Unos 62 grandes felinos, entre leones y tigres, y dos osos esperan su turno para ser atendidos por los veterinarios de la ONG Four Paws en el ex zoológico de Luján. El predio fue cerrado durante la pandemia de coronavirus del 2020 y nunca más abrió. Mientras tanto, avanza la causa judicial contra el dueño del ex zoo, Jorge Semino, acusado de crueldad animal.
Durante estos cinco años, los animales (en el ex zoo también hay dromedarios, cebras, monos y un chimpancé) sobrevivieron con algunos cuidadores que intentaban darle comida casi todos los días. Para eso, usaban las donaciones de caballos y vacas muertas que llegaban de los campos cercanos de Luján.
Atención médica para felinos y osos
En julio de este año, la ONG Four Paws hizo un acuerdo con la subsecretaría de Ambiente para empezar a trabajar en conjunto en acciones para evitar la proliferación de tenencia privada de grandes felinos. Además, la organización austríaca se hizo cargo desde agosto de la situación de los tigres, leones y osos del predio de Luján.

Desde agosto comenzó el trabajo de campo de Four Paws. Llegó un equipo de 15 personas, comandado por la argentina Luciana D´Abramo, y comenzaron con la evaluación de los animales. “Lo primero que tuvimos que hacer es reforzar la seguridad para poder empezar a evaluar a los animales. Fue un milagro que durante este tiempo no se haya escapado ningún felino”, explica D´Abramo en diálogo con Infobae.
El primer día de trabajo en el campo ya empezaron las emergencias para el grupo llegado desde Austria. “Íbamos a empezar a trabajar con los osos y tuvimos que atender a una tigresa que tenía la cola desgarrada. Le había quedado trabada en la reja. Por suerte, no tuvimos que amputarla”.

Four Paws trabaja en coordinación con agentes de la Policía Federal que le dan seguridad, unas 15 personas de Protección Animal y hasta una ambulancia del municipio que asiste al grupo de trabajo. La evaluación de los felinos y osos se hará hasta mediados de noviembre. Además, se harán castraciones a todos los machos para evitar que se sigan reproduciendo.
“El memorando de entendimiento nos permite actuar como consultor neutral permitiéndonos informar a las autoridades y legisladores las condiciones en que se encuentran los grandes felinos en Argentina al día de hoy. Sabemos que muchos grandes felinos en Argentina viven en condiciones inapropiadas y enfrentan problemas continuos de bienestar animal. Por eso, nuestro objetivo es impulsar reformas legislativas que fortalezcan la situación actual de grandes felinos en todo el país y eviten futuras situaciones de emergencia”, afirma Luciana D’Abramo.

El estado de los animales
“Son animales que vivieron todo este tiempo en jaulas muy pequeñas. Tienen mucho estrés emocional. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que los tigres son animales solitarios. Suelen ir solos o en pareja. Y acá, están en contacto visual con otros 40 felinos”, explica Luciana sobre la situación en el predio de Luján.
“Todos los leones, tigres y osos deben ser sedados y trasladados a una unidad veterinaria temporal in situ. Como nuestro trabajo no terminará con la evaluación veterinaria, los dos equipos allí presentes realizarán exámenes y, si es necesario, procederán con intervenciones quirúrgicas de urgencia. La finalidad de nuestras acciones es garantizar que los animales tengan una mejor oportunidad en la vida”, explica el veterinario Amir Khalil, que dirige la misión de emergencia de Four Paws en Argentina.
Además del trabajo en conjunto con el Estado nacional, Four Paws tiene el acuerdo con la familia Semino, dueño del lugar, para darle el mejor destino posible a los felinos y los osos.

El camino hasta los santuarios
Luciana cuenta el caso de una tigresa que estaba alojada en una jaula muy pequeña. “Era muy pequeña, pesaba menos de 90 kilos y tenía las uñas encarnadas y clavadas dentro de sus patas – cuenta la líder del equipo de Four Paws-. Es un animal que va a necesitar unos dos o tres años de cuidados más intensivos. Para eso, tenemos un santuario en Países Bajos que está más especializado en este tipo de casos”.
También está la historia de Gordo y Gorda, los dos osos que quedan en el predio de Luján. Llegaron desde un circo de la zona de Mar del Plata. Y el objetivo es que, tras las evaluaciones, sean trasladados a un santuario.
“En muchos animales vemos problemas con la dentadura. Eso les causa dolor y le genera mucho nerviosismo – explica Luciana-. Tuvimos que hacer extracciones de muelas y dientes para mejorar su calidad de vida”.

Los equipos de Four Paws se quedarán en el país hasta que estén reubicados el último de los felinos y los osos. “Luego de la primera etapa de evaluación, se empezará a buscar santuario para cada uno de ellos – cuenta Luciana -. Nuestra ONG cuenta con espacios y también trabajamos con socios que tienen otros predios a los que pueden ir este tipo de animales”.
“En los santuarios de verdad, los animales no se reproducen – aclara D´Abramo -. Se trata de encontrar el mejor lugar para ellos. En espacios mucho más grandes que los zoológicos. Por ejemplo, en cuanto a la alimentación se esconden las piezas de carne para replicar en algún sentido su instinto».
La ONG se hace cargo de la parte económica del operativo en el ex zoo de Luján. Tienen colaboración del Estado en infraestructura y personal.

El objetivo final de Four Paws es que este tipo de espacios dejen de existir. “Para eso, es necesario que ya no haya casos de explotación de animales”, argumenta la miembro de la ONG austríaca.
Four Paws ya hizo dos operaciones de felinos en Argentina. En 2022, rescató en San Luis a cuatro tigres de Bengala —Mafalda, Gustavo, Messi y Sandro— que habían estado confinados en vagones de tren durante más de 15 años. En una compleja misión que abarcó varios continentes, fueron trasladados al santuario de grandes felinos Lionsrock en Sudáfrica. En 2023, salvó a dos tigres abandonados de una granja de cría ilegal en Balcarce. Al no haber santuarios adecuados para grandes felinos en Argentina, los animales fueron trasladados a Al Ma’wa for Nature and Wildlife en Jordania.
Dentro del predio de Luján quedan carteles con nombres de animales y alguna calesita oxidada. En otros tiempos, no tan lejanos, era común que miles de personas recorrieran el campo para ver a los animales exhibidos en jaulas. Así, se podían observar la mirada triste del oso apoyado en las rejas frías o la de algún tigre asustado intentando evitar el contacto con los humanos.








