Agrodiversidad y tecnología: pilares para el desarrollo

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El desarrollo productivo es vital para salir de la pobreza. El campo le ha dado a Argentina progreso, crecimiento y ha nutrido a las ciudades. Ante un mundo que demanda más alimentos, es importante que el país, y Salta en particular, puedan atender esa demanda.

El escenario, sin embargo, es diferente al de otros años. La crisis climática obliga a todos a repensar estrategias para seguir produciendo, pero de una manera más eficiente y amigable con el ambiente. Plantear la dicotomía entre el campo y el ambientalismo es cosa del pasado. En esta nueva visión, el compromiso debe ser de todos.

El Tribuno organizó esta semana “Hablemos de lo que viene: Ambiente y Agro”, con la participación de especialistas que ofrecieron una visión integradora, multifocal y reconciliadora.

El jueves, en el Centro de Convenciones, participaron Juan Medina, Analía Frandino, Magui Choque, Luna Rey Cano y Ximena Rojo. El evento fue moderado por el periodista Sergio Elguezábal.

La agrodiversidad, la innovación tecnológica y la colaboración entre sectores serán los pilares que sostendrán el desarrollo sostenible que Argentina necesita.

Luna Rey Cano, representante de Jóvenes por el Clima, dejó claro en su intervención que la crisis climática es un desafío que trasciende fronteras y diferencias políticas. Argentina, aunque responsable de menos del 1% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, es uno de los países más afectados por el cambio climático. Los jóvenes, según Rey Cano, han asumido un papel activo en la lucha por un planeta más saludable, pero es esencial involucrar a los sectores de poder y al ámbito privado en esta lucha. Promover leyes como la de emergencia climática y la de educación ambiental son pasos clave para integrar el cuidado del ambiente en la agenda pública. “Pero entendemos que vivimos en un país pobre, donde el campo es necesario”, destacó.

La ingeniera agrícola Ximena Rojo, especialista en la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE), subrayó que no existe una dicotomía entre la agricultura y el cuidado del ambiente. Según Rojo, la agricultura sustentable y el uso de fitosanitarios son dos caras de la misma moneda. La clave está en utilizar productos fitosanitarios de manera responsable, apoyados por la innovación tecnológica, para mantener una producción eficiente y respetuosa del medio ambiente.

Rojo recordó que la agricultura ha evolucionado con el tiempo y que, hoy más que nunca, se necesita una visión equilibrada que garantice tanto la productividad como la preservación de los recursos naturales. La sustentabilidad es un compromiso ineludible, y la agricultura debe adaptarse a los nuevos desafíos que impone el cambio climático, como la aparición de nuevas plagas y la necesidad de mejorar los procesos productivos.

Juan Manuel Medina, de CampoLimpio, destacó otro aspecto clave para el futuro de la producción agrícola: la gestión de los residuos. La correcta disposición de los envases vacíos de fitosanitarios, un problema que persiste en el país, debe abordarse con un enfoque en la economía circular. Desde que CampoLimpio implementó su sistema, se han recuperado más de 15 millones de kilos de envases, aunque aún queda mucho por hacer para eliminar el circuito informal de reciclaje y garantizar un manejo responsable de estos residuos.

La Ley 27.279, que regula la gestión de los envases vacíos, ha sido fundamental para avanzar en esta dirección. Sin embargo, Medina advirtió sobre la necesidad de mayor compromiso por parte de todos los actores involucrados para que el sistema de recuperación de envases se consolide y sea efectivo a largo plazo.

Otro de los enfoques centrales del ciclo de conferencias fue el manejo holístico y la ganadería regenerativa, conceptos presentados por Analía Frandino, coordinadora de OVIS XXI. Este modelo de producción tiene como objetivo no solo la sostenibilidad económica, sino también la regeneración de los ecosistemas. Frandino explicó que el manejo holístico, desarrollado por el biólogo Allan Savory, es una metodología que permite a los productores mejorar la salud del suelo y combatir la desertificación, una amenaza creciente en regiones semiáridas como gran parte de Argentina.

El manejo holístico no solo se aplica a la ganadería, sino también a la agricultura y la lechería. Según Frandino, esta metodología, que hoy se implementa en más de 36 millones de hectáreas a nivel mundial, ofrece una alternativa viable para enfrentar los desafíos del cambio climático y asegurar la sostenibilidad a largo plazo de las tierras productivas.

Magui Choque Vilca, ingeniera agrónoma y defensora de la agrodiversidad cultural, hizo un llamado a revalorizar las prácticas alimentarias ancestrales, especialmente en el contexto del norte de Argentina. En su disertación, destacó la importancia de preservar las tradiciones alimentarias andinas y de rescatar los conocimientos de las mujeres rurales, quienes históricamente han sido las guardianas de la agrodiversidad.

Choque Vilca enfatizó que la crisis climática no solo afecta la biodiversidad, sino también la identidad cultural de las comunidades. La creación de la Tecnicatura Superior en Cocina Regional y Cultura Alimentaria es un ejemplo concreto de cómo las nuevas generaciones pueden reconectar con sus raíces y aprender a valorar los saberes ancestrales en un mundo que tiende a homogeneizar los gustos y las prácticas.