La barra de Boca inauguró un restaurant en Puerto Madero: del particular menú a los detalles del negocio

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Boca es una marca mundial. Y su barra, aunque para muchos parezca mentira, también. La 12, tristemente conocida por tantos hechos de violencia que se cobraron innumerables vidas, tiene una fama a partir de su organización, el color de la tribuna y el aliento. Eso la transformó en una empresa. Y ahora sus integrantes han decidido ir un paso más allá, que en este caso afortunadamente no es a costas del club ni de los socios: ayer se inauguró en Puerto Madero el restaurante Jugador Nro 12, un lugar ploteado con imágenes icónicas de Boca y sus ídolos y con un sector de merchandising donde se venden desde camisetas firmadas por jugadores históricos (hay tres de Juan Román Riquelme) hasta las remeras con las leyendas de la barra.

Un negocio que parece tener el éxito garantizado teniendo en cuenta la atracción que La Doce produce en turistas y buena parte de los hinchas xeneizes. Porque además, ya manejándose más como un gran grupo empresario que como el patrón del barrio que impone sus condiciones a como de lugar, le cedieron el manejo del local al grupo Avalos-Bodda, experto en gastronomía (entre otros restaurantes tienen el de Los Bohemios, en Atlanta, además de parrillas y boliches en zona Oeste y franquicias de Mc Donalds), y la barra cobra por el alquiler de la marca. A tal punto tratan de diferenciar los tantos que en la fiesta preinauguración del miércoles anterior no se dejó ver por la zona ninguno de los miembros de la segunda bandeja que da a Casa Amarilla para que no se confundan los tantos y en las redes sociales del local no hay ninguna mención a ellos. Sí en cambio en las páginas oficiales de la barra, en las que Rafael Di Zeo y compañía invitan a ir a comer allí.

El nombre en realidad está registrado en favor de Di Zeo y su pareja, Carolina Condello, al 50 por ciento cada uno. Por lo que el producido por el alquiler del mismo les corresponde a ellos, aunque hay desde hace tiempo un trato con Mauro Martín y Marcelo Aravena, los otros dos miembros del triángulo del poder, para que nadie se quede afuera. Algo que parece mantener la paz de La Bombonera sin problemas desde el regreso del trío a la cima allá por 2015. De hecho, Aravena tiene registrada su propia marca, Siempre Mono Nunca Sapo, con la que también sacó indumentaria y ambas están a la venta en el restaurante. Aunque desde la sociedad que está a cargo del emprendimiento aclaran que no hubo exigencia alguna para comprar esas prendas. “El arreglo es por consignación. Ellos las dejan y cuando se venden, se les paga. Es todo transparente para que no haya nada que se presente a la confusión”, le aseguran a Infobae.

La invitación de Rafa Di Zeo al restaurant de La Doce
La entrada del bodegón y las imágenes de Di Zeo y Martín

El local ciertamente parece un apéndice de La Bombonera y, cuando se pregunta por la inversión inicial, si bien se cuidan de entregar el número, dicen que no fue tanto el dinero porque tomaron un lugar que ya funcionaba previamente como restaurante, por lo que lo único que hicieron fue plotearlo al estilo Jugador Número 12. En la jornada inicial hubo muchos íconos del club presentes, entre ellos varios campeones del Apertura 92, como Carlos el Mono Navarro Montoya y Carlos Daniel el Chino Tapia. Y el menú también hace referencia a glorias boquenses y no a barrabravas. Donde uno imaginaba encontrar los “tallarines al Abuelo” o el “Bife a la Quique” se leen “Rabas Virrey Carlos Bianchi”, “Mollejas del Melli”, “Omelette Blas” o “Risotto Hugo Gatti”. Hay un plato llamado “La mitad más uno” en referencia a toda la hinchada y sí, aparece uno sólo con el nombre La 12, una milanesa.

“Este es un restaurante para todos los hinchas de Boca. Lo pensamos desde ese lugar y nos hubiese encantado llamarlo Boca Juniors pero ante esa imposibilidad, buscamos qué nombre se referenciaba inequívocamente al club y Jugador Número 12 para nosotros representaba eso. Por eso no vas a ver nada que glorifique a la barra, sino al mundo Boca en general. No te vamos a mentir: negociamos con ellos el alquiler del nombre porque cuando fuimos a ver quiénes lo tenían registrado, eran ellos, nada más. E incluimos la venta de sus productos dentro de todo el merchandising que vendemos, de hecho estamos negociando poder tener también la camiseta oficial Adidas para ofrecer a los clientes”, dicen desde la oficina de Avalos-Bodda.

-Y las camisetas originales firmadas por los jugadores que están a la venta, ¿no son las que éstos les regalan a la barra?

-No. Si querés te mostramos el recibo. Compramos un lote a un coleccionista por un monto muy importante. Queríamos que quien venga al local tenga una experiencia completa, como de museo más restaurante. Hay réplicas perfectas de las copas, televisiones gigantes para ver los partidos o goles históricos de Boca, es una experiencia completa en la que la barra no tiene injerencia. Sólo está el uso de la marca y el compromiso nuestro de entregar alimentos a dos comedores solidarios que ellos nos indiquen una vez al mes.

La invitación de Rafa Di Zeo al restaurant de La Doce
Parte del menú del local

La fiesta inauguración fue a tope y quienes manejan el lugar confían en que Jugador Número 12 sea un llamador semejante para que eso ocurra todos los días. De hecho, pensaban abrir de noche y tras el éxito, ampliaron también al mediodía. Dicen que pueden manejar un salón de 150 cubiertos al mismo tiempo y muestran el resultado exitoso del restó del club Atlanta como ejemplo. Lo que llama la atención, probablemente, es el lugar elegido: Puerto Madero y no La Boca. Pero ellos tienen su explicación: “Queríamos un lugar accesible para todo tipo de público. Obvio que el hincha de Boca va a ser el primero en acercarse y también los turistas, pero la marca excede el fervor por un club”, explican. Para la barra, el lugar donde está ubicado es lo de menos. Ellos cobran por la marca y ya imaginan que, si explota el lugar, los llamarán para replicarlos del Interior del país. Porque lo que nació alguna vez en los 60 como un grupo de apoyo al equipo, tras atravesar décadas de extrema violencia, se convirtió en una gran empresa. Que no para de facturar.