Identificada con la crisis económica y social que vivió la Argentina en 2001, el germen de “Se viene”, la popular canción de Bersuit Vergarabat, se remonta a 1997, en la ciudad de Mar del Plata. Gustavo Cordera y Alberto Verenzuela, por aquellos días el cantante y guitarrista de la banda, respectivamente, se encontraban tocando en la calle cuando se cruzaron con el entonces vicepresidente de la Nación, Carlos Ruckauf, en medio de una ronda de autógrafos.
De improviso, Cordera y Verenzuela se acercaron al tumulto y empezaron a cantarle los primeros versos de lo que años después se convirtió en un himno de protesta y resistencia, con una historia que se entrelaza con la del país y que hasta hoy sigue resonando como un símbolo de la lucha contra la corrupción: “Se viene el estallido, de mi guitarra, de tu gobierno, también”.
Se lo cantaron en la cara, y sin imaginarlo, encendieron la chispa premonitoria de lo que más tarde fue el estallido social que terminó con la renuncia del entonces presidente Fernando de la Rúa, inaugurando un período de gran inestabilidad política en el país.
“Era allá por el año 1997 y habíamos ido con Bersuit a tocar a Mar del Plata. Mi recuerdo me trae al momento en que Albertito salía a ganarse la vida. Él decía a luquear a la calle: se subía a los colectivos con una máscara de Freddy Krueger y cantaba sus canciones, las canciones que cantaba en Bersuit (“De onda” y otras tantas de la banda). Había como cierta resistencia por parte del grupo porque ya Bersuit estaba empezando a tener algo de éxito y resultaba extraño verlo a Albertito luqueando por monedas arriba de los colectivos. Lo cierto es que a mí él me contaba que le gustaba, que le era apasionante y que le hacía muy bien hacerlo. Entonces un día decidí acompañarlo”, recuerda Cordera desde México, donde por estos días se encuentra de gira.
“Le dije: ‘bueno, salgamos juntos’. Y fuimos a la playa, a la Bristol. Era un día soleado, de mañana. Íbamos entrando por lo que sería el Hotel Provincial, ese hotel grande que está en el casino, y cuando llegamos -él con su guitarra y yo caminando a su lado-, nos encontramos con un tumulto de gente. Al acercarnos estaba Carlos Ruckauf con un montón de guardaespaldas firmando autógrafos a dos manos. Fuimos por detrás y al darnos cuenta que era él, empezamos a importunar -algo que hacíamos muy a menudo- y le empezamos a cantar: ‘Se viene el estallido, se viene el estallido, de mi guitarra, de tu gobierno, también’. Cuando escucha eso se da vuelta y yo le contesto: ‘Y si tenés alguna duda, vení agarrala que está dura’”, sigue el relato Cordera sobre la génesis de la canción. “Por supuesto que me miró mal porque era, de alguna manera, una falta de respeto –suma–. El tipo firmaba muy sonriente los autógrafos, pero cundo se dio vuelta vi por primera y única vez su cara de enojo, una cara suya que no volví a ver ni por televisión. Estábamos jugando, éramos muy irreverentes y en ese momento nos dimos cuenta de que nos teníamos que ir y nos fuimos a la playa a seguir jugando. Para nosotros fue una anécdota más, entre las miles de anécdotas que teníamos en el día, pero yo percibí que había algo ahí, había algo muy fuerte”.
Ese día, la banda viajó de Mar del Plata a Miramar para hacer una prueba de sonido. Iban a tocar en un lugar que se llamaba Piluso; mientras, Albertito y Cordera se quedaron unas horas más en Mar del Plata. “Cuando llegamos a la prueba de sonido pasamos los dos la canción y la banda se sumó. Esa noche tocamos para 50 personas, que cuando escucharon el tema saltaron por el aire como si fuera un hit ya conocido desde hace muchos años. Ahí nos dimos cuenta que teníamos entre manos una canción que iba a ser muy importante para la Argentina. Y así lo fue. Visto desde hoy, con los años, no tengo más que agradecerle a Ruckauf haber inspirado una canción que ha contribuido para que la gente se desahogue cuando siente una gran injusticia”, concluye Cordera.
Incluida en el álbum libertinaje (1998), la canción se convirtió en un éxito inmediato, y supo captar el clima de época, marcado por una profunda crisis social y económica del país. Muy crítica del Menemismo, habla de la ostentación, la corrupción y el poder de la clase política para contraponerlo a la pobreza, el desempleo y el hambre que azotaban a la Argentina por aquellos años, y se transformó en un presagio de lo peor que estaba por llegar.
“Volvió la mala / fue corta la primavera. / Cerdos miserables / comiendo lo que nos queda / Se llevaron la noche / nuestra única alegría / Gente poniendo huevos / para salir de esta ruina”.
La historia no termina ahí. Muchos años, Javier Milei utilizó la canción en su campaña presidencial, y Varenzuela (compositor de la letra junto a Cordera) no dudó en enviarle una carta documento para que se abstuviera de hacerlo: “Solicito por este medio que a partir de recibida la presente carta documento cese inmediatamente el uso indebido de mi composición musical ‘Se viene’, interpretada por la banda musical denominada Bersuit Vergarabat o por cualquier otro artista, en relación a la promoción, difusión, o cualquier otro uso partidario y/o político sin la debida autorización escrita y expresa, autorización que no han solicitado”, señalaba la carta firmada por el guitarrista y compositor de la banda.
El músico sostuvo además que el uso no consensuado de la canción por parte del líder de La Libertad Avanza le había generado “un agravio personal y su consecuente daño económico”. Y agregó: “Les hago saber que ya se han iniciado los trámites, tanto por mi parte como por parte de la editorial que administra mi obra artística, a los fines de que SADAIC emita una prohibición expresa del uso de la composición en cuestión sin la debida autorización”.
De esta forma, carta documento mediante, le hizo saber que no quería saber nada con el proyecto de La Libertad Avanza que el entonces diputado y candidato a Presidente llevaba adelante.
También difundió en redes un texto donde se explayó aún más al respecto y dejó asentada su posición: “Es irónico que un espacio político cuyas caras más visibles se llenan las bocas de la palabra ‘Libertad’ y la utilizan como un latiguillo vacío, desvirtuando su profundo significado, pisoteen la libertad de otros, en este caso la mía, de no permitir ni autorizar el uso político de mi obra artística, y que pasen por encima de la propiedad privada que tanto declaman defender. Lo que queda claro es que muestran una incongruencia absoluta entre su discurso público y sus actos, incongruencia preocupante para quien quiere dirigir los destinos de este país y sus habitantes”.