El 17 de octubre de 1945, tras el memorable discurso de Juan Domingo Perón en la Plaza de Mayo y su posterior liberación, Darwin Ángel Passaponti, de 17 años, fue asesinado en la puerta del diario Crítica. A 80 años de aquella jornada histórica, la historia del joven que se convirtió en el primer mártir peronista.
Nacido en Zenón Pereyra el 1° de noviembre de 1927, en la provincia Santa Fe, Darwin Ángel Passaponti se había trasladado a Buenos Aires junto a su familia cuando tenía 6 años. Su padre, Trento, era farmacéutico, escritor y anarquista, y su madre, Cándida, entrerriana y ferviente católica.
Estudiante del Mariano Acosta, a los 17 años, Darwin participó de la jornada histórica del 17 de octubre de 1945, que empezó por la madrugada. Ese día, comenzaron a reunirse trabajadores en Plaza de Mayo, que llegaban desde diferentes barrios porteños y del interior de la provincia de Buenos Aires pidiendo la libertad del coronel Perón. Algunos, con el correr de las horas y por el calor, se refrescaban con el agua de las fuentes de plaza de mayo. Desde temprano se avizoraba una multitud que exigía la liberación de Perón, detenido días antes en la Isla Martín García por el gobierno de Farrell. Acompañado por compañeros de la Unión Nacional de Estudiantes Secundarios (UNES) y de la juventud de la alianza libertadora nacionalista, Darwin estuvo presente en aquel acto que dio origen al Día de la Lealtad peronista.
Esa noche, a las 23:10, desde un balcón de la Casa de Gobierno, Perón se dirigió a la enorme multitud con palabras que quedaron grabadas en la memoria popular y las cuales escuchó Darwin.
“Hace casi dos años desde estos mismos balcones dije que tenía tres honras, las de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino. Hoy a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del Ejército. Con ello he renunciado voluntariamente al insigne honor al que pude seguir aspirando de llegar a ser un soldado de la nación. Quiero seguir siendo el coronel Perón y ofrecerme al pueblo con este nombre. Guardo ahora mi honroso uniforme que me entregó la patria para vestir la casaca del civil, para misturarme con esa masa sudorosa y sufriente que elabora la grandeza de la patria. Con esto doy mi abrazo final de este modo a ese magnífico puntal de la patria que es el Ejército”.
“Este es el pueblo sufriente que representa el dolor de la tierra madre. Es el pueblo de la patria. Es el mismo pueblo que en esta histórica plaza pidió frente al Congreso, que se respetará su voluntad y su derecho. Esta verdadera fiesta de la democracia, representada por un pueblo que marcha horas y horas a pie para pedir a sus funcionarios que cumplieran con su deber. Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sabido de su emoción, pero esta vez constituye esta reunión un verdadero orgullo para todos los argentinos”.
“Recuerden, trabajadores, que es necesario más que nunca que se unan como hermanos y busquen con esa unidad la unidad de todos los argentinos”.
De madrugada, miles de trabajadores que habían llegado de la periferia industrial de Buenos Aires desconcentraron lentamente la Plaza de Mayo, que mantuvieron ocupada durante toda la larga jornada, hasta ver liberado a Perón. Nadie imaginaba el trágico hecho que ocurriría. El joven Darwin fue asesinado cuando pasaba por la puerta del diario Crítica, ubicado en Avenida de Mayo 1333. El diario, que había sido fundado por el uruguayo Natalio Botana, había mantenido una fuerte oposición a Perón y lo había acusado de “mito fascista”. Además, había publicado una foto de cinco personas cruzando la avenida 9 de Julio con el título “Estas son las huestes del coronel Perón”.
Las versiones sobre el hecho fueron contradictorias: algunos testigos afirmaron que los disparos provinieron del interior del diario. Los tiros duraron hasta las tres de la mañana. Darwin recibió un tiro en la cabeza y, en la solapa izquierda de su saco, se podía ver un cóndor, la insignia de la Alianza Libertadora Nacionalista. Fue llevado al Hospital Durand, donde falleció, junto a otros heridos. El saldo total del enfrentamiento fue de cincuenta heridos y otra víctima fatal: Francisco Ramos (21), integrante de la Alianza Nacionalista, su agrupación madre.
Tras la multitudinaria manifestación, Perón no sólo logró ser liberado del encierro en Isla Martín García, sino que, cuatro meses más tarde, ganó las elecciones que lo llevaron a ocupar la presidencia del país por más de nueve años. La firmeza del pueblo que se quedó en la Plaza hasta ver a Perón en el balcón de la Casa Rosada marcó un día para celebrar la lealtad. Para celebrar un proyecto político que puso al bienestar del pueblo como prioridad.
En 1967, desde el exilio en Madrid, Perón envió una carta a los padres de la víctima, Trento y Cándida Passaponti:
“Querido compañero:
He recibido y le agradezco el envío de su libro La Chacra del Mangrullo, como las generosas palabras de su dedicatoria. No sabe usted el placer que he tenido al leerlo porque yo he nacido en la estancia de mi padre en Lobos y he crecido después en otra estancia en la Patagonia, de manera que todo cuanto usted menciona me es casi familiar. Muchas gracias por el buen rato que me ha proporcionado con tantos recuerdos. Su amabilidad me ha traído el recuerdo de su hijo Darwin Passaponti, nuestro primer peronista, muerto el 17 de octubre de 1945 frente a Crítica y desde aquí me uní al homenaje que el Peronismo en su tumba rindió con motivo del aniversario de su fallecimiento y que en esta ocasión rememoro con emoción. Le ruego acepte, con mi saludo más afectuoso, mi agradecimiento por todo. Un gran abrazo”
En un primer momento, los restos de Darwin descansaron en el Cementerio de la Chacarita y, posteriormente, fueron trasladados al Cementerio Municipal de Moreno, donde descansan junto a sus padres. Después de 80 años de aquel 17 de octubre, aún permanece el recuerdo del joven que dio su vida al pedir por la libertad del joven coronel y que se convirtió en el primer mártir peronista.