La medida fue recibida con alarma por sindicatos, gremios y trabajadores del sector, quienes advierten que esta reforma no solo profundiza la crisis institucional y financiera del sistema científico, sino que también pone en riesgo la continuidad laboral de cientos de investigadores, becarios y técnicos.

Según denuncian desde la Junta Interna de ATE CONICET, el nuevo decreto implica una clara concentración de poder en manos del Ejecutivo, con mayor discrecionalidad para definir qué proyectos se financian y cuáles no. Además, se suma a una nueva convocatoria a becas que excluye expresamente a las Ciencias Sociales y las Humanidades, áreas consideradas estratégicas en múltiples contextos sociales, educativos y culturales.

De las 1.000 becas anunciadas, solo 300 son de acceso libre —y con restricciones geográficas—, mientras que las restantes están reservadas exclusivamente para áreas definidas como “prioritarias” por el gobierno, sin participación ni consulta de la comunidad científica. Este enfoque ha sido calificado como “discriminatorio” y “neoliberal”, ya que reduce drásticamente las oportunidades para disciplinas que, aunque no sean tecnológicas o aplicadas, son fundamentales para comprender y transformar la sociedad.

Reforma del Directorio: centralización y control político

Una de las modificaciones más polémicas del DNU es la reforma del Directorio de la Agencia I+D+i, que pasa de tener nueve miembros a solo cinco, con mayoría absoluta del Poder Ejecutivo. Esta reconfiguración permite que el presidente del organismo decida sobre los fondos públicos destinados a investigación con mínima participación académica o social.

Desde ATE CONICET señalan que esta medida busca “direccionar los recursos según prioridades empresariales afines al gobierno, ignorando las necesidades reales del país”. Es decir, detrás de la aparente modernización se esconde un intento de capturar decisiones científicas con criterios ideológicos y económicos externos al ámbito académico.

Además, el contexto de parálisis administrativa de la Agencia durante los últimos 18 meses agrava aún más la situación. Proyectos postergados, becarios sin cobertura, investigadores sin estabilidad y personal técnico en situación precaria son parte del día a día en el sistema científico argentino.

Amenazas al CONICET y plan de lucha

Pero este DNU no es un hecho aislado. El gobierno también prepara una modificación similar para el CONICET, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, principal organismo de fomento científico del país. De avanzar esa reforma, podría iniciarse un proceso de vaciamiento institucional con consecuencias devastadoras: despidos masivos, reducción de plazas de trabajo, pérdida de capital humano y retroceso tecnológico.

Ante este escenario, trabajadores del Polo Científico Tecnológico de Palermo realizaron una asamblea y definieron un plan de lucha que incluye movilizaciones, cortes de calle y un acampe previsto para el 6 de agosto, hasta lograr respuestas concretas del gobierno. Entre sus principales demandas figuran:

• Reapertura inmediata de la Carrera de Investigador Científico y Tecnológico (CIC)

• Reincorporación de la Carrera del Personal de Apoyo (CPA)

• Ampliación de los cupos de becas

• Recomposición salarial para todo el personal

• Garantía de financiamiento estable y suficiente para proyectos de investigación

Sol Martínez, delegada gremial de ATE CONICET, aseguró que “no vamos a permitir que se destruya lo construido durante décadas. Esto no es solo ciencia, es futuro, es soberanía y es dignidad”.

Futuro incierto

Mientras tanto, el tiempo corre. Las próximas semanas serán cruciales para ver si el gobierno da marcha atrás o persiste en su estrategia de ajuste. Lo que está en juego no es solo el destino de miles de personas que trabajan en el sistema científico, sino también el rol del Estado en el desarrollo tecnológico y el avance del conocimiento.

Como señalaron desde ATE CONICET: “Estamos a las puertas de despidos masivos. Esto no es solo responsabilidad de Javier Milei, sino también de Guillermo Francos, Darío Genua, Natalia Avendaño y Daniel Salamone”.