Pasé varios años, y todavía lo hago, estudiando periodismo. Leí y escribí en trenes, colectivos, aulas, aeropuertos, playas, caminando, comiendo, a escondidas, parado en librerías por no poder pagar los libros. Absorbí teorías y literatura sobre comunicación, etnografía, investigación, metodología, viejo y nuevo periodismo. Me obsesioné, y todavía lo hago, con encontrar una voz. La mejor apertura y cierre de un párrafo. El hilo que lo sostenga, la sensualidad del texto de la que habló Roland Barthes, el gran inicio del que habló Lorrie Moore. Pasé por talleres, ferias, seminarios, mesas de bares. Idealicé lo que decían que pasaba en las grandes redacciones, escuché las historias, me imaginé en esos lugares. Saqueé, y todavía lo hago, a autoras, autores, de novelas, poesía, crónicas, ensayos. Directoras y directores de cine, teatro. Me ocupé de aprender y trabajar, y todavía lo hago. Todo en defensa del periodismo.

Creo saber algunas cosas, pocas: la única verdad en el periodismo (como en la vida) no existe; la academia no te hace mejor periodista, pero si te vuelve un periodista formado; hay una gran diferencia entre un periodista y un presentador de opiniones famoso. Ser periodista es un trabajo -mal pago, sacrificado, no siempre reconocido, contradictorio, necesario- …pero es un trabajo. El periodista que pregunta es en sí mismo una molestia. Si sabe preguntar, compara, lee, edita, recuerda, chequea, busca, se interesa y pone el cuerpo, es en sí mismo un riesgo. Si logra todo eso, y que la historia y la calidad de cómo se cuenta esa historia esté antes que él, incluso si logra diluirse por completo, es un gran periodista.

El periodismo está en crisis. Es una frase hecha y también un deseo. Si, ojalá el periodismo esté en una verdadera crisis -no económica, no de precarización, no de ideas, no de pluriempleo- sino en una crisis que lo ponga contra las cuerdas. Hace un tiempo vi a dos peleadores de kickboxing sobre el ring. Estaban iluminados por la luz blanca de unos reflectores. Era el primer round de una pelea estelar y todavía flotaba el humo que sueltan cuando los peleadores entran por una manga al Estadio. Después de unos segundos, uno estaba en clara desventaja por un jab a la nariz, un recto y una patada que le dejó una marca en las costillas. El club de Atlanta, donde sucedía la pelea, se quedó en silencio. Lo próximo era el golpe del nocaut y el peleador, en desventaja, tenía que tomar una decisión. Ojalá el periodismo llegue a ese momento en el que tenga que decidir de verdad qué hacer, entre todo lo que fuimos y lo que podríamos ser. Defenderse o recibir el golpe.

La actualidad del periodismo es incierta. Al parecer con el avance de internet cualquiera con un celular podría ser periodista, y no. Ciertos políticos -que no leen, no editan, no escuchan, no comparan, no estudian, no investigan, no recuerdan, no chequean- dicen quién sí y quién no es periodista, y no. Ciertos presentadores de opiniones famosos -que no leen, no editan, no escuchan, no comparan, no estudian, no investigan, no recuerdan, no chequean- pero están en el prime time, dicen que ellos sí son periodistas y que los otros no lo son, y no. Las nuevas rutinas y mercados dicen quién puede y quién no puede, y no. El periodismo es insultado, denigrado, banalizado, señalado, y no. ¿Todo en defensa del periodismo?

Es difícil saber con seguridad si alguna vez fue un buen momento para ser periodista. Eso tampoco se tendría por qué saber ahora. Cuando recién empezaba a estudiar en la universidad una profesora, seguramente hablando sobre ética periodística, preguntó si alguno de los que estábamos en el aula recibiríamos un auto último modelo a cambio de no publicar una historia. Nadie levantó la mano. Cambió la pregunta y dijo si a cambio de no publicar una historia fuésemos invitados a una fiesta, entre muchos otros y otras, donde al final se sortearía un auto del que previamente tendríamos el boleto ganador. Sin que nadie lo supiera salvo uno mismo y quien ofrece el auto. En la respuesta a esta pregunta está la actualidad del periodismo. Pese a todo, como joven periodista, tengo una buena noticia: el periodismo siempre encontrará la forma de seguir existiendo. Y evitar el golpe de nocaut.

* Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA), Magister en Periodismo (UBA), Doctorando en Ciencias Sociales (UBA).