No puedo evitar reflexionar sobre la reciente reunión entre Vladimir Putin y Donald Trump, un encuentro que, más allá de las tensiones políticas, me inspira a hablar de cómo la música trasciende fronteras.

La música une mucho más de lo que pensamos. Aunque las posturas de estos líderes parezcan opuestas, la música tiene el poder de acercar culturas, de tender puentes donde la política erige muros.

Y en ese cruce cultural, el concepto de variación musical se convierte en una clave fundamental, tanto en la composición como en nuestra vida diaria.

Tomemos como ejemplo a Sergei Rachmaninov, el gran compositor ruso. Su Rapsodia sobre un tema de Paganini es un prodigio de creatividad: toma una melodía clásica y la transforma con innumerables variaciones, manteniendo un hilo conductor mientras explora la diversidad.

La variación es lo que le da sentido a la música y a la vida. Es esa capacidad de reinventarse lo que enriquece cada nota, cada instante. Y qué mejor manera de comprobarlo que escuchando esta rapsodia, cuya versión hoy compartiremos. Sus ecos resuenan en icónicas escenas del cine de Hollywood, demostrando cómo la música puede ilustrar situaciones complejas con una belleza única.

La música es una y puede crear puentes de entendimiento cultural. Pero vayamos más allá: aceptar las variaciones no solo en la música, sino en la vida, es lo que nos permite crecer. Un día puedo disfrutar de una melodía suave y al siguiente de un ritmo vibrante, y eso suma color a mi rutina. Tal vez son los mismos fideos, pero un día se comen con sal y otro con salsa.