Están en Nordelta los peores crápulas cueveros, pero ¿no sería mejor allanar la Rosada?”, “Ahí van a encontrar de todo, además de estos cometas”, “Los verdaderos vagos… solo timba y afano, laburo decente nunca… larvas”: son sólo algunos de los comentarios que circularon esta semana en canales de YouTube, incluso en aquellos otrora afines al oficialismo. El consenso parece claro: “Ahí hay que ir a buscar a los verdaderos delincuentes de este país”. En uno de los audios filtrados Diego Spagnuolo sugiere que Nordelta sería un escenario clave de reuniones relacionadas con las coimas en ANDIS.

“Estos que hablan de Nordelta, donde se juntaron… son datos muy precisos… no sé de dónde salen”, dice el propio Diego Spagnuolo en una de las grabaciones. Cuesta imaginar un marco más propicio para el “Spagnuologate”, casi un clisé. La breve historia de Nordelta colabora con la idea de que es un aguantadero de alta gama con reglas propias: una ciudad en la que el reglamento de copropietarios muchas veces pesa más que la Constitución. Un lugar donde las fronteras entre el delito VIP y el narcotráfico pesado son difusas. Y muchas veces, se fusionan. La tendencia a la privatización de barrios para grupos de alto poder adquisitivo, con origen en los 90, sigue generando espacios blindados ante la ley.

Esta semana, el fiscal Franco Picardi pidió tres nuevos allanamientos en el barrio cerrado, que fueron ordenados por el juez Sebastián Casanello. Buscan información sobre los hermanos Emmanuel y Jonathan Kovalivker, dueños de la droguería Suizo Argentina, en el marco de la causa por presuntas coimas que involucra a Karina Milei, hermana del presidente.