Massive Attack le ha pedido a su sello que retire su música de todas las plataformas de streaming en territorio israelí, en apoyo a la iniciativa No Music For Genocide, que tiene a más de 400 artistas y sellos independientes con idénticas intenciones de boicot. La movida, claro, se lleva adelante en protesta por lo que Amnistía Internacional y otras organizaciones han calificado de “genocidio” en Gaza. “Massive Attack ha presentado una solicitud formal a nuestro sello discográfico (Universal Music Group) para que nuestra música sea eliminada de todos los servicios de transmisión DSP en el territorio de Israel”, comienza la nota del grupo trip hop de Bristol, Inglaterra, programado como número central para la próxima edición de Music Wins (2 de noviembre en Mandarine Park, Ciudad Autónoma de Buenos Aires). Posteriormente, el mensaje se focaliza en Spotify, dado que trascendió que la compañía hizo “importantes inversiones reportadas en la producción de municiones militares y tecnología AI integrada en aviones de combate”. “Massive Attack ha presentado una solicitud por separado a nuestro sello discográfico para que nuestra música sea eliminada del servicio de streaming Spotify en todos los territorios”, sigue el texto.
Texto expuesto a modo de carrusel de fotos y que concluye así: “En nuestra opinión, el precedente histórico de acciones artísticas efectivas durante el apartheid en Sudáfrica, además del apartheid, los crímenes de guerra y el genocidio que ahora está cometiendo el estado de Israel, hacen que la campaña No Music For Genocide sea imperativa”.
“En el caso particular de Spotify, la carga económica que durante mucho tiempo ha recaído sobre los artistas ahora se ve agravada por una carga moral y ética, por la cual el dinero duramente ganado de los fans y los esfuerzos creativos de los músicos finalmente financian tecnologías letales y distópicas. Ya es más que suficiente. Otra manera es posible”, cierra.
En la misma publicación aunque en el espacio destinado al texto formal (copy), Massive Attack expuso: “En 1991 el flagelo de la violencia del apartheid cayó desde Sudáfrica, ayudado desde lejos por boicots públicos, protestas y la retirada del trabajo de artistas, músicos y actores. La complicidad con ese estado se consideró inaceptable”.
“En 2025, lo mismo ocurre ahora con el estado genocida de Israel. A día de hoy, hay un equivalente de música a la recientemente anunciada campaña @filmworkers4palestine (firmada por 4.500 cineastas, actores, trabajadores de la industria e instituciones) (se puede encontrar en @nomusicforgenocide y apoya las peticiones más amplias del crecimiento @bds.movement)”, continúa.
“Hacemos un llamamiento a todos los músicos para que transfieran su tristeza, ira y contribuciones artísticas a una acción coherente, razonable y vital para poner fin al indescriptible infierno que se visita sobre los palestinos hora tras hora”, finaliza.