La decisión adoptada por el directorio del FMI se compone de varias medidas que van en la dirección de aliviar la carga de intereses para los países altamente endeudados. En concreto, los “cargos básicos” –que aplican para cualquier crédito del FMI– bajan de 100 a 60 puntos por sobre la tasa, al tiempo que el piso para el cobro de sobrecargos sube de 187,5 al 300 por ciento de la cuota-parte. Además, se reducen los sobrecargos asociados al tiempo de vigencia del crédito y también las comisiones para los países sobreendeudados.
“Los recargos del FMI son procíclicos y regresivos. Exigen tasas de interés y comisiones más altas a los países en las crisis financieras, cuando éstos deberían estar invirtiendo en su propia recuperación. La política de recargos impide que los países de ingresos bajos y medios recuperen la estabilidad financiera, entre otras cosas mediante la acumulación de mayores préstamos y la prohibición del acceso a los mercados internacionales. Los recargos aumentan la tasa de interés anual potencial impuesta por el FMI a casi el 8 por ciento“, indicaba la carta de los economistas, también firmada por Thomas Piketty, Mariana Mazzucato, Ha-Joon Chang, Jose Antonio Ocampo, Mark Weisbrot, Richard Kozul-Wright y Stefano Zamagni, entre otros.
La misma misiva continúa diciendo lo siguiente: “Ya hay 675 millones de personas que viven en países de ingresos bajos y medios cuyos contribuyentes pagarán al FMI aproximadamente 2.000 millones de dólares solo en sobrecargos cada año durante los próximos cinco años. Cada uno de esos dólares es un dólar que no se gasta en salud, educación y la transición a la energía limpia”. El FMI escuchó la advertencia.
Impacto
De acuerdo al Ministerio de Economía, el alivio total para Argentina asciende a unos 3200 millones de dólares. Sin embargo, esa cuenta depende de la cantidad de años en los que el país siga endeudado con el FMI, algo que no es fácil de predecir. Para Martín Guzmán, es más correcto pensar en unos 450 millones de dólares por año.
“Esto es más que la mitad de lo que cuesta la Ley de Financiamiento Universitario que vetó Milei. Aquí hay un financiamiento para el que hay que definir un uso. La plata está. ¿Y si esta vez la usan para financiar la educación pública?”, indicó Guzmán.
Por su parte, el economista del Centro Cultural de la Cooperación y Flacso, Martín Burgos, advierte sobre un punto gris acerca de la cuestión: “Hay una asimetría en el FMI por la cual los países asiáticos no tienen la representación que se merecen dado su peso económico. El ejemplo más claro es que China tiene el 5 por ciento de los votos y EE.UU. tiene el 18 por ciento, cuando ambos tienen el mismo peso en el PIB mundial“.
“Esa desproporción en la cuota hace que el nivel de préstamos que pueden tomar los países asiáticos sea poco en relación a su PIB real y allí aplica el sobrecargo. Para no subirles las cuotas a los asiáticos y no perder su poder en el FMI, Occidente redujo el sobrecargo. Pero hay un problema de fondo que subsiste y que está asociado a que el FMI tiene un esquema de poder que ya no refleja el poder económico del mundo real”, explica Burgos.