En el marco de la exhibición Fu Manchu, el más grande espectáculo de magia, y de la conmemoración del fallecimiento del gran maestro del escapisimo Harry Houdini -y de las ceremonias que los magos del mundo realizan en esta fecha especial-, Victoriano Marinelli nos propone un viaje entre lo real y lo imposible, donde la mente y los sentidos serán puestos a prueba.

Serán treinta minutos llenos de sorpresas -en el que incluso se evocarán antiguos espíritus- y en donde historia, arte y misterio se reunirán en un solo espacio.


Houdini y el espiritismo

Harry Houdini, nacido como Erik Weisz, fue un ilusionista y mago húngaro-estadounidense. Es considerado uno de los mayores artistas del escapismo de todos los tiempos.

El hombre que desafiaba lo imposible
A comienzos del siglo XX, su fama creció gracias a sus temerarios desafíos: cadenas, esposas, tanques de agua, camisas de fuerza. Muchos de sus escapes los realizaba en plena vía pública, lo que lo convirtió también en un gran publicista de sí mismo. Parecía no existir encierro del que no pudiera escapar.

Ante el dolor
Después de la muerte de su madre en 1913, Houdini buscó consuelo en el espiritismo y participó en sesiones con la esperanza de comunicarse con ella.

Entre la razón y el más allá
En plena era del progreso técnico – científico, el espiritismo ofrecía una promesa irresistible: demostrar que el alma también podía ser estudiada. Atraía a intelectuales, científicos y artistas que buscaban unir razón y misterio. Tras la Primera Guerra Mundial, las pérdidas masivas y el duelo colectivo dieron nuevo impulso a su expansión. Sus detractores lo veían, en cambio, como un peligroso autoengaño.

El inicio de su cruzada
Por su oficio de ilusionista, Houdini descubrió pronto que muchos médiums utilizaban trucos que él conocía demasiado bien. Indignado por el engaño, convirtió su dolor en una misión: desenmascarar fraudes. Desde 1920 asistía a sesiones, identificaba las trampas y luego las explicaba públicamente.

Las apariciones ectoplásmicas
Las sesiones espiritistas solían incluir apariciones de ectoplasma, una supuesta sustancia que emanaba del cuerpo del médium durante el trance. Las reuniones se hacían casi a oscuras y estaba prohibido tocarlo. Houdini descubrió que algunos estafadores fabricaban el “ectoplasma” con materiales tan mundanos como queso, muselina, algodón con grasa de ganso o papel masticado.

Un mago entre los espíritus
En 1924 publicó su libro más polémico, donde detalló años de investigaciones y fraudes descubiertos. Su credibilidad como ilusionista lo hacía implacable: nadie conocía mejor que él los trucos del oficio.

Un final inesperado
En octubre de 1926, en Montreal, unos estudiantes universitarios visitaron a Houdini en su camarín. Uno de ellos, el boxeador J. Gordon Whitehead, lo golpeó sin previo aviso en el abdomen para “probar” su fuerza. Houdini, que ya sufría apendicitis, quedó gravemente herido. Días después la infección se agravó y resultó fatal.
La última función
A pesar del dolor, siguió actuando hasta desmayarse en el escenario. Murió días después, el 31 de octubre, a los 52 años. Su muerte, en Halloween, alimentó rumores sobrenaturales que él mismo habría desmentido con una sonrisa.

La ironía
Su esposa Bess organizó durante diez años sesiones espiritistas para intentar comunicarse con Harry. Muchos médiums afirmaron también recibir sus mensajes. Nada podría haberle resultado más irónico al hombre que dedicó su vida a exponer ese tipo de engaños.

Las “Houdini Séance”
Cada 31 de octubre, magos y admiradores se reúnen frente a su tumba en Queens. Entre homenajes y trucos, celebran al hombre que combinó escepticismo, ingenio y espectáculo para desafiar los límites de la ilusión.

Houdini con su madre y su esposa (c. 1907)

Houdini con su madre y su esposa (c. 1907)