La última vez que se hablaron fue hace cinco meses, durante una reunión que tuvo lugar en un edificio ubicado sobre la calle Defensa, entre Moreno y Defensa, en el barrio porteño de San Telmo, donde el senador Mariano Recalde tiene sus oficinas. De un lado de la mesa, Cristina Kirchner. Del otro, Axel Kicillof. No estaban solos. Sergio Massa y Máximo Kirchner también eran de la partida.
El encuentro fue a fines de diciembre del año pasado. Discutieron sobre el desdoblamiento de la elección bonaerense, que el Gobernador ya estaba analizando con detenimiento y que la ex presidenta había cuestionado en la reunión del PJ Bonaerense en Moreno, el lunes 9 de diciembre.
Aquella tertulia terminó mal. En el kicillofismo entendieron que le habían realizado una encerrona al Gobernador para marcarle la cancha sobre cómo debía organizarse el proceso electoral. Fue también una de las pocas veces que la ex mandataria y el Gobernador se vieron en el 2024.
En el último año hubo cuatro encuentros que marcaron la relación entre ambos. El 15 de octubre, en el mismo edificio de San Telmo donde se encontraron por última vez, pero esta vez en las oficinas de Recalde, CFK y Kicillof tuvieron una reunión de tres horas que terminó mal. No pudieron llegar a un acuerdo para saldar sus diferencias sobre el rol político del Gobernador, el proceso electoral bonaerense y la relación con La Cámpora.
Una semana después se reencontraron en público en el Teatro Argentino de La Plata, el día que se celebró el 47° aniversario de las Abuelas de Plaza de Mayo. No se hablaron. Apenas un saludo gélido. Se sentaron a cada lado de Estela de Carlotto, que cumplió un rol de moderadora incómoda. Fue la imagen del divorcio.
Un mes y medio después, el 10 de diciembre, tuvo lugar el encuentro del PJ Bonaerense en Moreno y un puñado de días después se concretó la última reunión en la que se vieron. Luego de ese momento no hablaron más por teléfono ni se encontraron. Los mensajes llegaron por algunos interlocutores validados de ambos lados o a través de los medios, en la discusión dialéctica que mantienen desde hace tiempo. Día a día. Reproche a reproche.
La vicegobernadora, Verónica Magario, es uno de los canales de comunicación que une los extremos. También el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza. Ambos, en diferentes momentos, se vieron con Cristina Kirchner en el Instituto Patria. Los dos forman parte del Movimiento Directo al Futuro (MDF) que lidera Kicillof y que el próximo fin de semana tendrá su lanzamiento formal. Están de un lado y, cada tanto, caminan hacia el medio
La semana pasada la ex presidenta recibió en sus oficinas a un grupo de intendentes entre los que se encontraba Espinoza. A través de esa vía le hizo llegar a Kicillof un mensaje: “Yo trabajo por la unidad”. En el entorno de la ex jefa de Estado destacan su decisión de ceder en la discusión por el desdoblamiento y los plazos electorales. Consideran que son señales de unidad, gestos para acercar posiciones en el medio de la guerra.
¿Por qué ninguno de los dos levanta el teléfono y trata de romper el bloque de hielo que los separa? Ya no es solo una cuestión política, también hay una cuestión personal que es inevitable y que no tiene que ver con el respeto que se puedan tener. Hay una herida abierta, en ambos, que parece difícil de cicatrizar.
“Cristina ya tuvo varios gestos de acercamiento y unidad. Si empezamos a discutir quién llama y quién no, esto no se termina nunca”, indicaron en el Instituto Patria. “Hace dos meses Axel se quiso comunicar con ella y lo mandaron a hablar con Máximo los temas electorales. Si hubo un cambio de opinión, lo tienen que comunicar”, resaltaron en el kicillofismo.
De la unidad o la separación definitiva de CFK y Kicillof depende gran parte del armado nacional del peronismo. En las distintas terminales hay posturas encontradas entre los que creen que, pese a todas las tensiones, habrá un acuerdo de unidad y los que consideran que la ruptura está cada vez más cerca de concretarse.
En La Cámpora hay quienes advierten que en el armado de Kicillof están preparando el escenario propicio para romper definitivamente el peronismo bonaerense. Y hay otros, dentro de la misma agrupación, que entienden el proceso que lleva adelante Kicillof, en el armado de su estructura política y territorial. Un importante dirigente camporista definió el momento con una frase histórica: “Si quieres paz, prepárate para la guerra”.
Dentro del cristinismo hay quienes entienden que para poder negociar con espalda y decisión, Kicillof tiene que dar señales claras a quienes integran su armado político. Por eso comprenden algunas declaraciones de funcionarios cercanos a él y, principalmente, el acto que se está organizando en La Plata para el lanzamiento formal del MDF.
“Axel está muy plantado. Esta es una discusión de poder y autoridad. No quiere romper, quiere que lo respeten. CFK tampoco quiere una fractura. ¿Por qué motivo rompería? ¿Va a dejar que La Cámpora se quede sin cuatro ministerios, el IPS y IOMA? No tiene ningún sentido», reflexionó un intendente del conurbano con una importante trayectoria.
En la última semana, luego de que la senadora cristinista Teresa García dijera en una entrevista que sería bueno lograr una foto entre la ex presidenta y el Gobernador, desde el kicillofismo dejaron trascender un mensaje contundente respecto a esa posibilidad: “La foto es el final de una negociación, no el principio”.
La tensión en el vínculo es permanente. Aunque no sea mano a mano, todo lo que sucede en la súperestructura tiene un impacto directo en sus roles. Es una puja lenta, desgastante y muy dura. “Son dos trenes a punto de chocar. Alguno va a tener que frenar. Y sino, todos vamos a saber que en estas elecciones vamos a perder. Sin unidad, la derrota está asegurada”, reconoció un dirigente camporista.
En el kirchnerismo dicen, como suelen decir en todo el peronismo, que casi todo es perdonable. Las traiciones, las confrontaciones, las barbaridades que se dicen a lo largo de los años. Todo es perdonable cuando un proyecto político y de poder necesite, indefectiblemente, de una fusión de fuerzas. Hay necesidades e intereses. Limitaciones y movimientos tácticos.
En esta instancia Kicillof pelea por su lugar. Por tener voz y voto. Por revalorizar su lugar de gobernador. Por influir en el armado de las listas. Por tener autonomía después de seis años gobernando la provincia de Buenos Aires.
CFK necesita cortar la sangría del poder que viene perdiendo y ordenar su tropa mientras la grieta se agranda y los intentos de frenar la crisis interna, por ahora, no son efectivos. Necesita cerrar los infinitos focos de conflicto que tiene el kirchnerismo. Sino, la fuerza que supo construir junto a Néstor Kirchner, puede terminar volando por los aires.