Disciplinada, reflexiva, empática y, sobre todo, agradecida con lo que la vida le ha dado. Camino Quiroga es notaria, miembro de la junta directiva del Cercle d’Economia, patrona de la fundación del doctor Clotet y también coleccionista de arte, pianista y cantante de jazz. Esta gallega nacida en León y catalana por elección, una de las 100 mujeres más influyentes de Catalunya según Forbes, entraría en el tópico de superwoman si no fuera porque el cáncer que sufrió “te quita toda la tontería de encima, como la presión de ser perfecta en todo”, afirma convencida.
Quiroga abre al Magazine su despacho y la intimidad de su hogar, ambos unidos por el arte que ella y su marido, Tatxo Benet, coleccionan. En su casa, que recuerda un cálido cottage inglés, se sienta al piano para regalarnos Sueño de amor de Franz Liszt mientras Barcelona se tiñe de una nota azul.
¿Es usted muy disciplinada?
Lo he sido desde muy pequeña. Hacía gimnasia, ejercicios con pelota, cintas, y también mucha barra y paralelas. Tenía que levantarme temprano, entrenar, repetir 200, 500 o 1.000 veces el mismo ejercicio hasta que salía perfecto. Con 4 años empecé a tocar el piano. Con esa mentalidad, ya te acostumbras a un ritmo de vida. El secreto es dedicar muchas horas, hacer las cosas lo mejor que puedas hasta que salgan perfectas.

Quiroga en su despacho de Barcelona
¿Cuál es la imagen más distorsionada que tenemos de los notarios?
Que solo entran y firman. La legalidad es cada día más complicada, y muy poca gente tiene un conocimiento tan profundo como los notarios, que lo ponen a disposición de cualquier persona por un precio baratísimo, porque está tasado.
¿Es aún una profesión de hombres?
La vida de un notario es durísima. Tienes que estar 12 horas o más en el despacho. Somos funcionarios públicos, pero desde el punto de vista de la Seguridad Social somos autónomos. Como mujer, esto significa que cuando das a luz, tienes que reincorporarte pronto. Con mi primera hija, volví a los tres días, y con la segunda, que fue cesárea, a los 13. Y opositar se complica mucho si no tienes una estructura de apoyo.
Incompatible con la vida personal.
Cuando yo ingresé, te tocaba un pueblo, luego otro y otro… En mi caso, la mayoría de las mujeres que llegaron a mi edad están divorciadas o solteras. O se casaron mayores. Esto ha cambiado un poco, pero no tanto.
Tiene dos hijas, ¿qué les ha transmitido a machamartillo?
Me mudé a Begur para tener una vida más tranquila y crecieron en Catalunya. Les he inculcado que lo que se empieza se acaba. Y que hay que ser buenas personas, porque si te dedicas a los demás y ayudas, ya se preocupará el universo de ayudarte a ti.
El cáncer me quitó todas las tonterías”
¿Han seguido sus pasos?
Son grandes currantas. La mayor está haciendo la especialidad de cirugía en el Sant Pau. Y la otra estudió en Elisava y está acabando el máster de Dirección de Diseño.
Independientes y empoderadas.
Algunas jóvenes están adoptando una concepción de la vida que ya no existía cuando yo era pequeña. Hay fenómenos como el de las tradwives muy preocupantes porque estamos dando pasos atrás. Creo que nos tenemos que ayudar unas a otras y que las que tenemos la suerte de tener un buen trabajo debemos explicar a las demás que puedes dedicarte de manera intensiva a tu trabajo y que tus hijos estén bien criados.

A la notaria le apasionan las pinturas polifónicas del bosnio Mersad Berber
¿Qué opina de las cuotas de género?
Al principio, no estaba a favor, porque pensaba que, si uno ha trabajado duro, debe ser por mérito propio. Pero, después de ver cómo funcionan las cosas en el mundo real, me di cuenta de que las cuotas son necesarias, porque si no las tenemos, nunca alcanzaremos una verdadera igualdad
Dice que el cáncer le salvó la vida…
El cáncer te quita toda la tontería que llevas encima, como la presión de ser una superwoman. Te hace darte cuenta de que lo más importante es tu salud y estar bien contigo misma, sin preocuparte tanto por cumplir con todas las expectativas.
¿Las mujeres trabajamos diferente?
Creo que las empresas donde las mujeres toman decisiones son más eficaces, empáticas y humanas con sus empleados. Hay hombres paternales que hacen lo mismo, pero las mujeres aportan una energía que mejora la dinámica de trabajo.
¿La inteligencia artificial será capaz de hacer su trabajo?
Para hacer búsquedas o resúmenes puede estar bien, pero no sé si una máquina podrá tener un sexto sentido. A veces, una persona viene a hacer algo sencillo, pero tú le dedicas dos horas, porque por sus palabras, o actitud notas que no te ha contado algo importante. Si una máquina pudiera detectar algo como la culpabilidad, tristeza o un sentimiento de algo no dicho, eso sería aterrador.
¿Los notarios también tiran de psicología?
Si no se valora este trabajo, cualquier máquina podría reemplazarnos, aplicando cláusulas estándar y generando contratos automáticos. Cumplir requisitos legales no es complicado, pero falta el “traje a medida” bien hecho. No todo el mundo es honesto, por eso es clave tener olfato para detectar engaños. Al mismo tiempo, muchos llegan abrumados, sintiendo que sus problemas son más grandes de lo que realmente son. Disfruto ayudándoles a encontrar soluciones y aliviar esa carga.
¿Si no fuera notaria?
Probablemente sería decoradora, como mi madre. Crecí en un entorno donde el gusto por los objetos y la estética eran muy importantes.
¿Alguna época le gusta especialmente?
Lo que me interesa realmente es la pieza. Es más importante encontrar algo que te enamore, sin importar su origen o estilo. De hecho, mi casa y mi despacho son eclécticos. Por ejemplo, este ammonites gigante tiene millones de años, los armarios son chinos clásicos, los chester son ingleses, las lámparas de conchas son de Indonesia…
¿Cuándo empezó a comprar arte?
Era veinteañera y me enamoré de un cuadro que costaba 30.000 pesetas, así que le propuse a la galerista pagarlo a plazos… Pero la primera obra importante es una pintura de gran formato de Mersad Berber.
¿Coincide en gustos con su marido?
Tatxo tiene sus propias ilusiones y aspiraciones, pero ambos compartimos el deseo de devolver a la sociedad lo que hemos recibido. Cada uno lo hace a su manera. Para él, contribuir desde la cultura es fundamental. En mi caso, intento ayudar y tender puentes donde haga falta desde diferentes entidades, como el Cercle d’Economia, la fundación del doctor Clotet o Empieza por Educar (ExE), que promueve que personas con buenos resultados académicos den clases en colegios con riesgo de exclusión social y se conviertan en modelos para niños y niñas. Y estoy muy feliz de colaborar con la fundación Franz Schubert Filharmonia, que ayuda a niños con dificultades, pero con talento, a aprender a tocar un instrumento.
¿Qué opina de la colección de arte prohibido de Tatxo?
Es absolutamente extraordinaria, porque te enfrenta a tus propios límites.
¿Alguna obra le incomoda?
Me pasó con un bodegón, que yo veía inofensivo, pero que habían censurado porque el autor era un violador. Automáticamente, a mí me produjo repulsión. Eso muestra cómo cada uno tiene su línea roja.

El estilo ecléctico de Camino Quiroga le lleva a combinar antigüedades y obras de arte contemporáneo, como el de Lita Cabellut
¿Qué siente al piano?
Que soy yo. Tocar es como una meditación. Si estás emocionalmente cargado, te permite sacar todo lo que llevas dentro. Cuando estudias algo difícil, la repetición lenta se convierte en un ejercicio de concentración. Y cuando tocas algo que ya conoces, tu estado de ánimo se refleja en el sonido.
¿Ha dado conciertos?
Mi nivel de exigencia era tan alto que no me atrevía a salir a tocar en público. Este año he empezado a tocar para amigos.
Y cantar, ¿es liberador?
Es una experiencia increíble. Cuando canto, estoy más fluida, no soy cuadriculada.
Notaria que también canta jazz…
Eso lo hice después del cáncer. Fue un proceso de sanar también emocionalmente. A los 44 o 45 años sentía que ya tenía el valor necesario para hacerlo. Me apunté al Taller de Músics y tuve profesores magníficos. Uno, Errol Wolsky, me tuvo un año entero cantando Misty, tema al que cogí manía, pero así me enseñó a cantar como se respira.
Quisiera cantar como Etta James. Es desgarradora. En una época me obsesionaba”
Si pudiera hacer un dueto con alguien, ¿con quién le gustaría cantar?
Primero me gustaría cantar con un hombre, porque con una mujer no cantas, compites, y entonces no me apetece. Cantar con un hombre es como un diálogo.
¿Planes para grabar algo?
Me gustaría. De momento, colaboro con artistas, entre ellos Llibert Fortuny, grandísimo compositor y saxofonista.
¿Cuáles son sus referentes?
Me encanta Etta James. Es desgarradora. Quería cantar como ella. Pero Errol me dijo: “Tú ni te pinchas, ni te han violado, ni tu padre era bebedor… por mucho que desgarres, tu desgarro es técnico y el de ella es real; cantamos lo que llevamos dentro”.
¿Cuál era la idea que tenía de Catalunya antes de mudarse aquí?
Yo he ido toda mi vida a las ferias de muebles con mi madre. Tenía unos 6 años y después de salir de Montjuïc, fuimos a una cafetería y nos pusieron un plato combinado. ¡Eso nunca lo había visto! En León no existían los platos combinados. Un huevo frito, patatas fritas, croqueta, chistorra… ¡Todo lo que me gustaba en un solo plato! Yo pensaba que la gente de aquí era la más lista del mundo. Catalunya siempre fue más moderna.
¿Y cómo la ve ahora?
Yo creo que en Cataluña hay un nivel de responsabilidad social muy importante, mucho más que en otros sitios. Primero, la sociedad civil está organizada en miles de cosas. Quiere influir en política, avances tecnológicos… Hay miles de fundaciones, desde pequeñitas hasta grandes. Yo ahora estoy colaborando con Eugenia Gay en un tema de fundaciones. No sabes la cantidad de mujeres que están en fundaciones y que se dedican en cuerpo y alma.

Quiroga con un majestuoso ammonites que le regaló un cliente. Ella diseñó la peana
Muy personal
¿Hay un lugar que le dé una paz especial?
Tengo mucha facilidad para encontrar la paz, pero siempre la encuentro en nuestra casa de Galicia, en Sobrado de Tribes, allí conecto con mis raíces.
¿Y otro que le estimule especialmente?
Mi despacho es la bomba. Es lo mejor que hay en el mundo. Siempre pasan cosas. Y hay muy buena gente a nivel humano. Es que tengo un equipo maravilloso.
Un aroma
No me gustan los perfumes, pero hay un agua de colonia que me encanta, Escapada a Portofino, de Dior. Es fresca y me pone de buen humor. Me queda muy bien, huele ligera y fresca, con un toque cítrico, a limón y flor de azahar.
¿Qué no se pondría nunca?
Jamás me pondría labios rojos ni el estilo brilli-brilli, y ahora y muchas grandes marcas siguen esa línea. Creo que algunas de esas modas son un exceso.
Un imprescindible en su armario.
El traje de chaqueta, me gustan los desestructurados, que te sientan bien y son femeninos. Casi siempre llevo traje de chaqueta al despacho