Un crimen con todos los condimentos de un ajuste de cuentas narco, ocurrido en las últimas horas en la localidad bonaerense de Pilar, destapó una trama de traiciones y elevó la sospecha sobre la injerencia de organizaciones criminales de Rosario en esa zona norte del Conurbano. Los investigadores hallaron a los pies del cuerpo casi 700 mil dólares y, en la casa de la víctima, ubicada en un barrio semicerrado en esa zona norte del Conurbano, varios DNI truchos y un cuarto acondicionado para el corte de cocaína a escalas superiores de las que se suele ver en ese distrito.
Hay un hombre de 80 años preso como coautor del homicidio y su hijo, socio del ciudadano uruguayo acribillado a tiros y de nombre Fabián, está prófugo. “El rol la novia argentina de la víctima fue la clave. A ella le dijo que se dedicaba a la compra-venta de autos y lotes y que se llamaba Marcelo González: todo era mentira”, dijeron las fuentes del caso consultadas por Infobae. Nada es lo que parece en esta historia.
Todo comenzó este sábado, alrededor de las 18.30, la víctima y el padre de su socio salieron a bordo de una camioneta Chevroley Tracker del barrio semicerrado Finca San Agustín y frenaron frente a un kiosco de la zona de Monterrey de la localidad bonaerense de Presidente Derqui. El hombre de mayor edad, también de nacionalidad uruguaya, bajó a comprar unas gaseosas mientras el conductor esperó en el coche.
Algunos testigos dijeron a los investigadores que el comprador le dio demasiada charla a la kiosquera, en una actitud sospechosa del acompañante de la víctima, que no sería la única esa tarde sangrienta. Fue en ese contexto que una camioneta Jeep Renegade apareció en escena, solo había un ocupante en ese auto y fue quien le disparó una ráfaga de 10 tiros al conductor de la Chevrolet Tracker: cuatro impactos dieron en el cuerpo de quien hacía llamarse Marcelo Romero, de 36 años.
“Ese no era su nombre, eso fue lo que le dijo a su novia argentina. Era uruguayo y en su casa se halló, además, varios DNI truchos”, revelaron los investigadores, en una causa que investiga el fiscal Germán Camafreita, de la UFI N°3 de Pilar.
Tras el crimen de quien decía llamarse Romero, su acompañante intentó ingresar a la camioneta donde quedó el cadáver del socio de su hijo. Algo buscaba y no era precisamente auxiliar a la víctima. Incluso, se colgó por la ventanilla. Para ese entonces, eran varios los vecinos que se habían agolpado en el lugar y sacaron al hombre mayor mientras hurgaba en el interior del coche.
Aprovechando el estupor por el crimen que había en la zona, el padre del socio de la víctima, que para ese entonces ya despertaba sospechas como un presunto entregador, se fue silbando bajito para una esquina, mientras por la otra la Jeep Renegade amagaba con volver al lugar del hecho. La cantidad de gente que había conspiró con su regreso y desapareció de escena.
Los agentes de la DDI de Pilar de la Policía Bonaerense hallaron junto a los pies del fallecido 694.000 dólares y un millón de pesos. Estaban en un morral. Tras escuchar a los testigos, de inmediato fueron en busca de ese hombre que había llegado con la víctima y que huyó sospechosamente del lugar. Lo encontraron a unas cuadras y le pidieron ir a la casa del tal Romero. “Primero dijo que no se acordaba cómo llegar, los paseó por una hora hasta que localizaron el lugar”, explicaron. La vivienda quedaba a solo 200 metros de la escena del crimen.
La casa del tal Romero estaba emplazada en el barrio semicerrado Finca San Agustín, ubicada en el partido de Pilar. Los policías de la DDI fueron hasta la propiedad de la víctima con el hombre de 80 años que despertaba muchas sospechas para ese entonces. Lo hicieron a pedido del fiscal para identificar el lugar, pero sin orden de allanamiento aún. Luego, se retiraron rumbo a la comisaría.
Mientras esto pasaba, por la otra tranquera ingresaba la Volkswagen Amarok de Fabián, el hijo del hombre de 80 años que iba en el patrullero.
“Por las cámaras de seguridad del barrio luego se supo que, no sólo la víctima le pagaba a uno de los serenos para que no registre quién ingresaba al predio para ir a su casa, sino que Fabián no fue solo hasta la casa de Romero el día del crimen”, contaron los investigadores. Una mujer rubia lo acompañaba. Estuvieron unos minutos y se fueron.
Luego los investigadores encontrarían que habían barreteado la puerta trasera y se habían llevado de la propiedad de la víctima el DVR que grabó todos los movimientos de las cuatro cámaras que se habían instalado en la casa el último viernes y un bolso. Lo que encontró el fiscal en el interior de la vivienda cuando allanó la casa destrabaría otro nivel en el caso: un cuarto entero preparado para el corte de cocaína y municiones calibre 9 milímetros. La cartuchera de la pistola estaba vacía.
“Alguien perdió mucha plata”, fue la irónica frase que lanzaron los investigadores ante tremendo hallazgo. Y el hallazgo de la Jeep Renegade abandonada en el barrio Astolfi y una cámara de seguridad que captó al conductor y homicida yéndose a pie de esa zona, son otras de las piezas fuertes de la causa. Una más: la camioneta está radicada en Rosario y la sombra de posibles vínculos con las organizaciones criminales que aterran a esa ciudad santafesina tomó fuerza.
Además, los investigadores anclaron el hecho a otro de similares características ocurrido también en Pilar el pasado 25 de septiembre y que investiga el fiscal de la UFI N°2 Andrés Quintana: desde una Jeep Renegade acribillaron de 17 tiros a un BMW último modelo. El conductor se salvó de milagro.
“La sombra narco ya estaba posada en ese ataque y ahora la sospecha es que quien gatilló esa vez fue este Romero que ahora fue asesinado. Hay una mexicaneada dentro de la misma banda que tendría vínculos con criminales rosarinos”, deslizaron.
En ese contexto, la aparición de la novia del tal Romero ante las autoridades fue reveladora. La mujer le contó a los investigadores que Fabián, el hijo del hombre de 80 años que para ese entonces ya estaba preso, el día del crimen la subió a su camioneta, la llevó hasta la casa de su pareja y de allí sacó un bolso y el DVR: así entendieron que ella era la mujer rubia que se veía en los videos ingresar al barrio en la VW Amarok.
Luego la testigo diría que Fabián le entregó las grabaciones de las cámaras de seguridad antes de dejarla a la deriva en la Ruta 8. “Una amiga la convenció de ir a la Policía. Habían asesinado a su novio, pero le dio miedo y contó que se deshizo del DVR en el campo que está frente al predio de la Finca de San Agustín donde vivía su pareja”, comentaron los investigadores lo que luego les confesaría la chica. Esa pieza de evidencia es considerada crucial para el futuro del caso.
Con todos los elementos, el fiscal Camafreita decidió detener al hombre de 80 años como coautor del crimen del tal Romero: “El sospechoso preso se mostró despreocupado por la acusación y alegó que es uruguayo, que pedirá el llamado consular para que lo expulsen y poder para cumplir en su país”. Mientras, continúa la búsqueda de Fabián como del homicida. No sería de extrañar que el caso pase al fuero federal.