus palabras: “Creo que se confundió Celeste (Guerrero), me queda duda si mintió o no”, opinó.
La testigo arrepentida relató que esa noche observó en el patio de la vivienda que alquilaba a Matías Agustín Ozorio, junto a personas apodadas “Nero” y “Paco”, excavando lo que describió como un pozo. Según su declaración, vio tierra removida, a Matías sin remera sosteniendo una pala y a Paco y Nero ubicados frente a él.
Sobre estos dos eslabones superiores, la detenida aseguró que nunca conoció sus identidades reales, ya que “solo se movían en los escalones más altos, lejos del contacto habitual con los miembros de la base”.
El cargo que le sigue a esos dos es el del “tío”. Ese rol lo ocupaba Víctor Sotacuro Lázaro, apodado ‘Duro’- según Celeste-, quien ejercía el liderazgo sobre la operación local. Era quien gestionaba la relación directa con los encargados intermedios y disponía la distribución de tareas.
‘Duro’ recibía instrucciones de “Papá” y estaba a cargo de la logística de acopio, reparto y comercialización en la zona. Pero también tenía una responsabilidad clave para la investigación: era quien decidía castigos y autorizaba movimientos sensibles y organizados de la banda. “Todo lo importante debía pasar primero por las manos de ‘Duro’. Nadie podía actuar por fuera sin su visto bueno”, manifestó la detenida.
 


