Influyente y poderosa: quién es la mujer que trascendió gobiernos y controla con mano impiadosa el Senasa

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Con el cambio de gobierno, el equipo del presidente Javier Milei sondeó algunos funcionarios de rangos medios de la gestión anterior para continuar en la administración pública. Una de ellas fue María Eugenia Barbieri, quien venía de ocupar un cargo dentro de la subsecretaría de Agricultura en la gestión de Alberto Fernández. Con el correr del tiempo y los constantes cambios dentro de la administración actual, la funcionaria logró acumular cada vez más poder dentro de la estructura organizativa del Senasa: este jueves fue designada como Coordinadora de Registros Agropecuarios. Fuentes cercanas al gobierno adelantaron que, en las próximas semanas, será designada Directora Nacional de Operaciones para que pueda tener más rango en ese ente.

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El ascenso de Barbieri dentro de la estructura del Estado se consolidó en 2024, mediante una sucesión de designaciones que le otorgaron poder político, operativo y financiero. El 3 de julio de 2024 fue nombrada Directora Nacional de Desarrollo Productivo y Sustentable para los Pequeños y Medianos Productores en el ámbito de la Secretaría de Bioeconomía del Ministerio de Economía. Luego, el 21 de octubre de 2024 se formalizó su ingreso al Senasa como Coordinadora de Registros Agropecuarios, hasta el 5 de febrero de 2025. Es la designación cuya continuidad se oficializó este jueves. El cargo lo desempeña en la función de Jefatura I, es decir, una forma de justificar las funciones ejecutivas que hoy ejerce internamente, según aclararon fuentes al tanto. Si bien oficialmente se trata de un cargo de rango menor dentro del organismo, en los hechos, Barbieri ejerce como gerente general de facto, donde realiza tareas ejecutivas, operativas y de control. Está dentro de la toma de decisiones y lo hace sin asumir la firma de resoluciones o decisiones administrativas.

María Eugenia Barbieri es, para algunos, el cerebro detrás de los cambios en el Senasa

El salto que fue dando dentro del Gobierno actual también la llevó a integrar el Comité Ejecutivo del Fondagro, un órgano estratégico con control de fondos públicos, donde representó al Ministerio de Economía. La oficialización se hizo el 26 de marzo de 2024, cuando todavía estaba dentro de la Secretaría de Agricultura, hoy bajo el ala de Sergio Iraeta.

No obstante, su historial en la función pública se remonta a 2009, cuando ingresó a la Secretaría de Industria y Desarrollo Productivo, donde se desempeñó en funciones ligadas a Servicios Generales de la Administración Pública, área que figura actualmente como su cargo oficial en el Senasa. En 2018 fue jefa de gabinete en la Secretaría de Industria. En los últimos años del gobierno de Fernández estuvo como asesora de la subsecretaría de Agricultura que manejaba Delfo Buchaillot.

Según datos a los que tuvo acceso LA NACION, Barbieri mantiene actividad registrada en la AFIP en el rubro “servicios de enseñanza”, con domicilio fiscal en el barrio de Palermo, en la calle Luis Borges. Entre sus antecedentes laborales figura empresas como Bds Company SRL, Luis Losi SA y la Secretaría de Energía. Según su propia declaración jurada patrimonial, en 2024 declaró un patrimonio de $47.798.230,73 entre bienes e inmuebles, depósitos y dinero.

En el Senasa, oficialmente ocupa el cargo en el área de “Servicios Generales de la Administración Pública”: dentro de sus funciones están las tareas ejecutivas y legislativas de administración. Pese a su rango en la formalidad, en el interior del Senasa se la considera la figura más influyente, incluso, por encima del presidente organismo, Pablo Cortese. Está involucrada en todos los temas. Controla tanto la política institucional como la estructura operativa del organismo.

Según señalaron fuentes a LA NACION, Barbieri tiene

Según trascendió, fue ella quien impulsó el despido, hace unos meses, del exvicepresidente del organismo, Sergio Robert. Fue luego una decisión que terminó por ejecutar el entonces secretario Juan Pazo, mano derecha del ministro de Economía Luis Caputo. Fuentes cercanas a Barbieri desmintieron la vinculación con este despido.

Con el paso de los meses se convirtió en una pieza clave de Pazo y Caputo dentro del Senasa y las decisiones a nivel operativo que allí se toman. Sin embargo, Barbieri enfrenta múltiples cuestionamientos dentro del organismo, según testimonios recabados por este medio. Fuentes internas aseguran que su estilo de conducción ha generado un fuerte malestar entre técnicos, directores y empleados administrativos, en un contexto marcado por supuestas decisiones arbitrarias, incluso para avalar resoluciones sanitarias de alto impacto.

Una de las últimas situaciones más criticadas que se vivieron recientemente fue una auditoría que realizaron expertos de la industria frigorífica de México, que concluyó en una primera instancia con resultados negativos para la Argentina. De acuerdo con las fuentes consultadas, esto sucedió tras el despido del anterior director de inocuidad. Su figura genera incomodidad dentro del organismo y algunos objetan su trato con cámaras exportadoras.

Desde su entorno negaron a LA NACION las acusaciones y afirmaron que su accionar responde a un proceso de “reordenamiento interno” y “modernización del organismo”. En rigor, y de acuerdo con la estructura de hoy, Barbieri responde a Caputo, a través de Pablo Lavigne, secretario de Coordinación de Producción.

Dentro del Senasa lleva adelante auditorías, operatorias y normativas que buscan destrabar regulaciones de mercados. La intención, contaron fuentes al tanto a este medio, es marcar una agenda de desregulación para mantener el estándar sanitario del Senasa. No obstante, en los pasillos hablan de que “son cambios de maquillaje”.

Barbieri funciona como una suerte de nexo entre los privados y el Estado, por las decisiones burocráticas que antes se tomaban. Algunos señalan que intenta terminar con los vicios de la gestión anterior, usos y costumbres de realizar las tareas de determinada forma. También que busca que el organismo deje de ser un refugio político, para transformarse en un ente funcional y técnico.