Sebastián Domínguez se fue de Vélez luego de perder con Huracán: un ciclo que duró nueve partidos

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Otro golpe que desestabiliza. Otra derrota que duele, derrumba y desata la bronca de los hinchas, esos que pasaron en un par de meses de la felicidad a la oscuridad. Vélez cayó 2 a 0 con Huracán, que llevaba 18 años sin ganar en Liniers, sumó su octavo partido sin triunfos y también sin convertir goles. A la debacle del Fortín se le agregaron dos expulsados, cuatro lesionados y una despedida que refleja el desconcierto que impera: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo; la comisión se va a la p… que te parió…”. En ese contexto inflamable, la continuidad de Sebastián Domínguez parecía sentenciada.

El cabezazo de Ramírez, la primera bofetada que recibió Vélez en Liniers

El partido se convirtió en un clásico moderno. Desde aquella polémica definición del torneo Clausura 2009 a la reciente y última Liga Profesional, donde nuevamente Vélez y Huracán jugaron en la última fecha un mano a mano por la corona. El Fortín celebró en las dos oportunidades y ese grito de “dale campeón”, el domingo, en Liniers, bajo la lluvia, se ofreció como un bálsamo antes de caer frente al Globo. Porque el presente de Vélez es muy distinto al que se vivió con la vuelta olímpica: los de afuera se exaltan por la flojísima campaña, los de adentro se enredan en el juego y el director técnico Domínguez no encuentra la receta para encarrilar el rumbo. El combo impide descubrir una señal alentadora, aunque el Fortín en el lapso de un año y medio naufragó en el caos -aprietes de la barra brava en la villa Olímpica-, se reinventó para bordar una estrella y ahora vuelve a derrumbarse.

Desconcierto en Vélez, que sigue sin ganar ni convertir en el torneo

La estadística resalta el saldo negativo del ciclo Domínguez, que firmó contrato con Vélez sin rescindir con Tigre. El equipo que alinea tiene la virtud de controlar la posesión de la pelota en la mayoría de los encuentros, pero no genera situaciones de peligro: los números no mienten, porque no señaló goles en ocho partidos y el único grito de desahogo lo tuvo, mediante un penal, el miércoles en los 32avos de final de la Copa Argentina frente a Midland.

El resumen de la victoria de Huracán sobre Vélez

Como 96 horas atrás con el Funebrero de Libertad -de la primera B-, el equipo se marchó al vestuario en el entretiempo resistido, silbado. “Y pongan huevos la p.. que los parió”, el grito que tronó en el estadio José Amalfitani. La misma escena se vivió el miércoles reciente con Midland en Vicente López, aunque el gol de Brian Romero –siempre aplaudido, aun en la confusión- revirtió por unos días el ánimo. Ese éxito fue una bocanada de oxígeno, aunque no alcanzó para despertar ideas en un cerebro que perdió imaginación y no enseña respuestas.

El panorama es complejo y a la racha de resultados se le suman otros agujeros oscuros. En 31 minutos del primer tiempo, Domínguez debió quemar dos ventanas de cambios: Imanol Machuca reemplazó a Matías Pellegrini a los 10′; 21 minutos después, Patricio Pernicone tomó el lugar de Emanuel Mammana. Las lesiones aprietan al grupo: en el entretiempo, Machuca y Christian Ordoñez se quedaron en el banco de los suplentes, por molestias físicas, para que salten a la cancha Kevin Vázquez –recibió la tarjeta amarilla en la primera acción en la que intervino- y Benjamín Bosch. La nómina de jugadores que pasaron por la enfermería aumenta con Thiago Fernández, Joaquín García, Florián Monzón…

Elías Gómez intenta proteger la pelota ante Tomás Guidara, Vélez pasó de consagrarse campeón a ser un equipo sin rumbo

Los que conocen la intimidad del club señalan que el grupo tiene un frente abierto interno que la vuelta olímpica del año pasado disimuló, aunque sería una de las razones que motivaron la salida del entrenador Gustavo Quinteros, ahora en Gremio, de Brasil. Por un lado, los denominados exRiver, con Romero, Mammana y Elías Gómez; del otro, los que se alineaban con Claudio Aquino –ahora en Colo Colo-, Agustín Bouzat y Francisco Pizzini. Entre lesiones y supuestas disputas internas, la situación novelesca de Valentín Gómez, que mañana volvería a entrenarse con el grupo –a la espera de una oferta-, luego de la fallida venta a Udinese ante la ausencia de pago de 8.500.000 dólares del grupo inversor que lidera Foster Gillett.

El aura negativa se replica en la cancha, donde el arquero Tomás Marchiori sostuvo al equipo en partido con sus atajadas hasta los minutos finales. No pudo con el remate de cabeza de Eric Ramírez –un N°9 improvisado, porque al DT Frank Kudelka no lo conforman Ramón Ábila ni Matías Tissera-, que en un movimiento perfecto tomó a contrapié al guardavalla. La tarjeta roja que recibió Aaron Quirós y luego Pernicone, otro ladrillo en la pared para el Fortín que, si 11 contra 11 era inferior, en desventaja se limitó a practicar un juego temerario y recibió el golpe definitivo con Tissera, que en el mano a mano eludió al arquero para enterrar el puñal en un cuerpo desgarrado.