Puede decirse que, al nacer, el o la bebé ya está inmerso en la tecnología o al menos observa su uso en el entorno que lo rodea. Sin embargo, eso no significa que sea un experto, ni mucho menos, y no debe nunca estar solo o sola manejando un dispositivo digital. Para que niños y niñas puedan controlar el uso de la tecnología necesitan que ciertas áreas del cerebro estén desarrolladas y durante la primera infancia todavía no lo están.
Por ese motivo, es muy difícil que regulen solos la cantidad de contenido digital que consumen y pueden pasar el día entero frente a una pantalla si un adulto no los supervisa. Además, mientras está frente a la pantalla no realiza otras actividades fundamentales para su desarrollo como el contacto con otros niños y niñas, el vínculo con la naturaleza, la exploración, los tiempos de espera y hasta el aburrimiento. Está comprobado que el exceso de pantallas tiene efectos negativos que pueden ir desde una baja en el nivel de atención hasta una menor empatía.
Por qué entretener a bebés y niños con pantallas no es una buena opción
En un mundo impulsado por la tecnología y los medios, muchos adultos usan pantallas para mantener a los niños pequeños entretenidos o distraídos. Las pantallas captan la atención de los niños como casi nada lo hace, lo que permite a los padres un respiro. Pero ¿cuál es el impacto de las pantallas en los cerebros jóvenes y a cuánto tiempo deben estar expuestos?
Los neurocientíficos que estudian el impacto de las pantallas en los cerebros de los bebés aún no tienen todas las respuestas, pero la información con la que ya cuentan puede ayudar a las familias a comprender cuán importante es brindar experiencias fuera de la tecnología. Con actividades sin pantallas los niños aprenderán, mejorarán sus habilidades sociales y cognitivas, y serán más sanos en el futuro.
¡A tener en cuenta! La Organización Mundial de la Salud recomienda que bebés menores de 2 años no pasen tiempo frente a una pantalla y que niños de 2 a 4 años no le dediquen más de una hora al día.
Los bebés aprenden más de la interacción entre personas
Ningún bebé puede aprender de una máquina. Por el contrario, el aprendizaje durante los primeros meses se da por la interacción y la relación con las personas. A esta necesidad se le suma el desarrollo de la concentración. Esa habilidad comienza a desarrollarse durante sus primeros años cuando sus cerebros son más sensibles al entorno que los rodea. Para que un cerebro se desarrolle y crezca, necesita estímulos esenciales del mundo exterior.
Y lo que es más importante: necesitan tiempo para procesar esos estímulos. Mientras que leer libros de cuentos en voz alta les da a los niños tiempo para procesar palabras, imágenes y voces, la constante absorción de imágenes y mensajes en pantalla afecta su capacidad de atención y enfoque.
Las pantallas reducen la capacidad de ser empáticos
Investigaciones han demostrado que el tiempo frente a las pantallas inhibe la capacidad de niños y niñas de leer gestualidades y aprender habilidades sociales, dos factores clave para desarrollar empatía. Las interacciones cara a cara son la única forma en que los niños pequeños aprenderán a comprender las señales no verbales e interpretarlas.
Hasta que los bebés desarrollan el lenguaje, toda la comunicación es no verbal, por lo que dependen en gran medida de mirar una cara y obtener un significado. ¿La persona a la que estoy mirando está contenta conmigo o está molesta? Esa interacción bidireccional entre los niños y los adultos es de vital importancia para el desarrollo del cerebro.
En ese sentido, la exposición a las pantallas reduce la capacidad de los bebés para leer las emociones humanas y controlar su frustración. También resta valor a las actividades que ayudan a aumentar su poder mental, como jugar e interactuar con otros niños.
Uso de tecnología y primera infancia: algunas claves
- El uso de internet no les ofrece nuevas oportunidades a niños y niñas en la primera infancia, diferentes a las que pueden adquirir en el contacto cotidiano con su ambiente familiar y con sus pares.
- Si se elige que usen pantallas, que siempre sea regulado por un adulto responsable; lo mejor es establecer rutinas y horarios para su uso.
- Privarlos de usar tecnología no será tarea sencilla porque se frustrarán; se debe mantener la calma y sostener el límite que se les acaba de poner ya que la frustración durará algunos minutos y luego encontrarán otra forma de entretenerse.
- Si por alguna razón el niño o la niña queda solo frente a la pantalla, hay que enseñarle que, si algo le genera miedo o incomodidad, pida ayuda.
Conocé más sobre este tema en la guía Pantallas en casa: orientaciones para acompañar una navegación segura en internet.