Entre rumores y desmentidas, Milei sostiene su plan de mudar la embajada argentina a Jerusalén

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Con tres años como ministro de Economía y uno como canciller, siempre a las órdenes del primer ministro Benjamín Netanyahu, Eli Cohen es hoy una de las voces más potentes del gabinete israelí, en la actualidad como ministro de Energía. Por eso, la foto –y sobre todo el texto– de su reciente encuentro con el embajador argentino, Axel Wahnish, llamó la atención de propios y extraños. “Me encontré con el embajador argentino en Israel, el rabino Simón Axel Wahnish. Continuaremos fortaleciendo el pacto estratégico entre los países, y trabajando juntos de cara a la apertura de su embajada en Jerusalén, en enero”, escribió el ministro israelí en su cuenta de la red X.

Casi de inmediato, el tuit desapareció. “Le pedimos que lo sacara”, reconocen en voz baja a LA NACION desde el Gobierno y la diplomacia argentina, que hoy encabeza Gerardo Werthein, sin dar más precisiones. “Declaraciones de esta índole son publicadas por la cancillería israelí o la oficina del Primer Ministro. No hay aún mensajes oficiales de estas dependencias sobre esta situación”, afirmaron desde Tel Aviv, intentando un difícil equilibrio entre no desautorizar del todo a un ministro, aunque a la vez negando que ese tema hubiera sido parte de la conversación.

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Haya sido o no un error o una imprudencia de Cohen, lo cierto es que la mudanza de la embajada, actualmente radicada en Hertzlia (a pocos minutos del centro de Tel Aviv) a Jerusalén es un deseo compartido por el gobierno de Netanyahu y el presidente Javier Milei, quien blanqueó su “plan” de traslado de la sede diplomática el 6 de febrero pasado, ni bien pisó por primera vez el aeropuerto David Ben Gurión, en su saludo inicial al entonces canciller del Estado hebreo, Israel Katz.

Meses antes, y ya como presidente electo, Milei había expresado: “Tengo la intención de cumplir mis compromisos. Jerusalén es la capital de Israel y el traslado de la embajada a la Ciudad Santa simboliza a mis ojos nuestro reconocimiento de este hecho”, dijo a una publicación ortodoxa judía en noviembre del año pasado.

La (¿desafortunada?) frase de Eli Cohen tiene un anclaje muy concreto. Fuentes de ambos gobiernos no descartaban, al menos hasta la aparición del tuit, una segunda visita de Milei a Israel para fines de enero, antes o después de su proyectada participación en el Foro Económico de Davos. La oportunidad parece propicia, y Milei sabe que tiene “invitación abierta” para llegar a Tel Aviv cuando así lo disponga.

El tuit borrado por el ministro de Energía israeli, Eli Cohen

Los rumores sobre el inminente traslado de la embajada a la ciudad considerada santa por las tres religiones monoteístas, designada capital del país por ley del parlamento israelí desde 1980, complicaron el paso de Wahnish, guía espiritual del Presidente, por el Senado, cuando concurrió a defender su pliego a la Comisión de Acuerdos, en marzo pasado.

“Quiero saber qué opina usted de la mudanza de la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén para el impacto de la política argentina en la soberanía de Malvinas”, preguntó entonces el senador radical Martín Lousteau, y recordó que según Naciones Unidas, el sector Este de Jerusalén (poblado mayoritariamente por árabes palestinos) “es territorio en disputa”.

Wahnish, entonces, afirmó: “Nunca iríamos a poner la embajada en el sector Este de Jerusalén, iríamos a poner la embajada en el sector de Jerusalén que la ONU reconoce como parte de Israel”. Hizo falta una reunión a puertas cerradas entre Wahnish, Lousteau, la vicepresidenta Victoria Villarruel y la entonces canciller Diana Mondino para dar garantías al senador radical y destrabar así su pliego.

En los últimos días, Milei dio renovadas muestras de su alianza con Israel. Además de respaldar al gobierno de Netanyahu en su disputa bélica con los grupos terroristas Hamas y Hezbollah, y reclamar el retorno de los 101 israelíes aún secuestrados en la franja de Gaza, el Presidente anunció la semana pasada, en un acto organizado por la Cámara de Comercio Argentino-Israelí, la firma de un memorándum entre ambos países, una “alianza bilateral entre dos naciones hermanas (…) un pacto en defensa de la libertad y la democracia, y de combate al terrorismo y a las dictaduras”. El texto final está aún en preparación, y “son cuestiones que llevan su tiempo”, tal como contestó a este diario el portavoz Manuel Adorni, el miércoles, en su conferencia de prensa en Casa Rosada.

Con la eventual mudanza, la Argentina seguiría el camino de Estados Unidos, que trasladó su embajada durante la presidencia de Donald Trump, el principal aliado de Milei, que regresa a la Casa Blanca el 20 de enero. Otro puñado de países como Guatemala, Honduras, Kosovo y Papúa Nueva Guinea también tienen su embajada allí, mientras que el presidente del vecino Paraguay, Santiago Peña, hará lo mismo en una ceremonia especial la semana que viene, en su proyectado viaje al Estado hebreo. El resto de los países tienen sus representaciones en Tel Aviv o ciudades aledañas, como la Argentina, aunque los cambios de sede ya parecen estar en marcha.