Un documental que vio en Canal Encuentro disparó su imaginación. En la película, el artista Pablo Lavezzari contaba cómo confecciona sus autómatas: muñecos que construye “como si fueran un mecanismo de relojería, con engranajes y manivela”, recordó el músico y productor Matías Martínez. El artista es coautor junto a Lucila Manso de otro autómata: esta vez, un aparato con relativa forma humana con el que busca hacer música.

Tras dos años de pruebas, ensayos y errores, Martínez logró articular su simpático objeto sonoro con su guitarra y con un set musical. Ya compuso seis canciones y armó un espectáculo que completó con textos poéticos y textos creados con inteligencia artificial más cintas magnéticas. El resultado, contó, es una indagación en el concepto del automatismo.

Diversos aspectos del automatismo, incluso algunos vinculados a la salud mental y a lo filosófico sobrevuelan su propuesta que aún no tiene fecha de estreno.

“Vengo a resaltar problemáticas, no a dar soluciones”, comentó sobre los muchos sentidos que se abren al ver a un autómata de madera, con finas manos, cabeza sin rostro y corazón dorado de relojería ejecutar música sobre un pequeño piano con rueditas.


 

Matias 06Ama los aparatitos que hacen sonidos, contó en una entrevista con LA CAPITAL.


Investigador del sonido y de las texturas analógicas, Martínez -integró la banda marplatense Heurística– también se define como un amante de “los aparatitos”. “Me encanta lo que suena”. En el laboratorio de su casa, “dejo sonando algo y pongo otro aparatito acá, después lo pego y yo me pongo a tocar encima de eso. Y que esta figura autómata pueda mantener un tiempo y una célula rítmica, tocar un instrumento de una manera regular… me parece fantástico. De hecho, ya quiero hacer una orquesta”, se entusiasmó, en la entrevista con LA CAPITAL.

Un motor hace funcionar el sistema de levas y poleas que el autómata tiene en su “abdomen”. “Tiene un control que varía la velocidad, yo muevo las perillas hasta la velocidad con la que quiero que toque y empiezo a tocar encima de él con un par de instrumentos más, se va armando un set”, contó, aunque aún trabaja para perfeccionar el sistema y dotarlo de mayor regularidad.

Fue durante las tres horas de ensayos diarias cuando advirtió que “se sigue experimentando”: ahora quiere que los brazos tengan más movimiento y ajusta cada detalle con puntillismo, junto a varios técnicos a los que también consulta.

La creación de este objeto-muñeco-sonoro-autómata llevó a Martínez a otra investigación: la de las ideas del psicólogo francés Gaitan de Créanmbault (1778-1934), quien definió el automatismo mental y el concepto de “anideísmo”, sobre los que entendió que podría basar su propuesta artística.

“Créanmbault desarrolló la teoría de la automatización de la mente: encontró que algunos pacientes decían que tenían voces en su cabeza que les decían qué hacer, o sea que estaban mandados por otros, con actos y movimientos involuntarios, algo que no controlaban”, expresó sobre la enfermedad mental que detalló el francés.

El artista explicó que el anideísmo se vincula con la falta absoluta de ideas o pensamientos en el contexto de la psiquiatría, una ausencia de pensamiento con significado, “una idea que tiene como base la nada misma”.


Matias 07 “Yo muevo las perillas hasta la velocidad con la que quiero que toque”, señaló.


Si bien este concepto está inscripto dentro de la enfermedad, Martínez dijo percibirlo en el mundo, diseminado en conductas sociales cotidianas y aparentemente comunes. “No es una idea cerrada”, observó y se manifestó proclive al debate que puede generar su propuesta.

Otra imagen del automatismo es la más transitada: personas alienadas por un sistema económico y social que las lleva a trabajar muchas horas en labores no del todo coincidentes con sus intereses, a cambio de un salario que no suele ser muy abultado. “El hombre ha inventado estas cuestiones automáticas que le dan seguridad: el trabajo, el dinero, las religiones. Es difícil sobrevivir fuera del automatismo de la seguridad” y certezas a una vida que, en el fondo, está rodeada de grandes e insondables incertezas, reflexionó el artista radicado en Mar del Plata.