Perú ha derrotado a la Uruguay de Marcelo Bielsa. Eso es todo. Eso es lo más importante. La Blanquirroja ha tirado de tesón, corazón y energía para bajarse a aquel equipo que llegaba como favorito al estadio Nacional -no es para menos dada su ubicación en la clasificación- con un entrenador envuelto en controversia por las serias acusaciones de maltrato de Luis Suárez.
Tan solo se necesitó una cuota importante de valentía para tirarse a la Celeste, que sobre el papel empezó con mucha superioridad con respecto al control de la pelota. A decir verdad, incluso, poseía una velocidad mayor que se evidenció en muy buenos tramos del primer acto. Desde luego que ese crecimiento se vio favorecido, en parte, por el esperpéntico experimento que dispuso el técnico Jorge Fossati con la selección peruana.
A medida que transcurría el lance, uno podía percatarse que dos futbolistas locales estaban atribulados por cumplir funciones ajenas: Oliver Sonne en la demarcación de volante interior y Alexander Callens en la función de carrilero. En ese apartado -o intento de experimento- falló el Flaco. Aun así, Perú pudo mantenerse en pie, entre otras razones, porque su oponente fue perdiendo músculo y se exhibía como una de los planteles uruguayos más terrenales de los últimos tiempos.
Curiosamente, al momento que decaía el juego de los de Bielsa, comenzaba a crecer el fútbol de un Perú aguerrido. Así, cerca de la conclusión del primer tiempo, el mediocentro Sergio Peña, de los más lúcidos, contó con la oportunidad más clara a partir de un lanzamiento de media distancia bloqueado por el arquero Sergio Rochet. Cierre parcial con una actuación más que meritoria.
Para el segundo tiempo, a pesar de la incomodidad de Callens y Sonne en sus puestos de emergencia, Fossati salió con el mismo parado técnico y los mismos protagonistas. Durante el desarrollo hubo varios matices, pero indudablemente un mayor crecimiento de los nuestros en todos los aspectos. Así, a los 54′ minutos se dio otra aproximación importante con Peña, aunque su definición apenas arrebató alaridos desde las tribunas.