La ofensiva de Javier Milei contra las universidades no parece tener consenso en la opinión pública. El gobierno logró el número para sostener el veto a la ley de financiamiento universitario que contó con una masiva marcha de todo el campo universitario que contó con la presencia de buena parte de los actores importantes del sistema político y diversos sectores sociales y sindicales.
Sin embargo, lugar de dejar el tema ahí se insistió con la narrativa de confrontación, se buscó desprestigiar la marcha por “politizada” y se acusa de “degenerados fiscales” a los que defendieron el aumento de presupuesto.
Por si faltaba algo más para seguir con el enfrentamiento, Milei dijo en el acto de relanzamiento del nuevo Palacio Libertad Domingo F. Sarmiento que “la universidad pública no le sirve a nadie más que a los “hijos de las clases altas y los ricos”.
El último estudio de Zubán-Córdoba es lapidario para el gobierno e indica que casi el 65% del electorado que lo apoyó en el balotaje contra Sergio Massa considera que la educación pública contribuye a la movilidad social ascendente.
En cambio, si se toma en cuenta el total de la población, el 80% de ella está de acuerdo con esa idea, un consenso abrumador que coincide con los números de la encuesta de la consultora Ad Hoc.
Otro dato revelador es que el 58,2 por ciento de los votantes de Milei está en desacuerdo con la frase acuñada por la diputada del PRO, María Eugenia Vidal, que sostiene que “los pobres no llegan a la universidad”, un porcentaje que crece al 76,2 por ciento si se extiende a toda la población.
La reacción social luego del apoyo al veto se vio en los huevazos que sufrió Martín Menem en Río Gallegos, el escrache a Agustín Romo y Santiago Santurio en La Plata y los insultos a Milei en la pizzería donde se refugio el youtuber libertario Fran Fijap.
La votación contra las universidades estalló todas las bancadas parlamentarias, desde la del PRO hasta la de UP, liderada por Germán Martínez, donde se ausentó la catamarqueña Fernanda Ávila por orden de Raúl Jalil, quien este jueves fue a buscar el auxilio de Milei pero tan solo lo recibió el vicejefe de Interior, Lisandro Catalán. Para colmo, en la Cámara Baja se rumorea que Ávila cursa la maestría en Sociología Política en la UNSAM, una prestigiosa universidad pública del conurbano bonaerense.
En el caso de la UCR, el voto de Campero, Luis Picat, Martín Arjol y Federico Tournier, que integra el bloque de Rodrigo De Loredo pero pertenece al partido correntino Encuentro Liberal, y la abstención de Pablo Cervi desató la furia de los radicales más moderados. Ya no piden su expulsión los enfáticos Facundo Manes y Pablo Juliano solamente sino también los “galerita”, aquellos que tratan de mantenerse equidistantes entre el fervor libertario de Campero y el perfil opositor del neurocirujano.
La decisión de insistir con esta pelea es exponerse a una movilización constante con un movimiento que cuenta con larga trayectoria de protestas en la historia argentina.