El suicidio se convirtió en la principal causa de muerte entre mujeres adolescentes y alcanza cifras récord en jóvenes de 20 a 29 años, según datos recientes publicados por la Universidad Austral que reflejan una crisis silenciosa y urgente en salud mental. La tendencia creciente evidencia la necesidad de estrategias de prevención efectivas y de contención emocional en todos los niveles educativos.

La adolescencia y la juventud son etapas de alta vulnerabilidad emocional, marcadas por cambios físicos, psíquicos y sociales que consolidan identidad, autonomía y sentido de pertenencia, pero también generan fragilidad. En muchos casos, la falta de contención, la presión social y el aislamiento agravan los riesgos, haciendo de esta etapa un período crítico para la salud emocional de los jóvenes.

Estos datos se desprenden de un exhaustivo estudio realizado por el Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral, liderado por Rocío González y Victoria Bein. Según revela el informe, por primera vez en la historia sanitaria del país, el suicidio fue la principal causa de muerte entre mujeres de 10 a 19 años, con 148 casos en 2023, superando tumores (119) y accidentes (103). En paralelo, los jóvenes de 20 a 29 años registraron 1.030 suicidios, el número más alto desde 2017.

Factores de riesgo y fragilidad emocional

El informe subraya que la falta de habilidades socioemocionales, el aislamiento, la presión social y el bullying incrementan los riesgos. González advirtió: “La salud mental de adolescentes y jóvenes debe pensarse como un eje transversal del proceso socioeducativo, no como un complemento. Contar con información robusta y representativa es clave para orientar las políticas públicas”.

Y sumó: “La adolescencia argentina transita hoy un escenario complejo donde la fragilidad emocional se enfrenta sin las herramientas necesarias para afrontar los desafíos de esta etapa vital”.

“El déficit en habilidades socioemocionales constituye un factor de riesgo significativo para el desarrollo de alteraciones o trastornos de salud mental. Por eso, el reto está en garantizar aprendizajes básicos y habilidades críticas para el siglo XXI”, completó la especialista.

Estrategias urgentes de prevención

Frente a este escenario, el Observatorio propone medidas como implementar programas de prevención emocional desde la infancia, formar a padres y docentes en competencias socioemocionales, promover espacios de escucha activa y garantizar políticas públicas sostenidas.

En ese sentido, Bein resaltó: “Invertir en prevención emocional en las familias y en las escuelas es invertir en el futuro. No podemos permitirnos que las muertes por suicidio sigan siendo la primera causa de muerte evitable entre adolescentes”.

El contexto actual exige actuar con urgencia. La combinación de datos históricos y un aumento sostenido en los últimos años demuestra que el desafío no es solo educativo, sino también social y sanitario. La prevención emocional debe ocupar un lugar central en la política pública y en el diseño de programas educativos, para proteger la vida y el bienestar de los jóvenes.