A lo largo de su evolución, el ser humano se ha ido haciendo cada vez más lampiño y en la actualidad sólo conserva matas de pelo en determinadas zonas sensibles del cuerpo. Su función no es otra que protegerlas de las agresiones, como los traumas y la insolación; y de las infecciones. Precisamente todo esto es lo que hace el vello púbico, además de servir de reclamo erótico. Ambos sexos se sienten atraídos por la pilosidad que rodea los genitales; las caricias en esta zona pélvica desata reacciones voluptuosas. En el caso del vello púbico femenino, aparte de proteger los delicados tejidos de la vulva, tiene la función de acumular el olor que desprenden las glándulas de la región genital y que sirven para que la pareja verifique si ella está lista para el coito y la reproducción.
Hoy, la moda impone cuerpos lampiños, lo que implica la eliminación total o parcial del vello púbico. Desde el punto de vista médico, esto no supone ningún problema, a menos que existan pelos encarnados o que surjan irritaciones y procesos alérgicos.