“Escucho desde Beethoven hasta Los Redondos”, lanza Joaco Burgos, joven promesa de la canción argentina. Con apenas 21 años, el músico ya grabó dos discos solistas –Mi lugar (2022) y Frenesí (2024)– y forma parte de la súper banda homenaje a Charly García, Beats Modernos, junto a Zorrito Von Quintiero, Rosario Ortega y Fernando Samalea. “Es una escuela tocar con esa gente al lado”, destaca el cantante, compositor y pianista, antes del que será un “show muy importante” en su carrera, este viernes 12/9 en el Teatro Vorterix.
Si bien Joaco hará un recorrido por sus dos discos, el show estará más enfocado en Frenesí y en el próximo álbum, que entrará a grabar después de este recital. Será también una buena oportunidad para mostrar nuevas canciones y construir un show potente con guion, concepto, luces y pantallas con su banda: Samalea en batería, Martín Lema en guitarra, Marco Merlo en teclados y Federico Mindlis en bajo, más una sección de vientos y coristas.
“Es mi primer show grande”, subraya varias veces. “También habrá adelantos inéditos y sorpresas. Vamos a empezar a grabar un disco nuevo con Warner que va a salir el año que viene”, revela. “Son canciones que siguen una misma línea estilística, pero con ganas de encontrar un sonido un poco menos ochentoso, darle una onda más moderna o actualizar algunas cosas”, cuenta. “Nos vamos a encerrar con Martín veinte días a encontrarle el esqueleto a todos esos temas. La música y la letra están, pero el desafío es cómo vestir esas canciones.”
Frenesí tiene un pulso bailable y pop. Si bien tiene momentos hacia adentro, como “Luna”, “Ay! El dolor” o “El lugar”, tiene una impronta de pista bastante ochentosa, sobre todo por el sonido del teclado y la batería, como se refleja en “Desolación”, “Viaje”, “Tiempo para amar”, “Disfraz” o “Frenesí”. Hasta hay una canción que se llama “Prince”.
“Sí, es un disco con un espíritu bastante alegre y arriba”, confirma. “Tiene canciones con tempos altos e indudablemente te lleva a bailar un poco. No creo que sea tan pop, pero sí son canciones uptempo”, precisa. “También tiene sus baladas y sus momentos down. Es un disco variado, que mantiene una línea de canciones arriba. El concepto era llevarlo por un lado medio Prince.”
- ¿Es una de tus inspiraciones principales?
- Lo escuché mucho, pero ahora estoy en un plan más tranquilo, quizás volviendo a las raíces del primer disco, que te lleva a un lado más Beatles, más canción. Si un artista te generó algo en un momento, eso es imborrable. Esa influencia y esa pasión va a quedar para siempre: Charly, Fito, los Beatles, Prince, son artistas a los que toda la vida voy a volver. Ahora estoy escuchando todos los días el Anthology 3. Hay una música que escuchás en determinada etapa de tu vida que se hace carne.
- ¿Por qué sentías las ganas de grabar un disco con ese pulso pop, hacia afuera?
- Conocí a Samalea, y él tiene ese espíritu ochentoso que sin dudas influye al momento de grabar. Ahora vamos a ir por otro lado. Me vi influenciado por su historia con la música y me hizo conocer muchos artistas. Me volví loco cuando escuché por primera vez los discos de Prince o Tears For Fears. Quisimos darle una onda alegre y soñadora al disco, también en un momento lindo de mi vida.
Cuando tenía nueve años, Joaco fue con su papá a ver al cantautor brasilero Chico César a Notorius. “Él no podía creer que había alguien tan pequeño viéndolo. Entonces, se sacó una foto conmigo y nos quedamos charlando”, recuerda. Unos cuantos años después, en la pandemia, el argentino le mandó un video tocando el piano con una canción suya y a Chico le encantó. “Entonces, cuando me decidí a hacer el disco, el tema ‘Naturaleza’ me llevó a Chico y le mandé un mensaje invitándolo. Para mí era un sueño. Le pasé el tema y le gustó, fue una gran emoción. De repente tenía un ídolo mío de chico en el disco. Me volví loco”, cuenta sobre la colaboración con el autor de “A primera vista”.
- ¿Qué posibilidades compositivas te permite el piano?
- Estudié muchos años piano. Clásico y jazz. También estudié nuestros discos del rock y la música popular. Mi viejo es contrabajista en una orquesta de cámara, y mi mamá canta. Me siento un privilegiado al tener una familia que me haya inducido a estudiar eso. Al momento de tocar, esos años se sienten. Me siento cómodo tocando el piano y pudiendo componer e interpretar desde ahí. No me siento limitado, entonces puedo volar sin problemas.
- ¿Sentís que la música que te gusta “es de otra generación” o que también le pertenece a la tuya?
- Creo que está pegando cierta vueltita, ¿no? Se está poniendo más en los bares toda esa música de vuelta. Un poco enmarcado en la idea de que “lo viejo funciona” y la búsqueda de lo vintage. Yo tenía 12 años y ya escuchaba toda esa música, para mí es lo mismo si se escucha o no. Llevé a muchos amigos y conocidos por ese lado. Es un poco militar lo que a uno le gusta.
- Hay un fenómeno de ciclos, piano bars y espacios reconectando con el repertorio del rock argentino y convocando público joven. ¿Por qué creés que pasa?
- En algún momento tenía que volver a pasar. Lo lindo sería que también suceda con música nueva. Porque estamos tocando clásicos que nunca se van a oxidar, pero no deja de ser pasado. Sería un lindo desafío poder generar todos esos espacios con canciones nuevas y nuevos artistas. Es importante también renovar el cancionero popular argentino y es un desafío que tengo con mi música. Hay que generar esa euforia y frenesí en la gente con temas nuevos.
- ¿Qué te deja la experiencia compartida con Beats Modernos?
- Es una escuela acelerada porque es gente que estuvo en lo más alto, que tocó con los mejores, que tocó en los ’80 con Charly, con bandas potentes en los ’90 y en los 2000 con Cerati. Samalea toca en mi proyecto hace dos años y medio, y te ahorrás un montón de pasos. Él también aprendió de otros, es parte de la cadena artística.