El filósofo francés presenta en Buenos Aires el libro “La opción por la guerra civil. Otra historia del neoliberalismo”
Pierre Dardot: “Milei no es un libertario muy coherente”
Se trata de un trabajo coescrito con Christian Laval, Haud Guéguen y Pierre Sauvêtre, que expone los postulados de referentes del neoliberalismo como Mises, Röpke, Hayek, Lippman y Friedman y las experiencias políticas que produjeron. En ese sentido, Dardot señala que el presidente argentino “retrocede en los aspectos progresistas del libertarismo de derechas y se aferra a su visión conservadora”.
El filósofo francés Pierre Dardot presentará en Buenos Aires el libro La opción por la guerra civil. Otra historia del neoliberalismo, coescrito con Christian Laval, Haud Guéguen y Pierre Sauvêtre. Editado por Tinta Limón, este minucioso texto pone el foco en el lugar de la violencia y la guerra civil en la historia del neoliberalismo, la forma que esto toma en el contexto actual, a la vez que traza posibles estrategias para la igualdad y la democracia. Sin dudas, la afirmación de que el neoliberalismo activa la guerra civil es atractiva para pensar la Argentina de hoy. La charla será este lunes a las 19, en Cazona de Flores (Morón 2453). Antes de su llegada al país, desde Chile, Dardot respondió a un cuestionario de Página/12 vía mail.
“Milei no es un libertario muy coherente”, asegura el francés. “En definitiva, el libertarismo reivindicado por él no puede reducirse a un simple disfraz ideológico: por su carácter esencialmente crítico y negativo, es un ingrediente indispensable del militarismo en la medida en que procede de una radicalización a la derecha del neoliberalismo más que de una superación de este último en una aplicación del libertarismo.”
Dardot es doctor en filosofía y docente y se especializa en la obra de Marx y Hegel. Los cuatro autores del libro son miembros del laboratorio Sophiapol de la Universidad París-Nanterre y dirigen el Grupo de Estudio sobre el Neoliberalismo y sus Alternativas. Junto a Laval, que es sociólogo, Dardot se ha dedicado al análisis del neoliberalismo en títulos como La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal (2013), La pesadilla que no acaba nunca. El neoliberalismo contra la democracia (2016) y Dominar. Estudio sobre la soberanía del Estado de Occidente (2021).
La opción por la guerra civil. Otra historia del neoliberalismo va de la teoría a la realidad. El puntapié de su escritura fue el predominio a escala planetaria de un imaginario de ultraderecha, autoritario y racista. En poco más de 300 páginas se exponen los postulados de los referentes del neoliberalismo -Mises, Röpke, Hayek, Lippman, Friedman- y se analizan experiencias políticas como el Chile de Pinochet y la Inglaterra de Thatcher. “El neoliberalismo, desde sus orígenes, es el resultado de una opción propiamente fundacional: la opción por la guerra civil. Y esta opción sigue siendo hoy, directa o indirectamente, la que dirige su orientación y sus políticas, incluso cuando estas no implican el uso de medios militares”: esa es la tesis del trabajo colectivo, tal como se plantea en la introducción, que habla también del uso cada vez más explícito de la represión y la violencia.
“El neoliberalismo no está doctrinalmente unificado”, precisa Dardot en diálogo con este medio. “Siempre ha habido divergencias entre las distintas corrientes de su historia. Sin embargo, ha habido una cierta unidad estratégica que proviene de la forma en que siempre se ha definido a sí mismo en oposición a los enemigos designados como enemigos de la civilización: principalmente el socialismo, el Estado de bienestar y el sindicalismo. Estos enemigos pueden describirse como enemigos ‘civilizacionales’. Pero esta noción es insuficiente porque es demasiado general. Para que la estrategia de la guerra civil funcione necesitamos construir figuras que ejemplifiquen esta noción de enemigo civilizatorio en una situación determinada: minorías étnicas o sexuales, wokismo, teoría de género, feminismo, islamismo, etcétera”, explica el pensador.
Las alianzas de la extrema derecha
Esta “construcción discursiva y política” es la que permite el armado de “alianzas forjadas a escala internacional”. “El Congreso de Vox, celebrado en Madrid el 19 de mayo, fue testigo de una ruidosa exhibición de la alianza de extrema derecha, con Milei en el papel de ‘estrella americana’, junto a Marine Le Pen y Georgia Meloni. ‘Voy a demostrar al mundo que un gobierno que comparte nuestras ideas puede tener éxito’, declaró el presidente argentino. Con esta ambición, Milei pretende dar ejemplo, dejar su impronta política”, plantea Dardot. Las alianzas se tejen pese a las diferencias entre gobiernos y avanza un “frente internacional antiprogresista”.
“Meloni obligó a Milei a asistir a la cumbre del G7 en junio. Más recientemente, vimos cómo Meloni tomó la iniciativa de invitar a una docena de representantes de la derecha y la extrema derecha a una reunión interna de la Unión Europea sobre inmigración. En Francia, por ejemplo, tras organizar un viaje a la frontera franco-italiana para hablar del control de la inmigración, el gobierno de Retailleau-Barnier prepara una nueva ley antiinmigración bajo la presión de la extrema derecha”, grafica Dardot.
Batalla cultural
Eso, aunque muchos conceptos apliquen a la realidad argentina -como el repudio histórico del neoliberalismo al “colectivismo”- o aunque los autores más revisados sean, precisamente, los que dice admirar Javier Milei.
“La idea de una ‘batalla cultural’ se ha generalizado en la extrema derecha en los últimos años. Debe mucho a cierta lectura de Gramsci, cuyo concepto de ‘hegemonía’ se utiliza para hacer la guerra contra el marxismo, el sindicalismo, el feminismo. Una ‘guerra de valores'”, define el autor. Hay casos en que la “batalla cultural” deriva en una conquista de instituciones o la creación de otras. En Milei va más allá. Toma la forma de una transformación de “todas las relaciones sociales”. Añade Dardot: “La extrema derecha se jacta de haber ganado la batalla cultural, que es una forma de impulsarse, pero la realidad es que su victoria es esencialmente estratégica: ha sabido explotar el resentimiento real de una parte de la población volviéndolo contra los neoliberales ‘progresistas’, culpables de todos los males”.
La ensalada teórica de Milei
Finalmente, Dardot desmenuza las referencias intelectuales de Milei: “Son bastante confusas y están lejos de ser coherentes. Hay préstamos del neoliberalismo de Hayek (la crítica de la idea de justicia social) y del libertarismo de Nozick y Murray Rothbard (el axioma de no agresión que condena todo intento de obligar al individuo a comportarse de determinada manera, definido por sus derechos de propiedad), pero carecen de la coherencia doctrinal que hace tan interesantes a estos autores”.
“El Presidente ya tiene en su haber un decreto que reforma o deroga 300 leyes y un proyecto de ley que pretende cambiar el funcionamiento del Estado. Si se examina detenidamente no hay nada específicamente libertario en este programa, que recuerda más bien a las recomendaciones neoliberales clásicas. Lo que interesa sobre todo a Milei es el lado negativo del libertarismo, su crítica del Estado basada en la idea de que los derechos de propiedad son absolutos. Esto revela un uso bastante oportunista”, analiza. Desde esta óptica, Milei no intenta sentar las bases de una sociedad libertaria como la soñaron Rothbard, Nozick o Friedman sino “utilizar todo el poder concentrado del Estado para desmantelar el Estado social”.
“La puesta en práctica de la parte positiva del libertarismo (experimentación de una sociedad de mercado sin Estado) se ha aplazado hasta un futuro muy lejano debido a su inaplicabilidad, como Milei ha reconocido”, dice Dardot. Menciona la histórica defensa de esta corriente al uso recreativo de drogas o el derecho al aborto como expresiones de “autopropiedad”. “Milei retrocede en los aspectos progresistas del libertarismo de derechas y se aferra a su visión conservadora, lo que permite comprender la alianza con conservadores que no tienen nada de libertarios. La prioridad otorgada a la propiedad como derecho absoluto justifica drásticos recortes en los presupuestos sociales y la máxima extensión de la privatización y la lógica de mercado, pero no el derecho al aborto al que lógicamente debería conducir la autotitularidad. Desde este punto de vista, Milei no es un libertario muy coherente”, concluye el francés.
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