De plumaje negro en el lomo y blanco en el pecho, el cormorán imperial se muestra en las costas patagónicas. Sus ojos azules resaltan y su actitud despierta la curiosidad de quienes exploran la región. Esta ave domina tanto el agua como la roca.
El cormorán imperial vive a lo largo de la costa patagónica argentina. Según la Administración de Áreas Marinas Protegidas, hay unas 55.000 parejas en 60 colonias repartidas en el litoral. Su presencia resulta fundamental para entender la salud de los ecosistemas costeros.
Se lo considera una especie indicadora porque el estado de sus poblaciones refleja el equilibrio ambiental de la región.
Atrapa peces, crustáceos y cefalópodos en sus inmersiones, donde puede estar hasta 30 minutos bajo el agua. Aunque no está en peligro en Argentina ni a nivel global, la pérdida de hábitats por desarrollos costeros y la presencia humana amenazan su entorno.

El interés por conocer y proteger a esta especie impulsó diversos trabajos científicos en la zona. Uno de los proyectos más reconocidos pertenece a Magalí Olmedo Masat, becaria del Centro para el Estudio de los Sistemas Marinos (CESIMAR-CONICET). La American Ornithological Society (AOS) eligió su propuesta como una de las siete más relevantes en el continente.
La beca otorgada busca apoyar la conservación de aves en América Latina y el Caribe. El proyecto de Olmedo Masat se centra en el uso de imágenes satelitales para monitorear colonias de aves marinas en la Patagonia. El objetivo principal es saber si estas imágenes permiten identificar y caracterizar los lugares de cría del cormorán imperial.
La investigadora plantea combinar tecnología satelital con vuelos en avioneta, drones y observaciones en tierra. Esto permite contrastar cada método y obtener datos más precisos sobre la cantidad y densidad de aves. También se aplicarán técnicas especializadas para delimitar los asentamientos e identificar cambios en las colonias.
Este trabajo resultará clave para áreas protegidas como el Parque Interjurisdiccional Marino Costero Patagonia Austral, en Chubut. Los datos obtenidos ayudarán a detectar variaciones, anticipar riesgos y tomar decisiones para conservar estas poblaciones. La investigación también refuerza iniciativas para cuidar otros ambientes costeros.
El apoyo internacional recibido por Olmedo Masat resalta el valor de la ciencia argentina en conservación. El reconocimiento permite continuar las campañas de campo y sostiene el compromiso del equipo con la biodiversidad patagónica.