“El gran fracaso de la tecnología HB4”: pedido internacional para suspender el trigo transgénico

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Organizaciones internacionales que defienden la soberanía alimentaria reclamaron la suspensión definitiva de todo permiso de siembra y comercialización del trigo transgénico HB4 en Argentina, Brasil y Paraguay. El pronunciamiento se produjo tras la comprobación de que el trigo transgénico rinde menos que el trigo convencional y en el contexto de la caída de la empresa Bioceres (desarrolladora de la semilla) en el mercado. “Dado el gran fracaso de la tecnología HB4 —al que Bioceres está arrastrando a agricultores en Argentina, Paraguay y otros países—, es hora de que sea sepultada definitivamente”, señalaron las organizaciones Bases-IS, Instituto de Salud Socioambiental, Grain, el Grupo ETC y Acción Ecológica, entre otras. Demandan a los Estados la suspensión del trigo HB4 y denuncian la mentira productiva de la semilla transgénica. Bioceres la había presentado como una innovación tecnológica resistente a las sequías y como una solución al cambio climático. También la promocionó como resistente al glufosinato de amonio, un agrotóxico más peligroso que el glifosato. Sin embargo, los resultados económicos contradicen los informes presentados por la empresa al momento de vender este producto. Desde la agroecología, en tanto, se propone un modelo de cultivo de alimentos sanos, sin contaminación y con rentabilidad y trabajo local.

Trigo Hb4 de bioceres.
Foto: Bioceres

La mentira productiva del trigo transgénico HB4

El área sembrada con trigo transgénico en Argentina era, en 2021, de 53.000 hectáreas. Según datos oficiales, el trigo HB4 rindió un 17 por ciento menos que el trigo tradicional a nivel nacional. De las doce provincias evaluadas, solamente en dos (Córdoba y La Pampa), el transgénico rindió más que los promedios. Pero el diferencial de rendimiento fue menor que el de la publicidad de Bioceres: solamente 5 y 0,4 por ciento más. En nueve de las provincias el rendimiento fue menor, algo no previsto en la información presentada por la empresa.

En febrero pasado, Bioceres reportó una caída del 24 por ciento en sus ingresos. Y anunció la salida de la producción y venta de semillas y su alianza con otras firmas extranjeras para estos desarrollos. En relación al trigo transgénico, delegó a la francesa Florimond Desprez la producción de las semillas. Con esa firma ya habían formado Trigall Genetics, la empresa conjunta que desarrolló el trigo transgénico con base en la tecnología HB4 creada por la Universidad Nacional del Litoral y el Conicet.

Federico Trucco, CEO de Bioceres, explicó: “En el segmento de semillas, estamos afianzando nuestro enfoque en lo que mejor sabemos hacer, obtener ciencia de vanguardia y desarrollar de manera eficiente mejoras genéticas hasta su aprobación comercial. Por eso, hemos decidido salir del negocio de producción y venta de semillas y, en su lugar, asociarnos con líderes de la industria que están mejor estructurados para estas actividades”.

Para las organizaciones, “la espectacular caída de los ingresos de Bioceres da cuenta del fracaso de la tecnología HB4”. Además de la prohibición de su producción en Argentina, Brasil y Paraguay, demandan que se prohíban las importaciones en Sudáfrica, Colombia, Nigeria, Nueva Zelanda, Indonesia y China. También piden que se inicie un proceso de reparación integral en los espacios ya cultivados.

El reclamo se difundió a través de un comunicado que también firman Acción Ecológica, Asociación Nacional para la Promoción de la Agricultura Ecológica, Alianza Biodiversidad, Amigos de La Tierra Uruguay, RapAl Uruguay, Movimiento de Ciencia Ciudadana y Grupo ETC.

“El lanzamiento y posterior aprobación del trigo HB4 generó expectativas entre los productores, que perdieron temporadas de siembras cuando adoptaron este trigo. A esto se suman los riesgos que presenta esta tecnología para los consumidores, aumentando aún más el uso masivo del glufosinato de amonio”, argumentan.

Sin información pública y en contra de los derechos humanos

Pese a tratarse de alimentos básicos de la dieta, no existe un método público validado para la detección, identificación y cuantificación de la presencia de trigo transgénico en harinas y otros derivados. En Argentina, grandes empresas de las cadenas agroalimentarias informaron que no utilizan este transgénico. Es el caso de Arcor y de Molinos Río de la Plata, que concentran la mayor parte del mercado de productos basados en harina de trigo. Sin embargo, el HB4 termina en panaderías, fábricas de pastas y pizzerías sin un etiquetado que lo identifique. El trigo HB4 fue aprobado en Argentina en 2020 y liberado para su comercialización en 2022. En 2023, Paraguay y Brasil avanzaron en la misma dirección. Ninguno de los tres países llevó a cabo procesos de consulta pública ni respetó los marcos legales que protegen el ambiente, pese al peligro de contaminación que implica este transgénico respecto a semillas de trigo convencionales y a la promoción del glufosinato de amonio. Colectivos socioambientales, productores de la agricultura familiar e incluso sectores del agronegocio cuestionaron esta aprobación. Estos últimos, motivados por el riesgo que implica el trigo transgénico al exportar trigo a mercados que no reciben alimentos modificados genéticamente, como la Unión Europea.

En 2024, las organizaciones que reclaman la suspensión de este cultivo ya habían enviado una petición similar a Relatores Especiales de Derechos Humanos. En esa oportunidad, alertaron que el trigo transgénico viola derechos humanos como el derecho a la vida, a la salud, a la alimentación adecuada y a la soberanía alimentaria, a un medio ambiente equilibrado y libre de contaminación, al acceso a la tierra y territorio y a la autodeterminación de los pueblos y comunidades locales.

La alternativa agroecológica ante la sequía

Para conseguir la aprobación del HB4 en Argentina, Bioceres presentó un artículo de 2019 firmado por la científica Raquel Chan. El mismo se titula “Trigo transgénico cultivado en el campo que expresa el gen del girasol HaHB4 supera significativamente al tipo salvaje”. Pablo Galeano, investigador e integrante de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina (Uccsnal), explicó que ese estudio muestra que “las variedades no transgénicas, en promedio, produjeron más que el transgénico en condiciones de estrés hídrico”. Los datos contradicen las conclusiones de Bioceres: el trigo transgénico HB4, en condiciones de sequía, rinde menos que los cultivares no transgénicos.

Gonzalo Rondini es productor de trigo agroecológico en Fincas El Paraíso. La perspectiva agroecológica, explicó, propone mejorar con abono y rotación de cultivos los índices biológicos de los suelos, para que puedan resistir mejor a las sequías. De esta manera, se apunta a generar cultivos resistentes a la falta de agua, pero sin transgénicos ni dependencia de insumos externos contaminantes. Afirma que, si se logra mediante la mejora del suelo con abonos elaborados en el propio campo, se puede generar un impacto positivo en la calidad del trigo y en el ambiente. Esa producción aumenta también la rentabilidad de los productores.