Lisi Estaras es una de las coreógrafas argentinas radicadas en el exterior más destacadas. Comenzó su formación en Córdoba y la continuó en Israel, en la Rubin Academy of Music and Dance. Poco después, se unió a la Batsheva Dance Company en Tel Aviv y luego integró Les ballets C de la B de Alain Platel, una de las compañías contemporáneas más aclamadas con sede en Bélgica. Actualmente la artista dirige, en la ciudad belga de Gante, la MonkeyMind Company, grupo dedicado a la investigación y creación de obras en las que confluyen intérpretes con y sin discapacidades físicas y mentales.
La bailarina y directora siempre sostuvo la conexión con Argentina y acaba de estrenar, en el Teatro Coliseo, Pasos en la noche (2050) con el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. Es un espectáculo que creó especialmente para este elenco como un homenaje al compositor argentino Eduardo Rovira (1925-1980), uno de los principales exponentes del tango moderno, en el año del centenario de su nacimiento. “Ya había trabajado con su música en una gran puesta para la apertura de la temporada de la Ópera de Gante. Como se cumplen cien años de su nacimiento, tenía ganas de volver a él, a esa música que es tan especial, tan virtuosa. Y surgió la posibilidad de volver a trabajar con el Ballet del San Martín: también es un lujo para mí reencontrarme con veinticuatro bailarines tan virtuosos. De alguna manera, la obra es un intento de dar mayor visibilidad a un compositor que debería conocerse más, que quedó opacado. Rovira era un creador muy abocado a su música, a componer, no le interesaba darse a conocer. Piazzolla era todo lo contrario”, comenta Estaras a Página/12.
-¿Cómo describís la propuesta?
–La obra tiene un lado ficcional, un poco de ciencia ficción. Rovira trabajaba mucho la idea de futurismo, si pensamos en obras como Sónico o Supersónico. Utilizamos una grabación suya de los años 60 que tiene un sonido de fondo como de nave espacial que queda bárbaro, además de partes de su obra Tango Buenos Aires – Opus 4 – Suite de Ballet. Los bailarines son como un grupo de mercenarios que regresan de un futuro a su lugar de origen, un salón de tango. Ahí la música los revive, hace que vuelvan a ser quienes eran. Suena la música original de Rovira interpretada por Sónico, un quinteto de músicos de Bruselas que dirige un argentino y que se dedica casi exclusivamente al repertorio de Rovira, y también hay música electrónica de Gabriel Chwojnik.
-¿Cómo trabajaste el movimiento?
-Cuando escuché la música de Rovira por primera vez, sentí que tenía que ver con mi manera de ver el mundo: es muy emocional, muy eufórica, muy cambiante. Cada tema suyo narra el universo, pasa de todo. Es una música insistente, expresionista, que son rasgos que yo trabajo en la danza. El desafío fue cómo bailar éso, qué nos está queriendo decir. Rovira no se casa definitivamente con ninguna emoción, tiene esa rareza del cambio, de la inestabilidad, de la ambiguedad, que para mi son características muy contemporáneas que nos definen como humanos. Me interesó llevar esas cualidades a escena: la potencia, la fragilidad, la euforia, la depresión. Trabajamos una gestualidad exacerbada acorde con una sonoridad muy rítmica, con algo de la estética del cine mudo. El elenco baila muy al filo en el ritmo y en la emocionalidad también. Todos los dúos bailando al unísono con este tipo de gestualidad resultan muy potentes.
Estaras se embarcó en un largo proceso creativo antes de llegar a Buenos Aires para ensayar con el elenco porteño. Y si bien al encontrarse con los bailarines la estructura de la obra ya estaba planteada, también se mantuvo permeable a lo que los intérpretes iban a sumar en tanto creadores. “Me interesó ver qué les pasaba a ellos en sus cuerpos con lo que yo traje y tomar sus propuestas. Se pusieron a improvisar, generaron material y el trabajo se enriqueció mucho”, aclara.
La directora agrega que Pasos en la noche (2050) se aleja de lo que generalmente imaginamos al pensar en un espectáculo con música de tango. “Salvo una escena breve más cerca del final, en la que bailan tango en forma increíble, el lenguaje es otro. Hay algo que tiene que ver con el tango no por los pasos en sí, sino por cuestiones esenciales del género: la pareja, la conexión, uno que lidera y otro que sigue. Es una obra muy contemporánea y con texto, algo muy frecuente en mis trabajos. Las palabras interpelando el movimiento, uniéndose por momentos y separándose en otros. Aparecen los pensamientos de los bailarines y también palabras que funcionan como mandatos sociales. El texto es también un personaje más que interactúa con el público. Siempre intento hacer obras que interpelen, que no dejen afuera al público. La palabra es un elemento bien concreto que se suma a lo abstracto del movimiento”, explica la creadora.
Cuando inició su formación en danza, Lisi también estudió trabajo social y este interés sigue vivo en su forma de encarar la danza. De ahí quizás nacen sus ganas de incluir en sus creaciones a intérpretes con y sin discapacidades, una tendencia muy en boga en Europa pero no tanto en estas tierras.
“Me gustaría mucho hacer algo así acá. Ahora regreso a Bélgica y voy a reestrenar What We Can Do Together con bailarines y actores muy distintos entre sí. Hay gente de Bélgica y de Sudáfrica: uno es sordo, el otro tiene autismo, uno con muletas, otro en silla de ruedas, algunos no hablan inglés. ¿Qué pueden hacer juntos? En principio pareciera que nada pero cuando el contexto es adecuado, la comunicación se da y se puede trabajar bien. Hasta pasa que el público se confunde y piensa que tal bailarín o actor tiene una discapacidad y en realidad no. Me gusta que pase eso: todos somos limitados y discapacitados de alguna forma u otra. Acercarme a la gente con síndrome de Down, por ejemplo, me permitió entrar a un universo muy rico. Ellos son muy verdaderos, auténticos, no tienen filtro. Y disfrutan de cosas que nostros dejamos de lado por estar especulando siempre, teniendo siempre un plan B. En el escenario ellos se entregan a full, viven el momento sin mediaciones”, concluye.
*Pasos en la noche (2050) se presenta el jueves 11 y viernes 12 septiembre a las 20 horas, en el Teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125). En noviembre hará funciones en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín.