El Palacio de los Bichos: el castillo porteño que es famoso por una tragedia y en el que todos los vecinos quieren vivir

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Un casamiento que termino en tragedia, historias de fantasmas y sucesos paranormales, en estado de completo abandono durante casi 80 años y la reconversión a un edificio icónico que marcó la historia de un barrio en plena ciudad de Buenos Aires. Así se puede describir, en una sola oración, al Palacio de los Bichos, el legendario “castillo” de la calle Campana, en Villa del Parque.

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El origen de la mansión y la historia detrás de su nombre

La historia comienza a finales del siglo XIX, cuando Rafael Giordano, un aristócrata italiano originario de Salerno, mandó a construir una mansión como regalo para su hija Lucía y su futuro yerno, el músico Ángel Lemos, con materiales traídos especialmente de Italia. Y, con una técnica que, según ingenieros y arquitectos, se asemeja a la estructura de un palacio, “por eso está bien decirle de esa manera, no es un eufemismo”, aclara Antonio Las Heras, doctor en psicología social y parapsicólogo.

El encargado de diseñar el edificio fue el arquitecto Muñoz González, quien terminó la obra en 1910. La casona, ubicada en Campana al 3200, con sus cinco pisos coronados por una cúpula, fue decorada con figuras de animales hechas en cemento en sus paredes, motivo por el cual los vecinos la bautizaron como “El Palacio de los Bichos”. “Los animales estaban colocados de tal manera que parecía que cuidaban el edificio”, cuenta Las Heras, que fue la primera persona en decidir vivir en el lugar. Pero eso es adelantarse mucho en la historia, volvamos al principio

Las escaleras de mármol son las originales

En aquella época, Villa del Parque era una zona de quintas y casas de veraneo. Aunque hoy en día forma parte del entramado urbano porteño, a finales del siglo XIX y principios del XX, el área era elegida por familias aristocráticas que buscaban escapar del bullicio de la ciudad durante los meses de verano. “Las familias adineradas, que vivían principalmente en barrios como Balvanera o Barracas, compraban terrenos en Villa del Parque y Villa Devoto, dos de las áreas más altas y fértiles de la ciudad, para construir amplias propiedades donde disfrutar del verano”, explica el parapsicólogo que recientemente publicó su último libro La masonería en Argentina.

Rafael Giordano, fiel a esta tendencia, adquirió una manzana entera para edificar esta mansión de estilo ecléctico. Este tipo de construcción, rodeada de villas y quintas, era un símbolo de estatus en una zona que por entonces se consideraba “el campo”.

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Una tragedia que lo cambió todo

El sábado 1° de abril de 1911, la casa abrió sus puertas para celebrar el casamiento de Lucía y Ángel. Sin embargo, la alegría de esa noche se transformó rápidamente en tragedia. Al finalizar la ceremonia y los festejos la pareja partió en un carruaje hacia el centro de la ciudad para disfrutar de su noche de bodas. Pero al cruzar las vías del tren, a solo treinta metros del palacio, el carruaje fue embestido por la locomotora y los novios murieron instantáneamente. “La formación logró frenar en lo que hoy es una estación de La Paternal”, agrega el parapsicólogo.

Devastado por la pérdida de su hija, Rafael Giordano decidió cerrar la mansión para que quede completamente deshabitada y sin ningún tipo de guardia.

Y así permaneció vacía por casi 80 años.

Los recién casados y propietarios del castillo fallecieron al impactar contra el tren en la actual estación La Paternal

Con el tiempo, los vecinos y cuidadores de las villas vecinas empezaron a notar fenómenos extraños y a decir que la casa estaba embrujada: “Se escuchaban gritos de mujeres, ruidos inexplicables, luces que se encendían y sombras que atravesaban paredes”, comentaron vecinos del lugar.

El castillo de Villa del Parque, característico del barrio

Estos sucesos fueron los primeros de muchos que darían vida a la leyenda “embrujada” del Palacio de los Bichos. Las supersticiones se intensificaron cuando varias personas en situación de calle que utilizaron el lugar como refugio, mientras estaba abandonado, no duraban más de dos días allí. Lo que alimentó aún más el mito de que el lugar estaba maldito. Las Heras afirma que en los archivos de la comisaría 47, que tenía jurisdicción en la zona, se registraron denuncias de personas que afirmaban haber presenciado fenómenos paranormales. “Era inexplicable que la casa estuviera deshabitada por tanto tiempo”, asegura.

La propiedad parecía un infierno”, comenta Las Heras, quien desde que era niño soñaba con vivir en el gran palacio de Villa del Parque. “Vivía a 10 cuadras del castillo y siempre me llamó la atención su apariencia oscura, rodeada de enredaderas. Para mí, ese lugar tenía algo especial”, dice.

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El último piso del castillo tiene la cúpula

Una nueva vida para el palacio

No fue hasta la década de 1990 que el lugar comenzó a tener una nueva vida. Tras casi 80 años de abandono, los dueños decidieron ponerlo en venta. Sin embargo, las historias de fantasmas hacían muy difícil su comercialización. “Muchas personas llegaban incluso a dejar señas, pero desistían después de experimentar fenómenos inexplicables, como sonidos de cadenas o la aparición de sombras”, cuenta el psicólogo.

Es en este contexto en el que la inmobiliaria que llevaba adelante la venta de la propiedad decide contactarse con Las Heras para que realizara una limpieza energética del lugar. “El castillo tenía una energía muy densa, impregnada por las emociones inconscientes de las personas que lo habían habitado o visitado”, explica Las Heras. A lo largo de varias semanas, él y su equipo llevaron a cabo una serie de rituales y técnicas de parapsicología para “liberar al edificio de las presencias perturbadoras”. Un dato que hace aún más rara la historia es que, días antes de recibir el llamado, el psicólogo vio en los clasificados del diario que el palacio se encontraba en venta y se dio cuenta de que era el momento con el que soñaba desde chico: vivir allí.

Antonio Las Heras, parapsicólogo y propietario del último piso del PalacioEl castillo actualmente no tiene propiedades en venta

Finalmente y gracias a Las Heras el castillo fue vendido, que, además del parapsicólogo, un médico adquirió la planta baja para vivir con su familia y poco después, el exfutbolista Carlos “Colorado” McAllister compró otro departamento. A partir de ese momento, el Palacio de los Bichos dejó de ser un lugar embrujado y pasó a ser una propiedad recuperada y habitada, aunque algunos habitantes aún recuerdan que, durante un tiempo, las alarmas del edificio se disparaban inexplicablemente en medio de la noche.

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Un ícono único del barrio

Hoy en día, el Palacio de los Bichos es un edificio residencial que, aunque fue remodelado, mantiene su estructura original y su cúpula característica. Las figuras de los animales que adornaban sus paredes y que le dieron origen a su nombre fueron saqueadas con el tiempo, y solo dos de ellas lograron recuperarse y se colocaron en el patio interno para evitar nuevos robos.

Las dos figuras de animales que sobrevivieron se encuentran en el patio interno de la propiedad

Además, el interior del edificio sigue conservando su distribución original. En el subsuelo, que hasta hace poco funcionaba un spa, se guardaban los carruajes y animales; la planta baja era el lugar de la recepción y el salón de baile; el segundo piso fue el lugar elegido para que viviera el matrimonio, mientras que el tercer y cuarto piso estaban destinados a los empleados e invitados, respectivamente. El quinto piso, con la cúpula que corona el edificio, era utilizado como depósito, y hoy es el hogar de Antonio Las Heras.

El castillo forma parte del emblema de Villa del Parque y la fuente está en el centro del patio interno

Si bien el Palacio no está embrujado, las leyendas siguen vivas entre los vecinos. Y aunque muchos dudan de los fenómenos paranormales, otros creen que aún quedan dejos de ese pasado trágico que rodeó al castillo durante décadas y por el que hoy sigue siendo recordado.

“Si alguien me pregunta si me da miedo vivir acá, mi respuesta es esta: ´No tengo miedo, pero si lo tuviese está para ser atravesado con inteligencia, el problema es el pánico porque inmoviliza’”, concluye el vecino de la cúpula.