“Cuando tu aventura termina siendo el padre de tus hijos”, escribió Denisse Rizoli en un video que compartió en su cuenta de TikTok y se hizo viral, con casi 8 millones de reproducciones.
Allí, la joven de 30 años, se muestra bailando junto a su marido, el senegalés Kene Diop, de 34, al ritmo de la canción “Por ese hombre”, y exhibiendo su panza de embarazada de 4 meses. Se trata de su segundo hijo, fruto de un amor que venció todos los prejuicios y los llevó a formar una familia multicultural que muestran con orgullo en sus redes.
En su vida cotidiana, Denisse y Kene enfrentan no solo los desafíos propios de enlazar sus culturas, sino también una intensa exposición en TikTok, donde reciben mensajes y comentarios cargados de discriminación.

Las publicaciones en las que ella comparte su día a día suelen atraer tanto gestos de apoyo como situaciones de “hate”, protagonizadas por usuarios que, desde el anonimato, replican estereotipos, bromas y tabúes.
Este fenómeno convirtió a su cuenta @conmdemamaok en un escenario donde Denisse debe lidiar con frases hirientes y cuestionamientos sobre su elección de pareja o la crianza de sus hijos, poniendo en evidencia las barreras sociales que aún persisten y la importancia de dar visibilidad a historias como la suya.
“Recibo muchos comentarios que giran en torno a fantasías o tabúes solo por el hecho de estar con un hombre negro. Hay un montón de gente que comenta cosas, como ese morbo del tamaño, el chiste fácil; parte del hate en redes viene por esos clichés”, explicó Denisse en diálogo con Infobae.
A pesar de que a veces se sorprende por “la crudeza de algunos mensajes”, asegura que aprendió a convivir con ellos y que ya no le afectan demasiado. “Por cada comentario negativo, hay muchas familias que también se animan a escribirme. Me cuentan que tienen parejas de otros países y se sienten identificadas con nuestra historia”, detalló la joven, cuya misión es que la gente los conozca para que puedan entender y naturalizar las diferencias antes de criticar.
“La cuenta la abrí para mostrar que nuestra familia, aunque diversa, vive cosas como cualquier otra. Pero en los videos aparecen muchos comentarios de desconocimiento, incluso ‘hate’. Algunos se enfocan en fantasías o tabúes solo por la diferencia de color de piel”, destacó la joven, quien aprendió a transformar el odio en un aprendizaje.
“Siempre digo que tenemos un hijo nacido entre dos culturas y tenemos el miedo de cómo lo recibirá la sociedad, pero no hay que buscar la aprobación en nadie. Lo importante es que él se sienta bien consigo mismo”, enfatizó.

Denisse contó que en la escuela, su Malik -de años- tiene que vivir situaciones donde sus compañeros le hacen preguntas sobre su color de piel o cabello. Por eso, busca que su mensaje sea constructivo: “Está bueno que podamos entender que a veces la gente opina desde el no saber. Hacer contenido es una oportunidad para que otros conozcan cómo es una familia diversa. Hay muchas cosas buenas, más que malas. Por eso, la cuenta tiene el objetivo de que la gente nos conozca antes de hacer bullying”.
La convivencia de identidades y la superación de prejuicios son centrales en su mensaje: “Mi esposo no se ofende si le dicen negro; en Senegal, si yo voy, me dirán blanca. El color no es una ofensa, depende de la intención. Lo clave es educar a nuestros hijos para que valoren quiénes son y no dependan de la mirada ajena”.
Un “aventura” de verano en San Clemente del Tuyú
Denisse tiene 30 años, es maestra jardinera y nació en San Clemente del Tuyú. Y justamente en esa ciudad de la Costa Atlántica fue donde conoció a quien hoy es su marido, cinco años atrás.

Ese verano de 2018 ella administraba un parador en la playa junto a su mamá, que era el punto de encuentro para muchos vendedores senegaleses. “Mi papá había conocido al tío de Kene hacía seis años, que siempre traía a senegaleses a comer al restaurante”, contó Denisse, quien ese momento estaba soltera y lo que empezó como una “aventura” rápidamente se convirtió en algo serio.
“Tras la temporada, él volvió a Buenos Aires, pero viajaba cada fin de semana a verme. La conexión fue tan fuerte que al año siguiente nos casamos”, admitió.
El casamiento tuvo un tinte especial, uniendo costumbres. “Él quería casarse según su religión, porque en su cultura, cuando se enamoran de alguien, suelen casarse pronto. Yo solo pedí casarnos civil también. Fue una ceremonia sencilla en mi casa, significativa para todos. Mi familia lo aceptó bien porque tratábamos con senegaleses desde hacía varios años y ya lo conocían”, aseguró.

A pesar de esa apertura, los prejuicios sociales no tardaron en aparecer: “Muchos decían que él se casaba conmigo por los papeles. Recibimos muchos comentarios de ese tipo. Pero mi familia y amigas veían que era una relación real y me apoyaron desde el principio”.
“Si bien mis amigas, al principio, lo tomaron como una aventura exótica, después entendieron que iba en serio”, remarcó Denisse para no dejar dudas que la aceptación fue casi inmediata.
El primer hijo, Malik, llegó meses después de la boda. “Quedé embarazada en agosto. Habíamos ido a Bariloche de luna de miel y ya estaba en la dulce espera”, recordó Denisse, quien actualmente está embarazada a la espera de su segundo hijo. “Todavía no sabemos el sexo porque no se dejó ver”, aclaró.
Una crianza entre dos culturas
La familia vivió hasta hace menos de un año en Argentina, donde Malik pasó sus primeros cuatro años y las diferencias culturales se volvieron parte natural de la crianza: “En casa siempre hablamos español, porque me es difícil entender algunos dialectos. Mi marido entre sus amigos sí habla en wolof, su idioma natal, y también en francés e inglés. Ahora le habla a nuestro hijo en wolof y Malik repite palabras con sus abuelos por videollamada”.
La mezcla de tradiciones también se refleja en la religión y hábitos. “Yo soy católica y él musulmán. Nos casamos bajo sus costumbres, pero no me convertí; siempre hubo respeto. Celebramos Pascuas, Navidad y acompañamos a mi esposo en el Ramadán. Cuando él reza, Malik lo acompaña, pero nunca desde la obligación. Mi familia siempre fue católica y para nosotros es normal tener esa convivencia de credos”.
En el día a día, Denisse adoptó algunas costumbres senegalesas: “No comemos cerdo en casa y mi esposo no toma alcohol. La crianza no es tan compleja como piensan; hay diálogo y cada uno respeta el espacio del otro. Cuando Malik nació, su abuela senegalesa quiso que le pusieran un collar de perlas, tradición que nos contó y tomamos con humor”.
Su esposo, por su parte, se acostumbró con entusiasmo a la gastronomía argentina. “Al principio costó, pero ahora le encanta el mate, las empanadas, los dulces típicos, incluso aprendió a cebar mejor que yo. Se fue argentinizando mucho”, ejemplificó Denisse.

Ella asegura que la movilidad siempre será parte del ADN familiar: “Pasábamos inviernos en la capital y veranos en la costa. Mi esposo tiene ese deseo de conocer y probar otras cosas, sobre todo en lo que respecta al trabajo”.
Kene tuvo un local de ropa en la Ciudad de Buenos Aires, pero las dificultades económicas los motivaron a buscar nuevos horizontes. “Quizás compraba mercadería y después cuando tenía que volver a comprar no alcanzaba el alquiler. Vivíamos cerquita del obelisco. El alquiler siempre estaba aumentando, era difícil. Entonces, decidimos emigrar a Italia. Pero Kene primero viajó a Londres para trabajar como ayudante de cocina y juntar plata”, contó Denisse.
Emigrar a Italia
Tras permanecer un año separados, el reencuentro se produjo en marzo de este año en el pueblo de Alimena, situado en la región de Sicilia, que tiene unos 2.300 habitantes y entre los cuales unos 250 son argentinos. Denisse formó parte de los que viajaron exclusivamente para tramitar la ciudadanía debido a las facilidades que le otorgaban a los descendientes de italianos.

“Vinimos a tener la experiencia de viajar, conocer de dónde vienen mis bisabuelos, aprender otros idiomas. No venimos solo a trabajar o ahorrar dinero. No sabemos si nos quedaremos para siempre, quizás volvamos a Argentina, quizás nos mudemos a otro país. Queremos que Malik y el próximo bebé vivan la mayor cantidad de experiencias posibles”, admitió.
El deseo de viajar y el espíritu de “aventura” es compartido por ambos. “Nos gusta no estar siempre en el mismo lugar. Aprovechamos que somos jóvenes. No se trata de ser nómades, pero sí de que nuestros hijos conozcan otras realidades”, afirmó Denisse, quien actualmente está abocada de lleno a hacer contenido en su redes, sobre todo en lo que se refiere a maternidad.
Viajar, adaptarse a nuevos lugares, criar entre dos culturas y enfrentar miradas ajenas. Todo eso forma parte del día a día de Denisse y su familia. Su historia, lejos de ser un simple relato de amor y migración, es el testimonio de cómo se puede construir una familia basada en el respeto, el entendimiento y la celebración de la diversidad.
Para Denisse, la clave es transmitir un mensaje esperanzador: “Espero que al contar nuestra historia, más personas se animen a mirar con empatía y curiosidad, no con prejuicio. Somos una familia como cualquier otra, que vive, sueña y enfrenta desafíos con amor y diálogo. Que las diferencias nunca sean motivo de bullying, sino de aprendizaje y crecimiento para todos”.








