Los tres escenarios posibles para el programa argentino con el FMI que detalló un exfuncionario del organismo

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El ex director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), Alejandro Werner. EFE/Erik S. Lesser/Archivo

Mientras que el equipo técnico del FMI continúa en Buenos Aires, Alejandro Werner, ex director del Departamento del Hemisferio Occidental del organismo, analizó la gestión económica del nuevo gobierno y planteó tres escenarios posibles en las negociaciones hacia un nuevo acuerdo con Argentina.

En un artículo publicado en el Peterson Institute for International Economics (PIIE), el economista, que fue miembro del FMI cuando se firmó el acuerdo stand-by de 2018 por USD 44.000 millones; destacó logros del presidente Javier Milei en su primer año en la Casa Rosada, tales como la eliminación del déficit fiscal, la baja de la inflación y reducción de la brecha cambiaria.

No obstante, Werner aseguró que este año el Gobierno enfrenta dos desafíos cruciales que determinarán la sostenibilidad de su programa de estabilización.

En primer lugar, “las elecciones legislativas de medio término en octubre serán una prueba de su fortaleza política. El primer desafío es asegurar un buen desempeño en estos comicios. Con la renovación de la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado, el escenario es decisivo. Actualmente, La Libertad Avanza, el partido de Milei, tiene representación mínima en el Congreso”.

El segundo desafío que menciona está relacionado con la apreciación excesiva del peso argentino. “En 2024, la inflación fue de 117%, pero el peso se depreció menos del 30%, quedando en uno de sus niveles más altos en décadas. Esta apreciación representa un riesgo significativo para el programa de estabilización basado en el tipo de cambio, especialmente considerando las reservas netas negativas del Banco Central y la lenta acumulación de reservas internacionales”, precisa.

El tipo de cambio real multilateral de Argentina cayó fuertemente en 2024 (PIIE)

Y sostuvo que Argentina aún se encuentra en las primeras etapas de su esfuerzo de estabilización, por lo que muchos de estos desequilibrios y fragilidades no se han acumulado. En consecuencia, una transición hacia un régimen cambiario más flexible y sostenible no enfrentaría los bucles de retroalimentación negativa que desencadenaron severas crisis en otras experiencias.

En tanto, afirmó que sin suficientes reservas, el peso no puede flotar libremente ni se puede eliminar el cepo. Sin embargo, ajustar el tipo de cambio podría generar un repunte temporal de la inflación y pérdida de poder adquisitivo, lo que pondría en riesgo las perspectivas electorales de Milei.

En este contexto, hace unas semanas concluyó el segundo programa con el FMI. El primero fue firmado por Mauricio Macri en 2018, y el segundo, por Alberto Fernández en 2022.

“Milei decidió retener este último acuerdo, considerando que sus políticas superarían las metas del programa. Sin embargo, Argentina ahora necesita un tercer programa con el FMI, no solo para refinanciar los servicios de deuda con el Fondo en los próximos años, sino también para acceder a nuevos recursos que fortalezcan sus reservas”, aclaró Werner.

Argentina necesitará más fondos en los próximos años para reforzar sus reservas y atender el servicio de su deuda con el FMI (PIIE)

Los puntos críticos en las negociaciones incluyen las políticas cambiarias y de tasas de interés, que no permitieron engrosar las reservas lo suficiente.

“Un programa del FMI con aportes financieros sustanciales para reforzar reservas podría mitigar el riesgo de un ajuste desordenado del tipo de cambio. Sin embargo, con las elecciones acercándose rápidamente, es improbable que Milei se desvíe de su trayectoria actual de desinflación”, planteó.

Así, Werner cree que las negociaciones con el organismo podrían seguir tres caminos:

  • Argentina podría evitar la condicionalidad políticamente costosa del FMI en materia de tipo de cambio y tasas de interés, buscar un financiamiento costoso en los mercados internacionales y llevar las reservas internacionales netas a un territorio aún más negativo para cubrir sus necesidades externas de 2025, posponiendo un acuerdo integral con el FMI hasta después de las elecciones
  • Que el FMI acepte el argumento argentino de la apreciación excesiva del peso y firme un nuevo programa con importantes recursos iniciales y cambios cosméticos en las políticas actuales. El optimismo argentino respecto a su capacidad de influencia en estas negociaciones y, por ende, a la posibilidad de que este escenario se materialice, ha aumentado desde la elección de Donald Trump y la buena relación que ambos presidentes parecen tener
  • Con un enfoque escalonado, el FMI podría brindar apoyo a corto plazo para cubrir las obligaciones de Argentina con el Fondo en 2025 a través de un Acuerdo Stand-By (SBA) de un año, lo que también permitiría a otras instituciones financieras internacionales refinanciar el servicio de deuda de Argentina. Después de las elecciones, seguiría un programa más robusto, probablemente un Acuerdo de Facilidades Extendidas (EFF).

Este último, según Werner, probablemente incluiría un respaldo financiero mayor, con desembolsos netos positivos por parte del FMI durante 2026, condicionados a la corrección de la sobrevaloración del tipo de cambio y a la aceleración del desmantelamiento de los controles cambiarios. Esta estrategia aliviaría las presiones financieras inmediatas mientras se pospone un apoyo significativo del FMI hasta que Argentina resuelva sus incertidumbres políticas y económicas.

Y reflexionó: “No firmar un nuevo acuerdo colocaría a Argentina en una situación financiera muy delicada, ya que el servicio de su deuda con el FMI y otras instituciones financieras internacionales (IFI) en 2025 asciende a cerca de USD 8.000 millones, una suma que los participantes del mercado probablemente no estarían dispuestos a prestar a Argentina para pagar a estas organizaciones”.

Además, consideró que el esfuerzo de estabilización de Argentina es el más serio y exhaustivo en más de una década, independientemente de la cuestionable decisión sobre el régimen cambiario. Por lo tanto, sería imprudente que el Fondo permaneciera al margen durante un año electoral.

“Optar por la segunda opción permitiría a Argentina ampliar sus desequilibrios externos financiados con recursos del FMI, dejando al país en una posición financiera más débil una vez que ocurra la corrección cambiaria”, dijo el ex funcionario del organismo.

“La tercera opción parece equilibrar correctamente los objetivos políticos internos con políticas sólidas, asegurando en el diseño del Acuerdo Stand-By (SBA) que durante 2025 no se acumulen fragilidades financieras ni desequilibrios externos”, agregó.