
Qué hay detrás de la linda sensación de soñar con música
Lepez es más que un intérprete: es docente, gestor cultural, investigador y compilador del archivo digital Al Viento – Recopilación Cuyana, que reúne discos, cancioneros y materiales de formación. Desde sus redes, comparte tutoriales de guitarra, humor folklórico y reflexiones sobre la identidad regional.
—¿Cómo ves el panorama del folclore cuyano hoy?
—Tengo una mirada crítica, especialmente sobre ciertas cosas que aún siguen vigentes. Hay un machismo muy marcado, un peso grande de lo religioso, una visión bastante ortodoxa. Trato de revertir eso desde lo que hago. No es casual que esté Sandra Amaya en el repertorio. En el disco también hay una cueca mía con lenguaje inclusivo. Me interesa abrir el juego, ensanchar los márgenes.
—¿Te sentís más cerca del Nuevo Cancionero que del folclore tradicional?
—Sí, en parte. En algún momento me lo preguntaron. Yo siento que tomo de los dos lugares. Porque además de estudiarlo, lo recopilo, lo investigo. Pero me cuesta encasillarme. En el disco está, por ejemplo, la Tonada del Arbolito, que es del cancionero anónimo, muy tradicional. Y al mismo tiempo hay elementos que vienen del rock o del blues en la forma de tocar la guitarra, o en los textos. Es una mezcla.
—¿Cómo fue el proceso de hacer el disco?
—Fue largo, porque lo empecé a armar durante la pandemia. Algunas canciones ya venían rondando desde antes. El proceso fue muy artesanal. Grabamos con Lucas Fernández en su estudio, Casa Encendida. Yo le iba llevando las ideas, los textos, los temas, y él entendió enseguida lo que quería. La foto de tapa la hizo Jorge Luis “Tumba” Fernández Tambasco. Todo tiene ese aire de trabajo cercano, humano.
Oriundo de Mendoza, Lepez participó en escenarios de toda la provincia y el país, desde la Peña de los Chimeno hasta los espectáculos callejeros de Cosquín. Compartió cartel con artistas como Raly Barrionuevo, Bruno Arias, Sandra Amaya, Daniela Calderón y el Dúo Coplanacu. Pero su lugar no es solo sobre las tablas: da clases, organiza encuentros, da charlas y lleva el folclore a las escuelas.
Su nuevo disco es también una forma de integrar todo eso: la docencia, la militancia cultural, el canto. Y, sobre todo, la necesidad de volver a reír.
“Es un disco que habla de la resiliencia”, resume. “Después de atravesar el dolor, poder elegir hacer algo que me abrace. Cantar, contar, tocar. Volver a estar en pie desde la música”.