El juez sostuvo que hubo muchos abusos más de Alperovich que no se denunciaron

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En los fundamentos, de 389 páginas, el juez expone los fundamentos de su veredicto y será esta la puerta de entrada para las apelaciones que puedan hacer tanto la fiscalía, como la querella y, sobre todo la defensa del ex gobernador tucumano que hace casi un mes pasa los días en el penal de Ezeiza. Está en una celda individual en el pabellón de abusadores sexuales.

En un fallo que calificaron como “pedagógico”, Ramos Padilla repasó distintos fragmentos del relato de la víctima y de algunos de los más de 80 testigos que se presentaron en el juicio. Además repasó chats e intercambios de mensajes con colaboradores de la familia Alperovich que dan cuenta de las maniobras para intentar persuadirla de impulsar la denuncia.

“Exhibió su poder en el Senado con reuniones importantes, lo que la llevó a paralizarse y juramentarse que lo sucedido moriría con ella. Esto le generó vergüenza, pero también, en ese primer momento, la creencia de que podía ’zafar’ porque no había llegado a violarla”, argumentó el juez al repasar el relato de la víctima de la que no trascendió la identidad para preservarla.

“M.F.L. dio cuenta de sus sentimientos, llantos, falta de seguridad, vergüenza de lo que terceros pudieran pensar de ella, y la creencia de que tal vez podría evitar otros ataques. Estos comportamientos, como la experiencia lo indica, son propios de este tipo de delitos, en los que la mujer se siente culpable y cosificada. Por eso, mantiene silencio y ’se paraliza’, como refirió M.F.L. y describieron las profesionales en sus pericias”, precisó en otro pasaje de los fundamentos describiendo la matriz de violencia de género a la que estaba sometida la víctima.

“Esta situación logró el silencio de M.F.L., tal como ella misma lo expresó. No pudo contárselo a sus amigas ni a sus familiares por vergüenza y por ese sentimiento de culpabilidad”, siguió.

Con estos elementos ahora la defensa insistirá en el pedido de apelación y en la búsqueda de morigeración de la situación de encierro por la edad y el estado de salud del ex senador Alperovich.

Es que durante estos meses intentaron que fuera autorizado a cumplir la condena, al menos hasta que la sentencia quede firme, en su casa de Tucumán.

Respecto de este punto, Ramos Padilla cuestionó las desigualdades del sistema judicial: “A mi modo de ver, resulta realmente sorprendente la cuestión. En causas elevadas a juicio por hechos de esta naturaleza, aquellos que provienen de los sectores más humildes, por lo general, llegan a juicio oral privados de su libertad y así continúan hasta que la sentencia adquiere firmeza en las instancias superiores”, explica.

Y sigue: “Es conocida la prolongación de procesos seguidos a funcionarios, empresarios y personas de los más altos niveles sociales, que han llegado a durar más de veinte años. Hemos visto, incluso, casos en los que poderosos se mantienen prófugos de la justicia en países limítrofes por años. Otros, por tratarse de personajes social y políticamente relevantes, ni siquiera llegan a la condena firme y definitiva”.

En otro tramo de la sentencia, el juez señaló: “Recordemos que Alperovich criticaba el cuerpo de la víctima diciéndole que estaba gorda o chueca -entre otras cosas-, y la sometía a situaciones impropias, como ocurrió luego del primer hecho, cuando le dejó dinero para que ella interpretara que era una suerte de compensación que, al mismo tiempo, menoscababa su autoestima”.

Al referirse a los efectos que generó el abuso sobre la víctima, Ramos Padilla detalló que adelgazó, perdió pelo, tenía sus uñas partidas, exhibía un grave estado de angustia, temblaba y lloraba. “No puedo pasar por alto el aprovechamiento de esa situación por parte de Alperovich. Porque a partir de la confianza que tanto en el ámbito laboral como familiar le dio a la víctima, traicionó ese lazo de afinidad”, indicó.

Finalmente sostuvo que el agravamiento de la pena se debió a que el exgobernador tucumano “pretendió evitar un proceso penal a partir del ofrecimiento de dinero o cualquier otra clase de prebenda; más aún cuando también fue la conducta procesal que exhibió durante el debate, culpando a su víctima, colocándola como miembro de un complot ilegítimo para perjudicarlo, e intentando invertir los roles entre agredido y agresor”.

La decisión de que Alperovich vaya a prisión fue tomada por los jueces Daniel Morín, Jorge Rimondi y Mauro Divito, integrantes de la Sala de Feria de la Casación. El mes pasado, cuando se dictó la sentencia, los magistrados destacaron “su estrecho vínculo con funcionarios de alto rango de la policía de la provincia de Tucumán”.

“Alperovich participa de varias empresas, entre ellas, concesionaria de automóviles, explotación agropecuaria y empresa constructora. Presidió un canal de televisión y algunos clubes y asociaciones, vive en una amplia casa con piscina y ascensor y está afiliado al plan de salud más caro de la principal empresa de medicina prepaga (OSDE 510). De estos datos puede deducirse, razonablemente, que Alperovich, como se dijo, tiene ’facilidades para abandonar el país o permanecer oculto’”, había resaltado el juez Rimondi en su voto.

También sostuvieron que el exgobernador “está recibiendo el tratamiento médico necesario, y si bien la defensa señala el estado de salud para dar cuenta de la inviabilidad de su fuga, ni la propia parte pretende o postula que no sean suficientes los cuidados que se le dispensan en el penal en el que se encuentra alojado”.

“En síntesis, no caben dudas de que Alperovich cuenta con sobrados medios para eludir el resultado del proceso, lo que torna las derivaciones del juez de mérito respecto del riesgo de fuga por demás razonables”, concluyeron.