Alfonso Santiago niega que el auge de los festivales perjudique a la música alternativa o a las compañías independientes y ve necesario que el sector siga creciendo para mantenerse.

– El año que viene se cumplen 20 años del primer BBK Live. ¿Preparan algo especial?

– Sí, haremos cosas. Estamos en ello. Si te fijas un poco, el festival a lo largo de los años va creciendo, va sumando escenarios, va sumando actividades externas… Y convertimos todo ese desarrollo y esa solidez en aportar más valor. Son cosas que el propio festival financia y van creciendo con más escenarios y más actividades, aportando valor social. Y hacía ahí vamos en el futuro.

– Con toda esa expansión, hay quien les acusa de ser un monopolio en Bizkaia.

– Yo me imagino que será porque realmente no entienden el mercado ni tienen datos. Tenemos la grandísima suerte de que el mercado está cada día más fragmentado y es más amplio. Si tú coges y vas a la programación del BEC y analizas la de todo el año, cosa que es enormemente fácil, ves que de los 57 conciertos que puedan hacer solo cuatro los hace Last Tour. Es cuestión de informarse. Es igual que si sacas una editorial y representas el 1% del sector. Si nosotros hacemos proyectos es porque reinvertimos en todo lo que nos gusta y somos independientes, no queremos monopolizar nada, no queremos comprar nada. Lo que queremos es crear y construir actividades, crear y construir proyectos e iniciativas y hacerlas porque creemos en ellas. No tenemos ningún fin mayor.

– ¿Cuál es el fin, entonces?

– Nuestro fin es, en muchos de los casos, satisfacer nuestra necesidad personal en torno a que nos gusta esto y nos ha gustado toda la vida. Y si tenemos medios vamos a poder desarrollarlo. La clave de que una empresa como Last Tour haya llegado a tener 100 empleados es enormemente fácil de encontrarla: cada vez que la cultura ha generado rendimiento lo hemos reinvertido en generar empleo y nuevas actividades. Otra gente igual se ha quedado los beneficios y se los ha gastado en sí mismo. Una de las cosas que pasan es que, tal y como evolucionan la comunicación y la sociedad, la gente no se dedica a informarse ni a conocer nada. Pero todo eso es estadística: basta ver las cifras de consumo cultural del Gobierno vasco que acaban de salir.

– Quizás el problema es que la escena pequeña o alternativa se ha resentido en los últimos años.

– Yo no lo creo así. Yo he nacido de ahí, yo vengo de ahí, de la escena independiente. Y, ya te digo, sigo haciendo más de 1.000 conciertos en sala todos los años. Y, si me preguntas, te digo: cuando yo era joven y trabajaba yo solo, era increíblemente más difícil salir adelante en esta industria. Ahora es mucho más fácil, enormemente más fácil. Y nosotros tenemos un millón de acuerdos, de alianzas y de desarrollos con mucha gente que es independiente, que es pequeña, y eso no se hacía antes, yo no tuve esa suerte.

– Muchos aficionados echan de menos el BIME en el BEC.

– Nosotros ideamos BIME de una forma pero, después, con la pandemia, nos dimos cuenta de que había que cambiarlo para hacer más fuerte toda la parte profesional, ya que el BIME Live nos costaba mucho sacarlo adelante, era muy difícil por los ciclos de los artistas y el incremento salvaje de los costes de producción. Nos fuimos al Euskalduna y eso ha ayudado mucho a fortalecer la parte Pro y, sobre la parte Live, nos va a llevar algunos años pero creo que se puede acabar convirtiendo en algo muy interesante a nivel urbano. Pero aquello de hacer un festival de invierno con entrada lo hemos abandonado ya.

– Lo que sí van a hacer es entrar de lleno en el negocio de las salas, con la anunciada discoteca en Bolueta.

– Sí, pero va a ser un club, a mí la palabra discoteca no me gusta nada. Estamos en ello y más adelante podremos contar más noticias. Es un proyecto grande, un proyecto ambicioso y algo que nunca ha existido aquí. No hay todavía fechas, pero puedo adelantar que va a ser un espacio principalmente dedicado a la música en directo.