Un completo desconocido es la apasionante biografía musical de un artista que cambió todo

0
11

Un completo desconocido (A Complete Unknown, Estados Unidos/2024). Dirección: James Mangold. Guión: James Mangold y Jay Cocks. Fotografía: Phedon Papamichael. Edición: Andrew Buckland y Scott Morris. Elenco: Timothée Chalamet, Edward Norton, Monica Barbaro, Elle Fanning, Boyd Holbrook, Scoot McNairy. Duración: 141 minutos. Distribuidora: Buena Vista. Calificación: solo apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: muy buena.

¿Cómo hace una multitud para hacer suyo y cantar al unísono el estribillo de un tema que acaba de interpretarse por primera vez? La respuesta no hay que buscarla en los libros de historia, aunque los hechos se aproximan bastante a lo que ocurrió en realidad, sino en la mirada y el pensamiento de un gran autor cinematográfico llamado James Mangold, que desde hace tiempo viene dedicándose a contar en sus películas dos cosas: biografías de personas muy convencidas de lo que hacen y relatos sobre lo que significa para ellas el paso del tiempo, sobre todo cuando se comprometen en algo que está destinado a ocurrir.

Lo que canta esa multitud como si sintiera esos versos como propios desde hace mucho es “The Times They Are A-Changin”, una de las más grandes canciones de Bob Dylan, el “perfecto desconocido” cuya llegada a Nueva York en 1961 cambiará para siempre la identidad de la música popular del siglo XX. El tema es el equivalente dylaniano del Sermón de la Montaña, un manifiesto ético, social y político en el que se proclama la inevitabilidad de un cambio rotundo que arrastrará a quien no lo entienda y que dará más tarde la victoria “al que ahora pierde”.

Mangold sitúa ese hecho clave en el Festival de Folk de Newport (Rhode Island) de 1963. Y en medio de la revelación coloca, como en un desfile de apariciones decisivas, a quienes vienen acompañando (con distintos grados de incomodidad y descolocamiento) al artífice de ese cambio. Frente a nuestros ojos y a los de Dylan (Timothée Chalamet) van apareciendo Pete Seeger (Edward Norton), Joan Baez (Monica Barbaro), Sylvie Russo (Elle Faning como una versión ficticia de Suze Rotolo, una de las musas dylanianas) y Johnny Cash (Boyd Holbrook).

Ese tablero se completa con el prócer del folk Woody Guthrie (Scoot McNairy), ya enfermo e incapaz de seguir hablando o cantando. El comienzo de esta película muestra al tímido Dylan llegando por primera vez a Nueva York para conocer a su ídolo, sin saber nada de lo que va a pasar después. Al final, maestro y discípulo sellarán la continuidad de un movimiento que no se detiene a pesar de los intentos de mantenerlo fijo y dogmático.

Dylan llega para enfrentarse a los que quieren mantener todo inalterable. Un completo desconocido es la siempre apasionante crónica de ese momento disruptivo que apenas cuatro años después de iniciado se corona con la primera experiencia (también en Newport) de un Dylan eléctrico, resuelto más que nunca a hacer lo que su inspirado impulso creativo le ordena incomodando a todos los demás salvo a Cash, otro gran innovador. Los dos pasaron a la historia por romper moldes sin renunciar en absoluto (todo lo contario, aunque muchos tardaron en comprenderlo) a la esencia y al origen de su identidad musical, ese gran cruce de caminos entre el folk, el blues, el gospel, el rock y el country que hoy llamamos genéricamente “americana”.

Edward Norton (Pete Seeger) y Timothée Chalamet (Bob Dylan) en Un completo desconocido

Mangold también elige un camino no convencional para narrar esa extraordinaria aventura transformadora, que compacta algo menos de cinco años en dos horas y veinte minutos. Lo hace a través de las grandes canciones de ese tiempo, que se escuchan casi siempre completas y con las espléndidas voces de los actores. Chalamet no solo atrapa a la perfección el sonido nasal, tenso y reconcentrado de Dylan. Desde allí empieza a hacer suyas la decisión, la rebeldía y la voluntad de llevar adelante con poesía y música un cambio que vislumbra mejor que nadie. Todo el ambivalente vínculo con Seeger (un convincente Norton) se configura de la misma manera.

Esas canciones nos ayudan también a conocer la complicada vida afectiva de Dylan, que atraviesa tormentas y peleas junto a Baez (a quien Barbaro le aporta más expresividad en su bellísima voz que en sus gestos), y caprichos y arrebatos al lado de Russo, un personaje que reclamaba más tiempo en pantalla. Esta vez disfrutamos poco de la magnífica Elle Fanning.

En el breve e intenso derrotero nos encontramos con varias citas y testimonios históricos (la lucha por los derechos civiles, la crisis de los misiles, el asesinato de Kennedy) que la película recorre a la misma velocidad con que registra visualmente todo este vertiginoso proceso de cambios.

Hasta el entorno urbano del Village y los otros rincones de Nueva York en los que transcurre la acción (desde pequeñas buhardillas hasta estudios de grabación y de programas de TV) experimentan la transformación que se produce alrededor de una figura consciente (y distante a la vez) de su aporte, fundamental para que nada sea igual a partir de ese momento. Y todos, sin excepción, lo entienden así.