A 40 años del suicidio de Mary Terán de Weiss La primera tenista del pueblo

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FOTO ARCHIVO EL GRAFICO tenis femenino mary terán de weiss
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tenis femenino mary terán de weiss

(…) Al hacerse cargo de la intervención en la Asociación Argentina de Tenis la persona nombrada por las autoridades revolucionarias, recibí en Berlín un cablegrama firmado por el interventor, en el que me comunicaba que desde ese momento no podía seguir representando a mi país en torneos internacionales. (…) Reunida la Federación Internacional de Lawn Tennis en Londres, solicitó a las autoridades argentinas que comunicaran las razones de la inexplicable sanción que se me había notificado; desde Buenos Aires se contestó que la sanción obedecía a mis vinculaciones políticas con el gobierno depuesto. Particularmente exigí que me detallaran dichas vinculaciones, pero las autoridades del tenis argentino jamás contestaron a mis requerimientos. Entonces, la Federación Internacional de Lawn Tennis, por considerar que no existían motivos valederos para tal castigo, me autorizó expresamente a seguir jugando”, se lee en la Carta Abierta que la tenista Mary Terán de Weiss publicó en la revista El Gráfico del 22 de julio de 1964. Fue para anunciar no sólo su retiro del tenis profesional, sino también para denunciar el maltrato recibido por ser referente del deporte en tiempos del peronismo.

El 8 de diciembre de 1984, sumida en una depresión, se tiró desde el séptimo piso de un edificio de Mar del Plata al que había ido a descansar. Terán tenía 66 años; se han cumplido 40 y aún no hizo justicia con su figura. Nunca le perdonaron su acercamiento al presidente Juan Domingo Perón y a su esposa, Eva Duarte. También la atacaron por su intento de popularizar un deporte entonces elitista como el tenis. Mediante la Fundación Evita proporcionaba raquetas a chicos en complicada situación económica. Algunas de sus colegas se negaban a enfrentarla por cuestiones ideológicas. Los dirigentes también le hicieron el vacío. Funcionaria, cuando Perón fue derrocado en el 55 no pudo regresar al país desde Alemania, donde competía. Le incautaron los bienes. Volvió mucho después, pero nunca dejaron de amenazarla.

“A ella la odiaban más que a Gatica. Se acostumbró a que la llamen por teléfono a cualquier hora y la insulten”, dice el historiador y dirigente político Víctor Lupo, autor de libros referenciales sobre la temática. Historia política del deporte argentino (Corregidor) y 100 ídolos porteños (junto al periodista Horacio del Prado, de la misma editorial) son algunos. Lupo fue uno de los pioneros en reivindicar su figura. Integró la Liga Justicialista del Deporte, que en septiembre de 1980 realizó una “cena de desagravio” en honor a Terán de Weiss. Ese mismo año Terán fue protagonista de una polémica, cuando la Ciudad de Buenos Aires y el Círculo de Periodistas Deportivos quisieron premiar a los cinco mejores deportistas por actividad de la historia. Terán fue excluida. Aficionados al deporte protestaron a través de una carta publicada en La Nación. “Estaba en la lista pero la bajaron”, dice Lupo.

Como tenista empezó representando al Rowing Club rosarino y luego al Atlético Rosario, al Lawn Tennis Club y a River. Jugó torneos nacionales en representación de Santa Fe. Ganó 832 partidos sobre 1.100 entre singles, dobles y dobles mixtos. En 1950 venció en los abiertos de Irlanda e Israel y en el 51 en Colonia y Baden-Baden, Alemania. Ganó dos medallas doradas y una de bronce en los Juegos Panamericanos de Buenos Aires de ese año. Fue número uno argentina en 1941, 1944, 1946, 1947 y 1948.

Su gran rival deportiva, Felisa Piédrola, la enfrentaría además en el terreno ideológico. “Putita rosarina”, le gritó en un partido. Los 60 también fueron duros. River fue el único club que la incorporó, pero las rivales se negaban a jugarle. Mabel Bove llamaba a colegas para que no se presenten en los torneos en los que participaba Terán. “La conocí en el 79. Era una ‘señora’. Solía ser irónica. Decía que sus rivales la evitaban no por cuestiones ideológicas sino porque tenían miedo de perder. Y algo de eso había, porque era muy buena jugadora”, la recuerda Lupo. Tras su retiro, no dejó de viajar a Europa ni de dar algunas clases particulares de tenis.

Su marido, el tenista Heraldo Weiss y capitán del equipo de Copa Davis, la llevó hacia el peronismo. Ya de grande, Terán practicó golf. Cuenta Lupo en su Historia política del deporte argentino que lo jugaba sobre una alfombra en el fondo de su negocio de ropa deportiva de la avenida Córdoba y Florida.

A la muerte de Eva (26 de julio de 1952) Perón le ofreció matrimonio. Ella también acababa de enviudar. “Me contó que no quería ser Primera Dama”, dice Lupo. “No estaba capacitada para reemplazar a Evita”, se justificaba Terán. Sufrió un atentado (ella mencionó a Juan Duarte, hermano de Eva, como el autor), se codeó con figuras de Hollywood como Errol Flynn y hasta con la princesa Isabel de Inglaterra (Isabel II).

Su generación, conocida como la del 50, fue la más ganadora del deporte argentino. Pero a partir del 55, cuando se produjo la Revolución Libertadora, sus integrantes –campeones con futuro– fueron cancelados de empleos y de menciones. Algunos nombres: Pascual Pérez, Delfo Cabrera, Osvaldo Suárez, Reinaldo Gorno, Eduardo Guerrero, los hermanos Félix y Fulvio Galimi. Juan Manuel Fangio, por ejemplo, corrió mejor suerte.

Terán de Weiss se había acostumbrado al olvido y a los ataques. Pero a lo que no pudo acostumbrarse, recuerdan quienes la conocieron, fue a la tristeza por la muerte de su madre, Gregoria Giménez, con quien vivía en un departamento en Recoleta. Ella era quien se encargaba de armar la carpeta con sus recortes periodísticos.

En noviembre del 84, según escribió el periodista especializado en tenis Roberto Anderson en su libro Mary Terán de Weiss, fue “trasladada de urgencia a un sanatorio de atención neurológica como consecuencia de haber ingerido barbitúricos”. El 5 de diciembre le dieron el alta y fue cuando las amigas de su madre la invitaron a descansar en un departamento marplatense de la calle Santa Fe 1820. En eso estaba cuando, tras ingerir barbitúricos, según los análisis posteriores, se arrojó al vacío desde un séptimo piso. Su muerte pasó desapercibida en los grandes medios de comunicación, salvo para aquellos que apelaron al escándalo con una foto durísima de su cuerpo.

Rosario –donde nació el 29 de enero de 1918– la reivindica con el nombre de una calle y la realización de torneos. Mar del Plata también le rindió homenajes y mediante la ley 2501/07 se denominó Mary Terán de Weiss al estadio del Parque Roca de Buenos Aires, hoy escenario de partidos internacionales. Hay también documentales: Mary Terán, la tenista del pueblo, es un trabajo formidable, a la vez que homenaje, de la guionista y directora rosarina Judith Battaglia. Costó, pero con el tiempo, Mary Terán de Weiss empezó a tener el merecido reconocimiento.