¿Quién es Hugo Moyano? ¿El que firma paritarias por el 1% mensual en una muestra de alineamiento con la pauta salarial del Gobierno? ¿El que ordena a su sindicato marchar contra la administración de Javier Milei junto al Frente Sindical, con la presencia de sus dirigentes más cercanos y de su hija Karina?
En realidad, se trata del mismo líder del Sindicato de Camioneros, que emite algunas señales que a priori parecen contradictorias, pero que están cargadas del más puro pragmatismo y que responden a una clara consigna: sobrevivir de la mejor forma posible en una época adversa para el gremialismo.
El balance de las últimas semanas puso nuevamente a Hugo Moyano en un primer plano, algo que había perdido cuando su hijo Pablo era cotitular de la CGT y acaparaba la atención mediática con un perfil alto, opuesto al de sus colegas cegetistas y al de su papá.
Ahora, el titular de Camioneros recuperó protagonismo con una serie de definiciones drásticas. La más notoria se produjo la semana pasada, cuando lideró la resistencia contra Cristina Kirchner en la CGT: fue quien tuvo la postura más enérgica en contra del paro general y la adhesión a la marcha en favor de la ex mandataria condenada por corrupción, tal como pretendían el PJ y el sindicalismo kirchnerista.
En una reunión con sus pares de la CGT, ante el silencio de algunos que no quisieron meterse en problemas, Hugo Moyano se quejó del “destrato” al que Cristina Kirchner y su hijo Máximo sometieron durante años a la dirigencia sindical que no mostraba un nivel absoluto de incondicionalidad.
“Hace mucho yo dije que el partido era una cáscara, pero ahora no es ni siquiera una cáscara”, dijo, tras lo cual apuntó contra los kirchneristas por haberse apropiado del PJ y por haber digitado a su antojo las listas de candidatos. Destacó que cuando el macrismo le allanó “25 veces” el sindicato, nadie de los K lo llamó “para ver si necesitaba algo”.
Como reveló Infobae, lo más llamativo fue cuando ventiló un dato sugestivo de su interna familiar, con una frase punzante contra su hijo mayor, con el que está enfrentado desde hace años: “Como ustedes saben, alguien de mi familia visitó a Cristina. Imagínense cómo nos cayó. Pablo la fue a visitar y ni me llamó por el Día del Padre”, dijo.
Finalmente, los 10 dirigentes que estaban en el encuentro en Sanidad decidieron dejar en libertad de acción a los sindicatos ante la movilización kirchnerista, que terminó siendo un acto en la Plaza de Mayo, sin un llamado formal de la CGT a asistir.
Incluso se resolvió no concurrir a la reunión citada por el PJ para ese día con el fin de organizar la marcha en favor de Cristina Kirchner: entre los motivos, se habló de “desprolijidades” en la convocatoria y, además, del temor de que el kirchnerismo alentara una agresión en contra de los líderes cegetistas cuando llegaran a la sede partidaria de la calle Matheu 130.
La firme postura del jefe de Camioneros desbarató una jugada kirchnerista para aprovecharse de su pelea familiar: cuando Pablo Moyano visitó a la ex presidenta en su departamento, en las usinas K dejaron trascender que ese gesto significaba que el líder del sindicato apoyaba la marcha en defensa de CFK.
¿Habrá represalias del kirchnerismo contra Hugo Moyano cuando se armen las listas de candidatos? Dicen que Cristina Kirchner, que sistemáticamente marginó al moyanismo de las nóminas legislativas, podría impulsar a Pablo para competir por una banca de diputado en la provincia de Buenos Aires. Pero en la CGT aseguran que Axel Kicillof promovería que el mejor lugar en la lista bonaerense para los comicios nacionales del 26 de octubre será para alguien elegido por la central obrera (¿será Héctor Daer, que no seguirá como cotitular cegetista?).
La señal que había dado Hugo Moyano dos días antes fue a favor del Gobierno: en medio del rechazo gremial al tope de las paritarias que pone el Ministerio de Economía, firmó un nuevo aumento salarial alineado con los parámetros oficiales, que consistió en un 3% en tres cuotas del 1% para junio, julio y agosto, más una suma fija de $45.000.
Fue otro logro del secretario de Trabajo, Julio Cordero, quien mantiene una fluida relación con los Moyano e incidió en anteriores paritarias “amigables” de Camioneros para el Gobierno.
La última, correspondiente al período marzo-abril, había quedado más desfasada frente al costo de vida: fue del 3,2% en tres cuotas cuando solamente la inflación de marzo alcanzó el 3,7%. Y por eso el 22 de abril Hugo Moyano pidió reabrir las paritarias y exigió una fuerte recomposición salarial.
Sin embargo, terminó esperando a junio, cuando vencía el anterior acuerdo, y firmó por el 3% trimestral. Aun así, el “truco” de la paritaria de Camioneros es que la suma fija no remunerativa de $45 mil, que se pagará este mes, potenciará el impacto de la mejora en el bolsillo de los trabajadores.
Quizás para compensar ese gesto que tranquilizó a los funcionarios libertarios, Camioneros tuvo una fuerte presencia este miércoles en la marcha convocada por el flamante Frente de Lucha por la Soberanía, el Trabajo Digno y el Salario Justo, con eje en los sindicatos del transporte y un perfil ultraopositor.
A la movilización hasta avenida Roque Sáenz Peña 788, donde funciona el Ministerio de Desregulación encabezado por Federico Sturzenegger, apuntado por las medidas desregulatorias en el transporte y las privatizaciones, el sindicato de Moyano se hizo presente con dirigentes de su máxima confianza como Octavio Argüello (cotitular cegetista), Omar Pérez (que integra la CATT) y Karina Moyano (hija del líder gremial y secretaria de la Mujer de la Federación). También tuvo un rol importante Marcelo Aparicio, secretario Gremial del sindicato, a quien en la interna camionera veían más cercano a Pablo Moyano, pero hoy nadie duda de su lealtad hacia Hugo.
Luego de que Pablo renunció a la CGT y dejó de ir al sindicato, del que es secretario adjunto, el líder de Camioneros fue apartando a dirigentes de distintas ramas que respondían a su díscolo hijo. Fue la forma en que Hugo Moyano frenó una eventual rebelión de los “pablomoyanistas” en la interna del gremio.
Aun así, llamó la atención que, en la marcha de este miércoles, Karina Moyano se mostró al lado de Oscar Borda, hombre de confianza de Pablo Moyano y referente de la Rama Logística del sindicato, cuyo rostro se hizo conocido cuando, en enero de 2023, lideró una patota que irrumpió en los supermercados para verificar el cumplimiento del programa Precios Justos del gobierno de Alberto Fernández.
Los Moyano nunca pudieron recomponer la relación que se dañó, a los gritos, cuando hace 3 años Pablo le recriminó a Hugo el papel de su esposa, Liliana Zulet, en la profunda crisis financiera de la obra social camionera en su condición de dueña de la empresa IARAI, que se encarga de su gerenciamiento.
A ese motivo se agregaron razones políticas, como los permanentes gestos de Pablo en favor del kirchnerismo, sin el aval del líder de Camioneros, que estallaron cuando, en noviembre pasado, el entonces cotitular de la CGT promovió una movilización contra el Gobierno que impulsaba el sindicalismo K y su papá lo desautorizó, en sintonía con el ala dialoguista.
Esa actitud de Hugo Moyano derivó en la renuncia de Pablo a la CGT, en noviembre pasado, momento a partir del cual dejó de ir a su oficina en el gremio y se recluyó en la presidencia del club de fútbol Camioneros.
Aun así, los que conocen la trama oculta del sindicato deslizan que el imperio de Moyano muestra hoy muchas grietas. Afirman que en una porción significativa de las bases de Camioneros hay malestar por el aumento salarial apenas el 1% por mes y, como es casi tradicional, por los cortes de prestaciones en la obra social, cuyas multimillonarias deudas con los proveedores habrían derivado en embargos judiciales.
La obra social de Camioneros (en rigor, son dos, una para Buenos Aires y otra para el interior) sigue con los números en rojo. Sólo hasta febrero pasado, la deuda con los prestadores ascendía a $26.439.422.724 y el incremento neto de lo que debía en el trimestre diciembre 2024-febrero 2025 fue del 20,34%.
Semejantes problemas financieros hicieron que esté en la mira de la Superintendencia de Servicios de Salud, pero, pese al rigor de este organismo con otras obras sociales deficitarias y mal administradas, las de Camioneros vienen zafando de una auditoría de sus cuentas e incluso de una posible intervención.
Un líder de la CGT que mantiene una excelente relación con el Gobierno habría logrado frenar el año pasado un intento de la Superintendencia de enviar auditores a las obras sociales piloteadas por Moyano. Obviamente, se trata de una decisión política de alto voltaje y hacerlo equivale a jaquear la “patria camionera”.
¿La Casa Rosada no lo hace porque el jefe de Camioneros es un aliado en materia salarial y su paritaria del 1% puede servir de caso testigo para otros sindicatos? Es muy arriesgado afirmarlo, pero es muy difícil desmentirlo de manera tajante y así se explicaría ese doble juego por el que Hugo Moyano alterna guiños de apoyo y críticas al Gobierno.