La capital de Brasil vivió ayer la fiesta carnavalera con un tono de irreverencia política, en un desfile que atravesó el centro de la ciudad con un ataque ácido y musical contra la corrupción.
El bloque Pacotao, el más tradicional de Brasilia, convirtió al presidente Luiz Inácio Lula da Silva en el blanco de su acostumbrada fisga política.
“¿Por qué no te callas, Lula”?, rezaba una de las mantas que acompañaron al trío eléctrico, la banda que va tocando montada sobre un camión mientras alrededor van centenares de personas de todas las edades bailando a los ritmos de frevo y samba, sonidos propios de los carnavales más tradicionales de Brasil.
El bloque Pacotao ha hecho del carnaval un asunto político desde su concepción hace tres décadas, cuando nació para hacer ataques en tono festivo a la entonces dictadura militar que gobernaba el país más grande de América latina.
“Este año estamos homenajeando a Lula”, explicó Joka Pavarotti, como se autodenomina uno de los dirigentes históricos del bloque, que atravesó una de las calles más céntricas de la capital.
“Nosotros siempre hacemos sátira política, y este año dedicamos el bloque a toda esa gente que metió mano en el dinero de todos nosotros”, comentó.
En una manta que iba sobre el trío eléctrico se leía “Revolución en el Pacotao”, mientras en una caricatura aparecían el “camarada Hugo Chávez”, el “cacique Evo Morales” y el “comandante Fidel Castro” sentados en una isla.

Bailando bajo la lluvia. La lluvia se hizo presente ayer en medio de la sensualidad y el brillo que caracterizan al mayor carnaval del mundo, en el segundo día de festejos de la tradicional fiesta popular brasileña.
En Río de Janeiro, donde ayer comenzó el desfile del Grupo Especial de escuelas de samba que participan del concurso oficial, los blocos callejeros que se adueñan de las arterias y avenidas de la capital carioca se vieron bendecidos por la lluvia, que lejos de ahuyentar, animó a millares de bailarines anónimos.
Los paraguas y capas de lluvias se acoplaron a los disfraces, que dieron color a la fiesta callejera. “El carnaval es una vez por año. La lluvia forma parte del contexto. Vale la pena”, resumió un locutor. “¡A cerrar los paraguas!”, instó a la multitud.
Como ocurre en todo Brasil, en los festejos callejeros se mezclan mujeres y hombres de todas las edades y condiciones sociales, en una habitual confraternización favorecida en Río por la vecindad de barrios opulentos y favelas.
Los mayores desfiles callejeros se desarrollan en las cálidas ciudades de Salvador, Recife y Olinda, donde los festejos comenzaron informalmente hace varios fines de semana.