En un mundo donde la atención se convirtió en uno de los recursos más disputados, cada intento por recuperarla gana protagonismo. Las notificaciones constantes, el scroll infinito y la tentación de abrir una aplicación “solo por cinco minutos” —que fácilmente se transforman en una hora— forman parte de la rutina diaria de millones de usuarios.
Frente a ese escenario, están surgiendo propuestas curiosas: dispositivos externos que, mediante tecnología NFC, bloquean el acceso a TikTok, Instagram u otras plataformas consideradas adictivas.
La idea puede sonar extrema: pagar entre 50 y 70 dólares por un llavero o una etiqueta con chip, que actúa como llave para desbloquear ciertas apps. Sin embargo, cada vez más proyectos avanzan en esa dirección y se consolidan como alternativas al alcance de quienes buscan recuperar el control del tiempo en pantalla.
Cómo funcionan estos bloqueadores
El mecanismo es similar en todas sus variantes. El usuario selecciona las aplicaciones que desea restringir —por lo general redes sociales, juegos o servicios de streaming— y establece un límite de uso diario. Una vez superado ese tiempo, la app queda bloqueada.

Para volver a acceder, no basta con tocar la pantalla ni modificar la configuración: es necesario acercar el celular a un objeto externo, generalmente un llavero o una etiqueta NFC. Ese chip funciona como llave física y, sin él, la aplicación permanece bloqueada.
El objetivo es introducir una pequeña fricción en el proceso automático de abrir el teléfono. Al tener que buscar el objeto físico para recuperar el acceso, se obliga al usuario a detenerse y preguntarse si realmente vale la pena desbloquear la aplicación. El método apunta a interrumpir hábitos que, en la mayoría de los casos, se realizan de forma inconsciente.
Los dispositivos disponibles
En el mercado ya circulan diferentes opciones que comparten el mismo principio, aunque con formatos variados:
- Brick: incluye una etiqueta NFC junto con una aplicación de control.
- Unpluq: adopta la forma de un llavero tradicional, fácil de llevar consigo.
- Scrolly: introduce un diseño lúdico en forma de muñeco, pensado para quienes buscan un recordatorio visual más amigable.
- Locked: alternativa de código abierto que permite utilizar cualquier etiqueta NFC genérica, sin necesidad de un accesorio específico.
El denominador común es el mismo: trasladar parte del control al mundo físico para reducir la dependencia digital.

Economía de la atención y nuevos debates
La aparición de estos dispositivos abre discusiones más amplias. Por un lado, evidencia hasta qué punto la economía de la atención se ha insertado en la vida diaria, al punto de que algunos usuarios están dispuestos a pagar por limitar el acceso a su propio celular.
Por otro lado, refleja la dificultad de depender únicamente de herramientas de software, como los recordatorios de “tiempo en pantalla” que incluyen iOS y Android. Estas funciones suelen ser fáciles de esquivar con un par de toques, mientras que una barrera física resulta más efectiva para frenar la compulsión digital.
Además, el fenómeno genera cierta paradoja: recurrir a un dispositivo tecnológico adicional para poder usar menos tecnología. Estos objetos, lejos de ser simples accesorios, funcionan como recordatorios tangibles de un problema creciente en la vida digital moderna.

Un paso hacia el control consciente
Aunque no ofrecen una solución definitiva, los bloqueadores con NFC se posicionan como una estrategia concreta frente a la dificultad de controlar el tiempo en redes sociales. Al introducir una interrupción en la rutina automática de deslizar la pantalla, ayudan a que los usuarios retomen el control sobre sus hábitos digitales.
En tiempos en los que la atención se disputa segundo a segundo, estos dispositivos representan un intento por devolver el poder de decisión al usuario. Su existencia plantea preguntas sobre la relación actual con la tecnología: ¿hasta qué punto es necesario acudir a un accesorio físico para poder mirar menos el celular?
Lo cierto es que, cada vez más, los aparatos que combinan hardware y software para gestionar la vida digital dejan de ser rarezas para convertirse en herramientas de autocontrol buscadas por quienes quieren equilibrar la conexión con el mundo online y la vida fuera de la pantalla.