Los tambos principalmente pastoriles de las cuencas ubicadas más al norte del país fueron muy afectados, primero, por los ataques de chicharrita, que comprometieron la producción de silaje de maíz, y últimamente, por la sequía persistente, que lleva dos años e impide el rebrote de las pasturas. Los planteos más intensivos de alta producción, generalmente en confinamiento, también fueron afectados por la menor producción de forraje para corte y corren riesgos con las siembras de verano, para confeccionar silaje de maíz, una de las vigas maestras de la alimentación en este tipo de sistemas.
“Muchos productores, sobre todo los del norte del país, no quieren sembrar maíz pensando que se pueden repetir los graves ataques de chicharrita de 2023 y piensan reemplazarlo completamente por el sorgo”, observa Mauro Gorgerino, titular de la consultora que lleva su nombre, que atiende 40.000 vacas en la Argentina y 7000 en Uruguay. Gorgerino también es asesor externo de Select Debernardi.
El profesional aclara que, si se reemplaza el silaje de maíz por el de sorgo, inevitablemente la producción cae por la menor calidad nutricional. Entonces, hay que buscar otra salida. Para aproximar una solución a esta problemática, el técnico dice que “en cuencas lecheras de Texas, Estados Unidos, también tuvieron que reemplazar el cultivo de maíz con riego para silo, porque se ponían en peligro los acuíferos y se sustituyó parcialmente por sorgo de secano”. Si se traslada esa realidad a la Argentina de la chicharrita, Gorgerino recomienda la confección de silajes para tambo con una combinación de maíz y sorgo BMR. Estos últimos son materiales especiales, con menos lignina y con una digestibilidad que se asemeja a la del maíz.
“Para vacas de alta producción, con mis clientes estamos haciendo lo siguiente: primero, monitoreamos el desarrollo de chicharritas con las trampas de diferentes lugares de las provincias de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. Los últimos recuentos muestran entre cuatro y siete insectos por trampa, con localidades que detectan cero chicharritas; es decir, por ahora estamos con una baja carga de insectos”, explica Mauro.
Estrategias recomendables
En ese escenario, la recomendación es hacer el 50% de silo de maíz y 50% de silo con sorgo BMR. Por ejemplo: “para vacas de alta producción, de 40 litros de leche por día, que consumen 30 kilos de silaje de maíz por día, calculamos confeccionar silaje para asegurarles 15 kilos por día. Esto no es negociable, lo tenemos que hacer y nos tenemos que arriesgar monitoreando los datos de las trampas. Nos jugamos a un maíz de primera tardío, sembrado en estos días, que llegará a floración en enero y así escaparía a un potencial ataque de chicharritas. Para maíces de segunda habrá que esperar 60 días más, leer las trampas nuevamente y ver con qué nos encontraremos”, diferencia Mauro.
“No reemplazamos todo el maíz por sorgo porque no tenemos procesador de granos que permita un buen quiebre y el aprovechamiento del almidón del endosperma por parte de las vacas. Así, casi todo el grano de sorgo que entra por la boca se elimina por la materia fecal”, advierte.
El otro 50% del silaje se confecciona con sorgos forrajeros BMR (también llamados “nervadura marrón”), que tienen una mutación genética que disminuye significativamente el contenido de lignina. “Los sorgos BMR tienen un tallo fino, pero producen mucha materia verde -alcanzan los 50.000-60.000 kilos por hectárea de forraje de alta calidad- y desarrollan muy pocos granos. Llegan a una altura mayor a dos metros y por eso no son resistentes al vuelco. Se recomienda sembrarlos temprano y con baja densidad, porque, al estar más distanciadas las semillas, se desarrolla una estructura de sostén que aumenta la resistencia al quiebre frente a fuertes vientos”, describe Gorgerino.
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Se pica directamente para ensilar, con 27-28 % de materia seca, sin cracker y con las contra cuchillas abiertas, para no romper células y generar pérdida de nutrientes por lixiviación. La porción de grano que falta en el silaje se compensa agregando grano de maíz molido para alcanzar una buena digestibilidad del almidón. “Nosotros probamos esta combinación de 50 y 50% y detectamos que no hubo caídas en la producción de leche y no se incrementaron los costos de producirla”, calculó Gorgerino.
El negocio lechero recuperó rentabilidad para los productores que hacen las cosas bien, con una perspectiva de varios meses con favorables relaciones insumo/producto. “El maíz, la soja, los subproductos y los arrendamientos están con precios bajos con relación a la leche y favorecen la intensificación de los planteos”, propone el técnico.
El precio de la leche alcanzó los 40 centavos de dólar por litro y Gorgerino espera un 2025 positivo para el negocio, a pesar de la sequía y de la chicharrita, porque la Argentina perdió 350.000 vacas en 2023 por la seca persistente y la crisis de precios. La producción de esos vientres “falta hoy y faltará el año que viene, porque la primavera de 2024 está pasando sin pico de producción de leche por falta de forraje. En los últimos meses, las fábricas pudieron planchar el precio de la leche, porque tienen cierto stock, pero la escasez próxima los obligará a traccionar nuevamente los precios hacia arriba”, concluye el profesional.